25 | Dolores y sustos que no dan gusto

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25 | Dolores y sustos que no dan gusto.

Paso el jersey por mi cabeza lo más rápido que puedo, recojo mi mochila a una velocidad increíble y salgo disparada hacia la puerta. Las manos me tiemblan cuando rodeo el pomo de ésta.

Camino con pasos grandes hacia el auto y caigo en cuenta de que Ryan aún se encuentra adentro de la casa, quizás asegurándose de recoger todo y no olvidar nada.

Mi corazón no desacelera sus latidos y me empiezo a impacientar cuando Ryan no sale.

Pensamientos que he tratado de ignorar desde que recibí el mensaje de papá aparecen como una molesta propaganda que estás harta de escuchar.

Mientras yo la pasaba bien, mi abuelo se encontraba en el hospital bajo no sé qué circunstancias.

¿Qué le sucedió? Él es sano y, por lo que sé, no tiene ningún problema.

Mis ojos escuecen cuando por mi mente pasan horribles escenarios y en cada uno lo pierdo. No, no, no. Tampoco puedo perderlo a él.

¿Y tampoco es mi culpa, verdad? ¿O sí?

—No so-soy...culpable–trago saliva y cierro los ojos con fuerza–. No morirá y yo no soy culpable...no... ¿O sí?

Dos manos firmes en mis hombros me hacen pegar un respingo. Abro los ojos.

—Mantén la calma, por favor–pide Ryan con voz firme–. No eres culpable de lo que sea que le haya pasado a tu abuelo. Que tu mente no te gane.

Trago grueso y le hago un ademán a la puerta de copiloto para que le quite el seguro. Lo hace y no pierdo tiempo en subir, él rodea el auto con rapidez y se pone en marcha.

Ojalá pudiera lograr que de un abrir y cerrar de ojos estuviéramos en el hospital, pero no tengo ningún superpoder, así que, me toca intentar mantener la calma y esperar llegar.

—Estará bien.–intenta asegurar Ryan.

—No puedo creerte cuando le tengo un inmenso miedo a la muerte–mi garganta arde al admitir esas palabras–. No puedo creerte, porque el fatídico miedo que siento por perder a otro ser querido es más grande que yo.

Su silencio me hace saber que no podrá decir algo que me haga cambiar de opinión.

Mi hermana fue arrancada de mi vida de una manera completamente inesperada, de tal manera que por momentos pensé que sólo era una horrible pesadilla. Si bien antes le temía a la muerte, cuando sacaban el tema solía decir de manera natural: Todos moriremos, en cualquier momento sucederá. Sin embargo, lo decía sólo porque no había perdido a familiares que hayan marcado mi vida, y cuando me tocó; oh, se sintió cien veces peor de lo que algún día pude imaginar.

Lo que era temor, se convirtió en un terrible miedo irracional.

Y mi parte racional que aún creo que existe me dice que tengo que combatirlo, que en cualquier momento perderé a alguien o ellos me perderán a mí, pero la otra parte que se encuentra nublada no sabe cómo hacerlo y sólo busca la manera fácil de escapar por un lapso de tiempo por medio de drogas.

Después de un extenso silencio del que no tuve ganas de romper, el auto se detiene y no proceso lo que hago a continuación.

Le quito el seguro a la puerta de copiloto, recojo mi mochila y salgo disparada hacia la entrada del hospital. Ryan exclama mi nombre, pero no puedo detenerme para decirle que quiero estar sola y que lo único que deseo en este momento es ver al abuelo y asegurarme de que se encuentra bien.

Volveré a verteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora