11 | No soy perfecto

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11 |No soy perfecto.

Bajo los escalones con cautela y con un poco de vergüenza, debido a que es la primera vez después de tanto tiempo que duermo en una casa que no es la mía. Piso el último escalón y tomo una bocanada de aire, hay voces que provienen de la cocina y una risita infantil se hace escuchar, logrando que me recorra la curiosidad por conocer a la hermanita de Ryan.

Me quedo parada en el umbral de la cocina, observando al castaño colocar platos con el desayuno en la mesa, seguido de una niña que le llega un poco más abajo de la cintura que coloca tenedores y, finalmente, Elisabeth saca una jarra de leche de la nevera, al voltearse, me nota y sonríe.

—Hola, cielo. ¿Cómo dormiste?

Ryan detiene su tarea  y se voltea para verme, la pequeña también me mira y se sienta en la silla, enviándome una mirada de timidez y al mismo tiempo curiosidad.

—Bien, ¿y ustedes?—les pregunto, acercándome.

—Muy bien.—responden al unísono, mostrando idénticas sonrisas de calidez.

La niña juega con sus dedos y evita mirarme. Supongo que no se le da bien socializar con extraños.

Me invitan a sentarme en la mesa y lo hago. Ryan toma asiento a mi lado, y frente a nosotros Elisabeth y su hija.

Me llevo un bocado de ensalada de frutas a la boca, masticando en silencio.

Miro a la niña y, físicamente hablando, se parece a su madre.

Su cabello, trenzado en dos colas, es de un tono entre rubio y castaño. Me gusta que sea un bonito desastre de tonalidades y su piel es tan pálida como la mía, logrando que sus ojos marrones, de alguna manera, resalten más.

Vuelvo mi mirada al plato cuando noto que también me inspecciona y, extrañamente, es ella la que rompe el silencio.

—¿Eres Ellie?

—Soy Ellie—asiento ligeramente con la cabeza mientras le enseño una media sonrisa. No quiero que me vea como una amenaza—. ¿Y tú? ¿Cómo te llamas?—pregunto, aún sabiendo su nombre.

Le da un sorbo a su leche y se le forma un bigote a causa de las burbujas. Es adorable.

—Me llamo Lizzie—comenta con orgullo y, como si se fuese acordado de algo, sus ojos se abren como huevos—. ¡Mi hermano me ha hablado mucho de ti!—se me escapa una risa al escuchar como Lizzie alarga la "o" de manera teatral.

Ryan, que estaba a punto de darle un trago a su vaso de leche, regresa el contenido y mira a su hermana con los ojos abiertos de par en par. La escena me causa gracia.

Lo miro y le enarco una ceja, burlona, notando que tiene sus mejillas levemente sonrojadas.

—Lizzie...—advierte Ryan.

La niña se ríe de su travesura y se lleva un pedazo de fresa a la boca.

—¿Quieres ser mi...a-amiga?—me pregunta Lizzie, titubeante. Noto que aún sigue la timidez, pero confío en que si le muestro seguridad, entonces se sentirá un poco más relajada a mi alrededor. Es una increíble niña.

Volveré a verteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora