Capítulo XVII: Falmart - I

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Era una hermosa mañana con un calor agradable, el aire fresco junto al cantar de los pájaros hacía el ambiente muy acogedor.

Cerca de una venta el viento entraba ligeramente, provocando que las cortinas a sus costados se balancearan lentamente, frete a ellas estaba una persona, una elfa para ser más exactos, recostada en un sillón largo donde está descansaba, con una larga melena dorada que reposaba debajo de ella, mientras que su cara angelical solo expresaba mera relajación.

Cerca de una venta el viento entraba ligeramente, provocando que las cortinas a sus costados se balancearan lentamente, frete a ellas estaba una persona, una elfa para ser más exactos, recostada en un sillón largo donde está descansaba, con una la...

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"Tuka, despierta hija", una voz masculina interrumpió el sueño de la joven elfa.

Levantándose de su cama comenzó a restregarse su ojo mientras trataba de quitarse el sueño que le quedaba.

"¿Qué ocurre padre?" tras su pregunta, miró el rostro de su padre, el cual era de una seriedad total haciendo que se preocupara en gran medida.

"¿Cuál es el problema?" ahora con una voz más extrañada cuestionó, aunque su pregunta fue respondida con el ruido del exterior.

Con sus manos apartó las dos cortinas de la ventana para tener una vista del exterior, cuando su mirada se fijó en la calle, una descomunal sombra paso sobrevolando arriba de su casa, seguido de ello una fuerte ventisca invadió su rostro generando que su pelo retrocediera un poco por la fuerza del viento.

"Eso es, ¿un dragón de fuego?"

Volvió la cabeza hacia a tras observando a su padre el cual estaba acechándose a uno de los cajones de una cómoda a un lado de la habitación, al abrirla se podía ver que el contenido era una espada, flechas y tres estuches de cuero.

Tuka al darse cuenta de eso recordó que ella también tenía su arco y flechas que había utilizado el día anterior, miró a un lado para localizarlo y los encontró, su arco y flechas reposaban en una columna.

Antes de tocarlas, la voz de su padre la interrumpió, "No lo hagas", ella se detuvo y giro a donde se encontraba su padre.

"Tú debes escapar, tu madre me mataría si algo te llegará a pasar"

El comentario de su padre la hizo pensar un momento antes de hablar.

"También peleare, además cuando se trata de un dragón de fuego, no hay lugar donde esconderse. A parte es mejor tener a un soldado más, ¿o me equivoco?"

Este momento de tranquilidad era algo que los elfos en el exterior no gozaban, el dragón merodeaba los alrededores del pueblo y cuando tenía la oportunidad se abalanzaba en picada en dirección de los desafortunados, los cuales era consumidos por una llamarada de fuego que la bestia exhalaba.

Las casas eran consumidas por el fuego a una velocidad aterradora, mientras que la piel de los elfos era carbonizada al instante que entraba en contacto con el aliento de la bestia, desafortunadamente para ellos no morían en el acto, sino que tras una larga agonía sucumbían a las heridas.

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