Capitulo12

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Nos detuvimos mientras Sam le dejaba su Range Rover al valet del aparcamiento. Se acercó al mostrador y les dio su apellido. Observé a las chicas de detrás del mostrador reírse y mirarle. Ella debió de haberlas visto porque les dedicó su sonrisa coqueta. Hice rodar los ojos.

El botones llevó nuestras maletas y nos guió hasta el ascensor. — Bienvenido al Ritz Carlton, Señoras Anantrakul. Miré a Sam cuando empezó a hablar—: Oh, nosotras no... —Le corté.

—Muchas gracias, lo que mi esposa está intentando decir es que no nos quedaremos mucho tiempo. —Sam me dedicó una mirada perpleja.

El ascensor nos llevó a la Suite Presidencial. La puerta se abrió y miré hacia Sam. —¿La Suite Presidencia, de verdad, para una noche?

—No tendré nada excepto la mejor habitación para mi hermosa esposa. ¿No es hermosa mi esposa? —le preguntó Sam al botones con una amplia sonrisa.

—Sí, señora, es muy hermosa. —Miré a Sam y luego le sonreí al botones. —Querida, asegúrate de que le das una buena propina a este joven tan agradable.

Sacó un fajo de billetes del bolsillo y empezó a hojear a través de ellos. Caminé hacia ella y agarré un billete de cien dólares y se lo entregué al botones.

—¿Tienes novia o esposa? —pregunté. —Sí, tengo, gracias señora. —Ve y cómprale algo bonito, quizás un bonito collar. —Sam me miró y apretó la mandíbula.

—Gracias, señora. Señor, gracias —dijo emocionado mientras salía cerrando la puerta detrás de él.

—¿De verdad, una propina de cien dólares?

—Bueno, es lo que le diste de propina al taxista.

—¿Taxista?, ¿de qué estás hablando? —La noche que te llevé a casa, tuve que pagar al conductor, y no tenía suficiente dinero, así que cogí tu cartera y le di un billete de cien; eso fue antes de que me dijeras que ibas a follarme realmente duro. Su mandíbula cayó. —¿Te dije eso? Sonreí. —Sí, pero estabas borracha, así que te perdono.

Comenzó a caminar hacia mí. —Cien dólares —siguió diciendo mientras sonreía con una mirada juguetona en sus ojos.

—Sam, relájate, es sólo dinero, y tú misma has dicho que tienes un montón. Se dirigía directamente hacia mí. Grité y corrí hasta detrás de una silla; ella comenzó a acecharme alrededor de la habitación diciendo una y otra vez—: Cien dólares.

Me atrapó cuando corrí hacia la habitación y me lanzó sobre la cama. Se sentó a horcajadas y me sujetó los brazos por encima de la cabeza. Estábamos ambas sin respiración, bajó la vista hacia mí y me miró fijamente a los ojos. Dejé de luchar y le sostuve la mirada; mi corazón estaba acelerado y mi piel ardiendo. Me dolía el cuerpo por ella, y mis labios le suplicaban que me besara. Sostuvo mis muñecas y bajó la cabeza hasta que sus labios rozaron suavemente los míos.

Me miró de nuevo y soltó mis muñecas. Acarició mi mejilla con suavidad con el dorso de la mano y me miró a los ojos mientras yo movía mis manos por su cabello. Tragó con fuerza. Podía oír el fuerte latido de su corazón; se sentía del mismo modo que yo. Me miró como si estuviera buscando mi alma; luego sus labios tocaron los míos cuando nos besamos, y cayó sobre mí mientras nuestras lenguas se encontraban por primera vez.

Este era nuestro primer beso, y estaba lleno de tanta pasión y emoción. Fue suave, sin forzarme. Se tomó su tiempo explorando mi boca de tal forma que me hizo sentir amada. De repente rompió el beso y se apartó, separándose de mí y sentándose en el borde de la cama.

Gap The Series Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora