Ad tranquillitas

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Cuando llegue a Pandora no tenía muchas opciones, me estaba ahogando en mi propia basura, me quedaba un mes de alquiler y no tenía más dinero, conseguir un trabajo fue completamente imposible.

¿Quién trabajaría con un parapléjico?, tampoco tenía estudios, mi vida había sido la guerra, un soldado preparado para acatar órdenes, el inteligente era mi hermano, no yo. Fue por eso que acepte venir a Pandora, no tenía nada que me ate a la tierra, ni familia, ni amigos, debía tomar cada oportunidad que se me presente antes que yo mismo acabe con mi vida.

Debía de aprender rápido, escuchar al bosque, entender a los animales, moverme entre los árboles, el idioma es todo un reto, no entiendo como Kassia lo habla con tanta naturalidad, es totalmente diferente al español. Y luego está Neytiri, ella es tan dinámica como un huracán, siempre me está explicando algo, siempre en movimiento, es realmente difícil seguirle el paso.

- ¡Presta atención humano! – exclamo mientras me daba un ligero golpe en el hombro.

- Si estoy tomando atención, me explicabas la importancia de la vida – le dije mientras le sonreía para mostrarme un poco más convincente, frente a mi falta de atención.

- Entonces, me puedes explicar por qué es importante proteger a la vida – comentó mientras dejaba caer sus brazos sobre sus piernas.

- Por supuesto, es ... Porque ... Eywa ... Está presente en todo, si eso es, debemos de proteger sus creaciones – exprese mientras asentía con la cabeza.

- Suertudo – sonrió – quizás, no eres tan bruto como pensaba soldado.

- Oye, eso me ofende, te sorprenderías de todas las cosas que puedo hacer bien – anuncie mientras inclinaba mi torso para acercarme a ella.

- Bueno, ya tendremos tiempo para eso. – dijo mientras se paraba – por ahora, te juego una carrera, quien llegue primero a la laguna, podrá cobrar un premio – apostó mientras empezaba a correr - ¡eso es trampa Neytiri! – le respondí mientras corría atrás suyo para no perderme, de todas formas, no sabía dónde quedaba la laguna.

Los días cada vez se mezclaban más en mi mente, cuál era la realidad y cuál la ficción. El no utilizar casi mi cuerpo humano era extraño, cuando tocaba desconectarme del avatar, me dolían todos los músculos pese a que permanecía acostado todo el día.

El grabar las cápsulas era extraño, no entendía para qué las debíamos de hacer, sinceramente siento que solo ayudarían al coronel y es algo que cada día trato de atrasar más.

La vida en la aldea era realmente agotadora, siempre había algo nuevo que aprender, e intentaba no decepcionar en ninguna tarea, estaba logrando entender a mi profesora y su sonrisa de orgullo es algo que deseo mantener en su rostro todo el tiempo que pueda. 

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora