- " Una buena oferta. "

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Pasaban los días, cada vez la guerra iba de mal en peor, estamos en 1941, aunque, como destacamos, Witchland apesar de ser uno del eje es un país pacifico y lleno de bondad, aunque en realidad le preocupa más no dañar inocentes ni a su pueblo lleno de naturaleza.

Witchland estaba en su oficina, leyendo algunos periódicos, cuando una melódica canción que venía desde uno de los anticuados teléfonos que tenía allí llamó su atención. Respondió a la llamada.

Salve? "Hola" en su idioma, latín.

—Guten Tag, Witchland, habla Reich.

—¡Oh! Salve, Reich! ¿Qué ocurre?

—Necesito de tu ayuda por acá.

Reich no le dijo el motivo, pero de cualquier manera fue, nunca hay que quedar mal y menos ante tu jefe según él. Llegó más tarde a el hogar del alemán, tocó el timbre y un minuto después, Third Reich abrió la puerta.

—Hola querido, se bienvenido a mi hogar, pasa por favor.— Se apartó para que el Wileriano pasara.

—Muy amable.— Dijo Witchland para así entrar a la casa.— Dígame, ¿En qué necesita mi ayuda? ¿Algún recurso necesario para sobrevivir?

—Bueeeno.. No es nada relacionado a la guerra, es solo que estoy muuuy estresado últimamente y.. necesito algunos masajes.— Decía con un tono dramático.

—Entiendo, ¿Masajes en la espalda, cadera, cuello, hombros o alguna otra parte?

—Empieza por mi espalda, ¿Quieres?— Se quitó la parte de arriba de su ropa, dejando ver un cuerpo bien trabajado.

El Wileriano se quedó un momento callado viendo al cuerpo de su jefe. —Si, señor.— Y así, Witchland comenzó a masajear la espalda del alemán. Este mismo le iba indicando dónde subiera o bajara sus manos.

—Y ahora, mis piernas.— Se sentó separando las piernas.

—Oh, a sus o-ordenes, señor.— Algo ruborizado, se agachó para poder masajear sus piernas más cómodamente, hasta que, al masajear sus muslos notó un bulto en el pantalón del alemán.— ¿Re-Reich?

—¿Qué?

—Uhm..— Señaló hacia el bulto.

—Eso, ah, eso con lo que te pagaré.

Entiend-.. espere, ¿Qué?— Third Reich sonrió con maldad y se desabrochó el pantalón, para dejar a la vista su miembro erecto frente a la cara de Witchland.

—Ahora, ya sabes que hacer.

—C-claro..— Se acercó y lo metió a su boca con algo de timidez y vergüenza, lo chupeteaba suavemente.

Third Reich soltaba suspiros pesados, acariciando el cabello de Witchland mientras este practicaba el oral.

—Hm, nada mal, ¿Eh?— Empujó la cabeza de Witchland fuertemente, metiendo el miembro totalmente en su boca, así llenándola.

—¡¡Mghh!!— Witchland solo podía soltar quejidos ahogados, hasta que finalmente, Reich terminó dentro de su boca, Witchland tragaba el cálido y espeso líquido como podía, para así, separarse del miembro del alemán.— ¿S-Satisfecho, jefe?..

—Nein.— Reich estaba apunto de agarrar a Witchland para quitarle la ropa, pero en eso tocaron la puerta, haciendo a reich soltar un quejido de frustración.— ¡¿Quién es?!

—Soy yo, Vater, ¡Necesito ayuda! ¡No puedo vestirme!— Habló el pequeño hijo de Reich, Alemania.

—Ugh, ¡Ya voy!

—Y-Yo.. debería irme..— Decía limpiandose la boca y sin más levantándose, tratando de ocultar su rubor, pero fue detenido por Reich.

—Witchland, ¿Te parece si hacemos un nuevo trato?

—Uhm.. ¿Qué clase de trato..?

—Te pagaré muy bien si continuamos con estos encuentros, no sé, ¿Unos miles o millones..?

—A-Ahm... Miles están bien..

—Perfecto.

S-Supongo que tenemos un trato.— Estiró su mano y la estrechó con el alemán.

—Buen trabajo, por eso eres mi aliado favorito.— Se puso nuevamente la ropa, sacó algunos dólares y se los entregó al Wileriano, después se fue en dirección a la habitación de sus hijos.

Witchland no sabía cómo sentirse, ¿Emocionado? ¿Feliz? ¿Triste? ¿Enojado? ¿Asustado? Quizás las primeras dos. Fue corriendo hacia su casa. Entró rápidamente y azotó la puerta, llamando la atención de Pozlky, quién, dormía en el sofá de terciopelo en una postura bastante preocupante y dañina.

—¿Qué pasa padreeee...?— Habló con dificultad al estar tan somnolienta.

N-Nada hijita, perdona por asustarte así..

—Sexo oral.— Se escuchó una voz detrás de Witchland, nada más y nada menos que el imperio Wileriano.

—¿Qué?..— Miró a su padre con confusión, ¿Cómo sabía él que le acababa de chupar la polla a su jefe?

—Eso hicieron, ¿No? Tu aroma me dice algo.

—Mmm... Si.. pero.. fue.. una paga por mi trabajo..

—....Por los tres sesos de Lucifer..— Decía pellizcando el puente se su nariz.— Cariño, me preocupa que te haga algo malo..

Q-Quizas sea diferente a Imperio Japonés.. confiemos un poco ¿Si?

—Mmm...

—Por favor, padre, dale una oportunidad.

—Trataré.

—Gracias.

Ambos sonrieron para el otro, pero después se escucharon ronquidos por parte de Pozlky, la hija más perezosa.

—Ay, Pozlky...— Ríe.

-'' 𝒲𝒾𝓉𝒸𝒽𝓁𝒶𝓃𝒹  ''Donde viven las historias. Descúbrelo ahora