Militum cor.

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Amelia pov.

Amelia pov

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El primer recuerdo que tengo es estar en el patio de nuestra casa jugado con mi hermana Grace, teníamos en nuestras manos unas pequeñas muñecas de trapo que fueron regalo de cumpleaños, uno de los últimos que recibí de parte de mis padres. No éramos precisamente las personas más ricas, a medida que crecí me di cuenta de que había días enteros en los cuales mis padres no comían para que nosotras podamos tener nuestras 3 comidas al día.

Tenía doce años cuando quede huérfana, ese día no habían llegado mis padres a cenar, ya casi eran las ocho de la noche, estaba jugando con Grace en el comedor de nuestra pequeña casa. la rutina de casi todos los días, nada salía del común, excepto esos tres toques golpes a la madera de la puerta, rápidamente mi hermana se acercó a esta mirando por el ojo de pez, me pidió ir a nuestra habitación. Aunque replique termine escondida en el pasillo para escuchar que sucedía, eran tres policías que llegaban a informar el asesinato de nuestros padres, se interpusieron en el asalto que iba dirigido a una abuelita, a cambio ganaron una bala en el pulmón y una herida en el estómago por un cuchillo.

Grace con dieciséis tomó el papel de madre y de alguna manera logro que no nos falte nada, ella se esforzó tanto que logro tener una beca para poder estudiar biología, sin duda es mi modelo para seguir, fue mi brújula para poder encontrar mi camino.

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Cuando cumplí dieciséis no sabía qué hacer con mi vida. Si no lograba ir a la universidad no conseguiría un buen trabajo, pero si no conseguía un trabajo tampoco lograría pagar mis estudios. Mi hermana se encargaba de casi todos los gastos en la casa y pasaba más tiempo en el laboratorio que en ella. No me malentiendan gracias a sus esfuerzos, tenía comida y ropa limpia todos los días, solo no sabía qué hacer con mi vida y no quería seguir siendo una carga para ella, desde que tenía dieciséis dejo de vivir su vida para cuidar la mía.

Un día, casi a fin de año, llegaron a exponer en la escuela un grupo militar y fue entonces que todo cobro sentido. Entraría a la milicia y el sueldo lo podría ahorrar para poder pagar mis estudios en un futuro, aunque a mi hermana no fue fanática de la decisión que tome, entrene todo ese año para que al cumplir diecisiete pueda presentarme a los exámenes militares.

Adentro de la formación militar descubrí mi verdadera vocación, las alas y ganas de vivir la vida que me quitaron al asesinar mis padres las reencontré arriba de un avión, por fin mi vida cobraba sentido, terminé la escuela militar con honores, la egresada con mejor promedio de mi generación.

Matar nunca me gusto, el peso del arma en mis manos era incómodo, sentir que con mover un dedo podría arrebatarle la vida a una persona me daba náuseas. Pero ser piloto de guerra mi abrió las puertas a lo que creí era mi destino, ser parte del cuerpo destinado a las misiones humanitarias de la ONU, mande mi solicitud sin mucha esperanza no tenía experiencia en un vuelo de combate real, y solo contaba con la recomendación de mi instructor, aparte los cupos eran 5 para todo el país. Aun así, quede, estaba comiendo con mi hermana cuando recibí el llamado de la organización y llore junto con ella al informarle que por fin mi sueño se cumpliría, podría llevarle esperanza a personas que se las quitaron, haría lo que Grace hizo por mí.

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