- " Cambiaré por ti "

70 11 3
                                    

Witchland finalmente se reunió con Third Reich, pero solo eran ellos dos y Fascista, Imperio Japonés estaba ausente y eso preocupaba al protagonista, pero lo dejó pasar, Imperio Wileriano quedó fuera de ese salón.

-Quiero discutir algunas cosas, Italia.- Lo señaló- Eres un inútil, el aliado más estúpido que he tenido.

El Fascista lo veía con cara de perrito regañado, mientras el alemán le seguía tirando en cara lo inútil que era.

-Witchland, necesito que por favor te encargues de este estúpido y le des los recursos que necesita, si vuelve a cometer una estupidez como la de Grecia, me lo traes para yo mismo fusilarlo.- Fascista tragó saliva al oír esto.

-Si, señor.- Vió algo desanimado al italiano, quién lo veía de la misma manera.

El alemán los dejó ir, Fascista persiguió a Witchland.

-¡Witchland! ¡Por favor! ¡Ayúdame a no cometer más errores! ¡Aún no quiero morir y menos en las manos de Reich!- Decía suplicante.

-Fascista, cariño, si no quieres morir, no te metas en más problemas y no te hagas el valiente, así como yo lo hago.- Caminaba sin mirarlo, con seriedad.

-Ujum.. si tú lo dices..- El italiano se alejó desanimado.

-¿Qué tanto pasó ahí dentro?- Cuestionaba Imperio Wileriano

-Simplemente mi jefe sobreexplotandonos con su problema de superioridad.- Suspiró- Una perdida de tiempo solamente, me ordenó que vigilara a un aliado nuestro que es... Bueno.. un inútil.

Imperio Wileriano lo escuchaba con atención, para después preguntar -¿Tu pareja estaba ahí?- Witchland se detuvo un momento ya que le desanimaba un poco el hecho de no haber visto a su amado.

-No, él no estaba ahí.

-Uy, lástima.- Dijo dándole palmaditas en la espalda a su hijo como consuelo.

Ambos regresaron a casa, Witchland exhausto fue a acostarse a su recámara, preguntándose dónde estaba su querido japonés.

A la mañana siguiente, Witchland fue a casa de Reich, dónde estaban varios soldados alemanes, el japonés y el italiano también estaban ahí, Witchland corrió a abrazar a Imperio Japonés.

-¡Imperio! Amor mío, ¡Te extrañé mucho!- Decía apretando el abrazo.

-Uh, hola Witchland.. s-si.. aquí no me abraces, podrían matarnos si nos ven haciendo esto.- Dijo con una sonrisa forzada, como si estuviera estresado, esto desanimó al Wileriano y finalmente lo soltó, pidiendo una disculpa.

-¡Estamos aquí para celebrar una gran futura victoria para nosotros, los del eje! ¡Salud!- Exclamó el alemán, levantando una copa de vino, todos gritan "Salud" chocando aquellas brillantes copas con las de los contrarios y así riéndose entre ellos.

Imperio Japonés estaba realmente distante con Witchland, era preocupante, aunque todos eran felices de no ver a esos dos dándose amor y cariños como si no hubiera un mañana. La pequeña fiesta terminó, Witchland aliviado de que Reich no lo regañara con la idea de los judíos, pero también preocupado por Imperio Japonés, quién solo lo evitaba y si le hablaba permanecía cortante, como si apenas y se conocieran.

-Imperio, ¿Por qué estás tan...- no terminó de hablar, ya que el imperialista, sin decir nada, se fue en dirección contraria, así yéndose a su hogar, Witchland se quedó parado, preocupado y por obvias razones, deprimido, Imperio Japonés nunca ha actuado así y mucho menos con él.

-¡Pero no entiendo que hice mal!

-Existir tal vez.- Bromeó Third Reich.

-¡Jefe! ¡Esto es serio!- Se quejaba Witchland.

-Si tanto quieres saber, ¿Por qué no le preguntas?

-He intentado hacerlo todo el tiempo y de todas maneras parece odiarme, no lo entiendo.- Decía soltando unas pocas lágrimas.

-Mira Witchland, a mí me importa una mierda si Imperio Japonés te pone atención o no, eso son cosa tuya y de él, no es mi culpa que ya lo tengas cansado con la idea de que pareces chicle, "Imperio esto" "Imperio lo otro" ¡Ya me tienes harto con Imperio!- Decía Third Reich mientras golpeaba el escritorio y gruñía sacando los dientes, Witchland se quedó callado para finalmente retirarse de ese horrible lugar, Fascista lo miraba.

-Jefe, creo que fue demasiado duro.

-¿Duro? Duro será cuando se meten el pito en el culo, ¡Ew! ¡Tan solo imaginalo! ¡Son una maldita vergüenza para mí!- Se cruzó de brazos.

Fascista arqueó una ceja con una mirada de poca confianza y sospecha hacia el alemán, quién en vez de estar molesto por simple homofobia, parecía más estar celoso, ya que bien, si fuera simple homofobia los habría matado de una buena vez.

-¿Qué tanto me miras? ¡Lárgate a trabajar maldito pedazo de inutilidad italiana!- Gruñía.

-Si, si, a sus órdenes jefe..- Finalmente salió, dejando solo al alemán.

-Ugh, los odio.- Puso los pies sobre su escritorio y se puso el gorro en distancia de su frente y sus ojos para así taparlos.- Si tan solo Witchland supiera elegir bien a su tortolito.

-'' 𝒲𝒾𝓉𝒸𝒽𝓁𝒶𝓃𝒹  ''Donde viven las historias. Descúbrelo ahora