20 | Una peculiar familia

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20 | Una peculiar familia.

Mientras voy bajando los escalones de madera, lo único que se escucha en toda la cabaña es el maravilloso sonido del piano que inunda mi sentido auditivo. Es una melodía entre lenta y rápida que me hace cerrar los ojos mientras me sujeto del barandal de la escalera.

Llevo la mano libre a mi corazón, porque empiezo a experimentar emociones con sólo escuchar una increíble melodía. Desde que Elina se fue no he vuelto a escuchar algo como eso y está claro que también es una de las cosas que extraño.

Abro los ojos cuando el sonido cesa, pero no pasa mucho tiempo cuando vuelve a sonar otra, sólo que esta vez con una melodía que reconozco muy bien y que logra erizarme los vellos.

Solas de Jamie Duffy.

Con sólo escuchar el inicio, sé con certeza que es esa. Es una de las que Elina amaba.

Saboreo el salado de una lágrima cuando llega a mi paladar. La canción sigue sonando y ordeno a mis pies a moverse para ver de dónde proviene tan maravilloso sonido.

Cruzo la sala en la cual todavía hay adornos de la noche de ayer y el sonido se hace más claro cuando me acerco a una puerta de madera que no había notado antes. Como se encuentra entreabierta, la abro para poder asomarme y cuando veo de quién se trata, no dudo en avanzar cuidadosamente.

Ryan se encuentra con los ojos cerrados mientras sus dedos presionan con pasión las teclas de un piano de cola negro, realmente cuidado y sin una pizca de polvo, casi brilla. Avanzo otro poco más hasta poder admirarlo de cerca y descubro que también me gusta esta faceta de él.

En sus manos, tan pálidas como las mías, resaltan algunas venas; y sus dedos, largos y finos se mueven con destreza mientras continúa tocando Solas. Algunos mechones de cabello le rozan su frente y mis manos pican por querer pintarlo. Resultaría una estupenda obra de arte poder capturar todo ese amor y pasión que emana mientras toca el piano, con ojos cerrados y sin equivocarse en ningún momento.

Por estar sumida en mis pensamientos, no me había fijado que el sonido se detuvo y que ahora unos pares de ojos mieles me miran con ese usual brillo que siempre parece mantener.

—Inefable—murmuro mirándolo a los ojos y su ceño levemente se frunce sin poder entender lo que quiero decir—. Eso eres tú.

Pestañea y sonrío. Es mi momento de dejarlo sin palabras.

Se señala a sí mismo con incredulidad y un poco de confusión. Apoyo los codos en la superficie del piano, recargo mi barbilla en una mano e inclino un poco mi postura. Nos enviamos una mirada intensa.

—Si, eres algo tan increíble que no puede ser expresado en palabras.

Pasa saliva por su garganta y sonrío por segunda vez al ver que aún no encuentra su voz. Vuelvo a mi posición inicial.

—Eres realmente bueno con el piano. ¿Estudias algo relacionado?—pregunto, curiosa. Caigo en cuenta de que nunca le pregunté lo que estudia.

—No—niega levemente con la cabeza y pasa una mano por su cabello—. Estudio diseño gráfico.

Alzo mis cejas con sorpresa y emite una pequeña risa ante mi expresión.

Volveré a verteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora