Capitulo 24

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Feliz miércoles, ya nos estamos acercando al final de esta adaptación, y ya tengo en mente de que ira la próxima.. Sam 

Salgo de la cama a la mañana siguiente y voy dando tumbos hasta la cocina por algún café ya colado. Sam está sentada en el sofá con su taza y tipeando algo en el teléfono.

—Hola bebé, espero no haberte despertado —dice.

—Nop, para nada, ¿qué estás haciendo?

—Necesitamos hablar, ven, siéntate.

Mi estómago entra en pánico, su tono era serio. Me siento a su lado y le doy un beso en la mejilla. Me sonríe y deja su teléfono sobre la mesa.

—Hoy tengo que regresar a Nueva York para una reunión relacionada con una venta de una compañía en la que he estado interesada. Quiero que vengas conmigo.

La miro fijamente y tuerzo el rostro. —¿Puedo?

—¿Por qué no? No recibes tu próxima dosis de inyecciones hasta el mes que viene. Vamos hoy, nos quedamos por Acción de Gracias y regresamos antes de tu próximo tratamiento. Una sonrisa creció en mi rostro. —Podré ver a Yuki, estará tan emocionada, y mi apartamento.

Sam frunció el ceño. —No te vas a quedar en esa caja que llamas apartamento; vas a vivir conmigo.

La miré haciendo un mohín. —¿Tengo que quedarme en la habitación de invitados? Rió y me tocó la mejilla. —No hay manera de que te quedes ahí; te quiero en mi cama.

***

Tomamos su jet privado hasta Nueva York. Corrí hacia Denny en cuanto lo vi recostado a la limosina negra. Lancé mis brazos a su cuello.

—Denny, te extrañé, ¿cómo has estado? Me sonrió, dándome volteretas. —Mírate Mon, luces genial.

Vi a Sam sonreír mientras ponía las maletas en la cajuela. —Lo siento señora Anantrakul, yo me ocupo de esas.

—No Denny, está bien, estaba desesperada por verte, te extrañó. Denny me miró y me abrazó. —También te extrañé, y es agradable ver tu rostro brillante y sonriente.

Me deslicé en la parte trasera de la limosina y Sam me siguió, entrelazando nuestros dedos.

—Llamé a Yuki y le dije que estaba de vuelta en la ciudad, que necesitaba su ayuda con algo para ti. Vendrá al penthouse alrededor de las siete de la noche.

—¿No le dijiste que yo estaba aquí?

Tensó su agarre en mi mano. —No, iba a dejar que la sorprendieras.

—Descansé la cabeza en su hombro—. Te amo.

Llegamos al penthouse alrededor de las cinco. Sam llevó nuestras maletas al dormitorio mientras yo me dirigía a la cocina a tomar agua. Subí las escaleras y fui directo a su habitación. Sólo había estado allí una vez, cuando lo había traído del club. La puerta estaba abierta, así que entré; respingué ante lo que vi. Sam dio media vuelta y me miró.

—Oh, olvidé que no habías estado aquí. Miré hacia la derecha, luego sobre la cama y luego hacia la izquierda de la habitación. En cada una de las paredes estaban mis pinturas de la galería de arte.

—¿Trajiste mis pinturas?

Alzó las manos. —Por favor, dime que no estás enojada. Miré hacia la pintura que colgaba sobre su cama, la que tenía al hombre y a la mujer bailando bajo las estrellas.

—No estoy enojada; sólo quiero saber por qué.

Suspiró. —Míralas Mon, son hermosas. Era mi manera de estar cerca de ti cuando no andabas por aquí. Caminé hacia ella y puse las manos alrededor de su cintura. — Gracias, significa mucho. —Dejó escapar un suspiro de alivio cuando se percató de que no habría una batalla.

Gap The Series Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora