Capitulo 13.

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Se sorprendió de encontrarse frente a la ventana de la castaña, llevando consigo un pequeño dulce japonés que compro de camino allí, cuidando de no desbaratarlo en su subida clandestina.

Apoyo su cabeza contra el vidrio de la ventana, alzando su mano para abrirla y entrar finalmente a la habitación de Anaya.

Una sonrisa burlona y a la vez tranquila se dibujó en sus labios al verla dormir tranquilamente.

Ella era una niña, alguien totalmente diferente a él.

Se acercó con cuidado, viendo la puerta y coloco el seguro, quitando sus zapatos para recostarse a su lado, sintiendo el dulce aroma de ella.

La ojiverde se removió lentamente, girándose para quedar frente a Hanma quien no se movió de su lugar, observando detalladamente su pálido rostro.

Su aliento era caliente aún, alzando su mano para colocar su mano en su frente y finalmente despertarla.

Anaya abrió los ojos asustada, encontrándose con los ámbar de Hanma y un sonrojo cubrió sus mejillas furiosamente, incorporándose en la cama.

—Tranquila— Sonrió, mostrando sus dientes blancos— He venido a verte y estabas dormida, pero, aún tienes temperatura.

—Hanma.... —  Susurro, mirando hacia la puerta.

—Le puse el seguro, imagine que no sería bueno que me vieran aquí.

—No esperaba verte aquí....

—Bueno, aquí estoy, en unos minutos me ire.

—No... —Alzo su mano para tocar su hombro— No quiero que te vayas.... solo me preocupa que alguien...

—Ya es tarde, nadie lo hará— También se incorporó, tocando sus cabellos— No deberías esforzaste demasiado.

—Debo cumplir con lo que ordena mi madre... siempre debo obtener el primer lugar.

—Quizás tener padres estrictos, es una joda, pero al menos los tienes— Quito su mano, levantándose de la cama— ¿Cuándo volverás?

—No lo sé... tal vez mañana deba ir...

—Bien, entonces te veo mañana— Se giró hacia la ventana, dispuesto a irse.

Anaya se levantó con prisa, abrazándose a su espalda para impedirle que se fuera, respirando aquel aroma que tanto le gustaba de él.

—No... no te vayas... quédate aquí....

—Hoho esa es una propuesta demasiado indecente para una princesa como tú— Toco sus manos, apartándolas de sí.

Anaya hizo un puchero al ver que Hanma la apartaba de sí, dándose el mayor la vuelta para tomarla en sus brazos y subirla a sus caderas, quedando a su altura, pegando sus frentes para verse fijamente a los ojos.

—Hanma...

—Pero es una propuesta que no voy a rechazar.

Beso su mejilla, caminando con ella hasta la cama para recostarla a su lado.

Anaya se abrazó a su pecho, sintiéndose nerviosa del acercamiento del mayor, pero una sonrisa tranquila adorno su rostro.

La respiración tranquila y lenta del ojiambar le anuncio que el mayor estaba profundamente dormido en su cama con ella encima, sin atreverse a moverse un solo centímetro de aquella cómoda posición.

—Te quiero... Shuji.

*_*_*_*

Vigilo el amanecer, sintiendo que nunca había dormido tan bien abrazado a una chica.

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