- " A escondidillas "

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Third Reich solo mandaba a Imperio Japonés y a Italia Fascista, lo que le daba un toque de favoritismo ya que a Witchland no se le pedía ninguna orden en especial. Algo que tuviera que ver con algún otro país, no, solo órdenes para Third Reich.

A Witchland le extrañaba este comportamiento, pero también era lindo y lo hacía sentir especial, a espaldas de Third Reich, Witchland se encontraba con URSS ciertas veces, para cuidar de sus hijos, quienes ya le habían agarrado el suficiente cariño para verlo como una segunda figura paterna, URSS siempre intentaba pagarle pero nunca lo hacía, ¿Por qué? Porque Witchland no lo aceptaba, siempre era la excusa de "me gusta ayudar." Cuando, para ser sinceros, solo es mantener una buena reputación.

Una noche, los pequeños sovieticos se encontraban dormidos, después de un largo día, URSS solo estaba ocupado hablando con algunos de sus soldados, hasta que finalmente fue a su casa, dónde se encontraba Witchland en la sala de estar, agotado de tanto jugar con niños aficionados a la guerra.

Privet, Witchland, ¿Mucho agotamiento?

Salve, URSS! Así es, un poco, tus hijos no son tan fáciles de agotar hasta la más de media noche..

URSS rió.—Debo admitirlo, si que son un desorden horrendo, pero los niños dan ternura.

Si, obviamente, ja.— Witchland intentó levantarse, pero sus piernas, su espalda y su cuello parecían no dar más, esto hizo que el Wileriano soltara un quejido de dolor.

¿Necesitas ayuda?— El sovietico se acercó al contrario para así darle la mano, en señal de intentar ayudarlo a levantarse.

Creo que lo que necesito es una pastilla para el dolor, si no es molestia, URSS.

URSS asintió, fue rápidamente por una de esas mencionadas pastillas, se la trajo y le dió un vaso de agua, el Wileriano la tomó, le dió el vaso y este fue a parar a la mesa. URSS se sentó al lado de Witchland para así mirarlo fijamente esperando alguna reacción de parte suya.

URSS, creo que necesito un masaje.

Como digas.— Comenzó a masajear sus hombros.

Se quedaron así un rato, Witchland logro relajarse, y calmar su dolor de espalda y cuello, aunque las piernas aún le dolían bastante.

Creo que deberé llevarte a casa por mi cuenta.

¿Eh? ¡No es necesario! Puedo avisarle a mis hijos que vengan y-..

Nada de eso, yo te llevaré.

Y así lo hizo, subió a su auto junto con el Wileriano y lo llevó a su casa, dónde había un clima fresco, con pequeñas brisas de aire que enfrían hasta el café más calentito.

URSS cargó un brazos a Witchland, quién solo podía tallar sus ojos por el sueño que tenía, pero por obvias razones, tenía que sacar las llaves de la casa para así poder entrar. URSS observó cada rincón de la pequeña sala donde se encontraban.

Linda casa, bastante acogedora y amplia.

¿Eh? ¿Este cuchitril? Ja, no es nada, pero gracias por el cumplido.— Sonrió con dificultad.

URSS devolvió la sonrisa y finalmente se sentó en el sofá, el cual era alargado, de terciopelo rojo, suave como una nube, acostó al Wileriano en la parte contraria del sofá, y listo para irse, se levantó, pero Witchland lo detuvo.

Quédate un poco más, ¿Si? Por favor..— Lo veía algo suplicante.

¿Por qué? ¿Necesitas algo más?

No quiero dormir aún, y si lo hago, quiero hacerlo en compañía de alguien.

Witchland se sentó, dándole lugar al sovietico para que se sentara a su lado, cosa que hizo después de pensarlo un momento.

Witchland no lograba acomodarse, así que fácilmente se sentó en el regazo del contrario, se recostó sobre su pecho y lo abrazó.

Eres más suave de lo que pensé, ¡Como un osito!— Dijo acurrucandose en su pecho, como un niño abrazando una almohada después de ver un monstruo bajo la cama.

URSS comenzaba a ponerse nervioso por ese cumplido, su respiración comenzó a agitarse, acarició el suave cabello de Witchland, hasta que este comenzó a mover aquella cola puntiaguda como un perrito.

Las cálidas y suaves respiraciones de Witchland se sentían en el pecho de URSS, que en otra perspectiva se sentían sus latidos y el como se hinchaban los pechos al respirar agitado de nerviosismo, Witchland subió un poco al cuello de URSS para poder abrazarlo mejor, dónde suspiros comenzaban a salir, el sovietico no sabía si hacer algo o quedarse sometido, enojarse o alegrarse, solo podía sentir relajación, shock, nervios y por supuesto, la cara cálida por el rubor que se generó.

¿Padre? ¿Quién es él?— Cuestionó Lucrya, bajando los escalones, sedienta y desvelada.

-'' 𝒲𝒾𝓉𝒸𝒽𝓁𝒶𝓃𝒹  ''Donde viven las historias. Descúbrelo ahora