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Siempre me había ido mal en la escuela, y por suerte no se me exigía demasiado en las notas. De todas maneras, ya no era un niño, y no podía desaprobar mi anteúltimo año de secundaria. Justamente por aquello, había sido enviado a la oficina del consejero, para poder encontrar un tutor. La idea no me apasionaba demasiado siendo sincero, más que nada porque me costaba seguir órdenes en cuanto a aprendizaje se hablaba, simplemente no me gustaba que me corrijan. 

Al entrar a la oficina, note como había un chico en una de las sillas, el cual supuse sería mi tutor. Me acerqué calmado a la silla junto al joven tutor, pero me sorprendió apenas pude ver la cara de este. Mire confundido al Sr. Mackey por su extraña elección de estudiante para cumplir aquel rol. 

—¿Stan? ¿Mi tutor es Stan?—Pregunte algo incrédulo mientras una pequeña risa se escapaba de mis labios. —¿Es broma?—Pregunte sentando en la silla. El consejero me miro molesto por mi comentario, haciendo que me avergüence levemente. 

—Señor Testaburger, pídale perdón al joven Marsh, Mmkay?—Respondió mirándome serio. Me reí levemente pensando que era broma, pero al notar que no era así, asentí levemente.

—Lo siento.—Susurre molesto. El consejero sonrió y dejo el tema a un lado para explicar como me ayudaría aquel joven a mejorar mis notas. 

—Verá, Stanley tiene uno de los mejores promedios en su clase, mkay? Justamente a él junto al joven Brofloski, que lamentablemente no se encuentra hoy, serán sus tutores, mkay?—Mire incrédulo al Sr Mackey sin saber qué decir sobre la situación. Stan permaneció en silencio todo el tiempo, sin pronunciar ni una sola palabra desde que había llegado a la habitación. —Los veré la semana que viene para comprobar su progreso, Mkay?—Dijo el consejero. Asentí en silencio levantándome de mi asiento, Stan copio mi texto y ambos salimos de la oficina. 

—Tutor, eh? ¿Tendré que llamarte Profesor?—Bromee tratando ser amigable con el joven alcohólico, el cual tenía los ojos rojizos. Este permaneció con la mirada baja, algo confundido, lo miré más atentamente. —Oye, ¿Todo bien?—Pregunte un poco preocupado. No lograba descifrar si el color de los ojos era por llorar o por... otras cosas.

—¿Por qué eres amable conmigo de repente?—Pregunto Stan. Abrí los ojos sorprendido por su pregunta. ¿Intento ser amable y se queja? —¿Sientes pena por mí o algo?—Volvió a cuestionar levantando la mirada, finalmente dándome la respuesta a mi pregunta. 

 —¿Viniste drogado a la escuela?—Hable algo molesto. El chico me miro irritado por mi pregunta. 

—Te he preguntado algo.—Replico enojado. Los ojos del chico estaban dilatados, el blanco de sus ojos estaba levemente pintado por un rojo, grandes ojeras adornaban su rostro y su apariencia parecía más desaliñada de lo normal. Negué levemente con mi cabeza tratando de ignorar su clara molestia.

—Me haces acordar a alguien, es todo. No quiero ser testigo de como te arruinas sin haber intentado hacer algo.—Conteste manteniendo contacto visual con él. No podía evitar preguntarme que pasaría si llegara a dejarse consumir por sus adicciones como mi padre lo hizo, que pasaría si Wendy quedara encerrada como mi madre lo hizo. No quería ese destino para ella, por eso lo hacía...

—No necesito tu lástima, no soy un mendigo que puedes ayudar. Estoy bien así.—Mire incrédulo a Stan por sus palabras. Sentí la ira subir por mi cuerpo, trate de calmarme, pero aquello fue en vano, mire al chico entender una mirrada de superioridad que solo hizo que mi enojo aumentara. 

—¿Eres idiota? ¿De verdad vas a tirar tu puta vida a la basura?—Dije riendo del enojo. —Puede que creas que te hace especial o incluso que te hará feliz. Pero lo único que haces es hundirte en tu propio barco de miseria, en donde morirás solo porque "Crees que es lo que mereces". Deja de sentir pena por vos mismo y empieza a hacer algo para cambiarlo. —Si bien sabia que las palabras podían sonar duras, pero sabía que si yo no lo decía, nadie lo iba a hacer. No podía controlar las palabras que salían de mí, pero no me arrepentía de ninguna de ellas.

—Como si tú supieras algo. Nadie puede ayudarme.—Respondió Stan bajando su mirada. Suspire tratando de calmar mi enojo y respire hondo para no volver a estallar. Era cierto que muchas de las palabras que dije, las dije pensando en mi padre, pero era imposible no reflejarlo en ellas.

—En algo tienes razón, nadie te puede ayudar.—Conteste más calmado. —Solo tú puedes hacerlo. Todos tienen problemas, pero solo los puedes superar si los aceptas.—Dije apartando mi mirada de él. Suspire frustrado al no ver respuesta del chico y simplemente me gire para irme. Antes de lograr salir de la escuela (Donde éramos los últimos por irse) sentí una mano agarrar mi brazo. 

—Lo siento.—Susurro Stan mirándome. Me giré mirando al pelinegro haciendo que ambos mantuviéramos la mirada uno en el otro. —Si quiero ayuda.—Dijo nervioso. Algo apenado por la escena le sonreí levemente. No estaba seguro como ayudarle, pero por alguna razón sentía el deber de hacerlo. 

—Entonces déjame ayudarle.—Dije aun sosteniendo su mano. Ambos nos miramos por unos segundos sin decir nada, solo sonriendo en un cómodo silencio. No sabía cuando había dejado de odiar a aquel chico, si era cierto que me irritaba, pero por alguna razón, quería ayudarlo.

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¡Hola! ¿Opiniones del capítulo corto de hoy? Siempre me gusta leerlo ;)

¿Por qué creen que Charlie siente el deber de ayudarlo? 

¿Alguna teoría de que va a pasar?

Los leo. 


ONE LAST KISS | Stan Marsh °Donde viven las historias. Descúbrelo ahora