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No podía dejar de pensar en las palabras de mi madre, «No te lastimes en vano». Daba vueltas en mi cabeza una y otra vez. La única razón por la que quería ayudar a Marsh era por Wendy, pero ya había traicionado la confianza de Wendy al acostarme con su novio, el cual resultaba ser un drogadicto, y ahora yo sentía la responsabilidad de ayudarlo. Pero, ¿Por qué? 

¿Era culpabilidad? ¿El reflejo de mi padre? ¿El miedo? ¿Acaso era mi responsabilidad?
Ninguna de las posibilidades se sentían correctas, era un mar de confusión y una tormenta de pensamientos a la vez. Una neblina donde nada se veía con claridad. 

Mis pensamientos me estaban comiendo internamente, los minutos y las horas parecían infinitas cuando mi mente pensaba en la situación. Realmente me estaba destruyendo a mí mismo.

Abrumado por no saber qué hacer, salí de la casa. El aire frío chocaba contra mi frágil cuerpo, pero su contacto era casi nulo. Sentía la brisa recorrer mi cara mientras yo caminaba, se sentía extraño, pero refrescante.
Camine hasta llegar al parque, este mismo estaba vacío, algo que era extraño para ser pleno domingo. Me senté contra el gran árbol central, tratando de dejar mi mente fluir. 

¿Qué le había sucedido a aquel joven libre y sin preocupaciones? No captaba en que momento había desaparecido, en que efímero minuto mi mentalidad había cambiado. ¿Desde cuándo me importaba tanto ayudar a los demás?
Negué con la cabeza levemente, con una sola idea clara en mi mente: Yo no iba a cambiar. Era feliz cuando estaba en nueva York, así que, ¿Por qué cambiar mi comportamiento? Iba a volver a ser el mismo de antes, sin preocupaciones, sin problemas ni tristeza, y lo más importante; sin consecuencias. 

Mire el parque llenarse de apoco, pero sin ninguna cara conocida, solo desconocidos viviendo sus vidas. Al verlo, me preguntaba que clase de vidas tendría, qué problemas sufrirán o incluso que clase de personas serían. Me gustaba hundirme en mi propia imaginación, pensando y armando la vida de los demás, creando escenarios de como podrías ser aquellas vidas. 
Observe por horas, despejando mi mente de los problemas y, ocasionalmente, riéndome de las situaciones que yo mismo creaba. Seguramente parecía un loco.

Finalmente, me levanté, cansado. Camine hacia la salida del parque, pero algo me detuvo. Un toque en mi brazo hizo que me asustara levemente, pero, al darme vuelta, la vi a ella. 

—¿Georgia?—Pregunte incrédulo. Quizá era mi mente alucinando, a lo mejor simplemente si me estaba volviendo loco. Aquella rubia de ojos marrones me miraba feliz, las pequeñas pecas marrones que adornaban desde u nariz hacia su boca, dándole un tierno aspecto a su ya hermoso rostro. 

—¡Charlie!— Dijo ella tirándose para abrazarme. Impactado, tarde unos minutos en reaccionar, pero al ver que el tacto era real, inmediatamente devolví el abrazo, levantándola levemente. 

—¿C-cómo? ¿Hace cuanto llegaste?— Pregunte atónito al volver a verla. Era incluso más bonita de lo que recordaba. 

—La escuela está suspendida por un problema, así que tenemos vacaciones.—Explico. —Le pedí a mis padres si podía venir a visitarte, ellos hablaron con Caroline y ella aceptó en alojarme por unos días.— Sonrió aún más feliz. 

No sabía exactamente lo que sentía, quizás una mezcla de... felicidad y sorpresa? Sonreí como respuesta, y la bese sin esperar respuesta. Ella colocó sus manos en mi cuello, y luego del que el beso terminara, ambos nos abrazamos. 

—Yo aún tengo escuela, que harás tú durante el día?—Pregunte curioso. Finalmente, nos separamos y comenzamos a caminar de la mano hacia la casa. Georgia era una de las pocas personas que sabía los problemas que yo tenía con mi padre, ella había sido uno de mis soportes para sobrevivir con él durante años. 

—Iré contigo. Son como unas vacaciones en las que seguiré yendo a la escuela. Al estar la mía cancelada, aceptaron tomarme en él mientras tanto.—Hablo. —Además, sabes que en cuestión académico, nuestra escuela era más avanzada.—

—Como si eso fuera un mérito con la educación de aquí.— rodee los ojos algo divertido. 

Ambos llegamos a casa. Al parecer, mi padre estaba en un "Viaje de negocios" por lo cual, era seguro para Georgia quedarse en casa. Mi madre nos separó en habitaciones distintas, Georgia durmiendo en mi habitación, mientras yo la compartía con Liam.

(...)

La mañana del lunes llego. Generalmente, estaría molesto y desanimado, pero por alguna razón me sentía excepcionalmente emocionado de presentarle a mis amigos a Georgia. Aún no tenía claro que ella y yo seguíamos siendo pareja, pero realmente no me importaba aquello, ella también es mi amiga después de todo.

Desayunamos juntos y caminamos a la escuela, los dos solos. Habíamos decidido no tomar el bus, ya que a Georgia le daban pánico los lugares cerrados con mucha gente (Por eso no suele viajar en auto).
Al llegar a la puerta, note como los nervios de Georgia parecían comenzar a manifestarse, así que apreté su mano levemente para calmarla. Entramos juntos, y note un par de miradas sobre nosotros, pero simplemente trate de ignorarlas. 

—Puedes usar mi casillero estos días.—Le dije sonriente. Ella asintió comenzó a acomodar sus libros. 

—¿Charlie? No me dijiste que Georgia venía de visita.—La voz de Wendy sonó. Ella y Georgia ya se conocían. Wendy había venido a visitarme un par de veces, y se habían hecho amigas. Ambas eran parecidas entre sí, solo que Wendy era un poco más extrovertida y potente que ella.

—¿Quién es la rubia?—Dijo Kenny coqueto llegando al lugar. Lo miré algo molesto por su tono de voz.

—Mi novia.—Respondí molesto colocando mi mano en la cintura de Georgia. Note como la rubia se ruborizó levemente ante mi acto. Era cierto que yo solía ser algo celoso, o quizás, posesivo. Pero, era un aspecto de mí que no me molestaba del completo. 
Kenny rodó los ojos burlón ante mi gesto, y simplemente sonrió. 

Sentí una mirada en mi espalda, era como si alguien estuviera tratando de penetrarme con ella.  

—¡Stan! Ella es Georgia, la novia de Charlie.—Hablo Wendy. Me di vuelta para ver a Stan, quien nos miraba algo serio mientras se acercaba a la escena. 

—Un gusto.—Dijo entre sarcástico y molesto a la vez. Lo miré algo decepcionado, pero simplemente decidí ignorarlo. 

Note como Georgia y Stan se miraban mutuamente, era como un concurso para ver quién pestañeaba primero. Había una extraña tensión, pero parecía ser el único que podía notarlo. 
La campana sonó, dando inicio a el día con la primera clase, y a la vez, rompiendo aquella pequeña pero extraña guerra. 

ONE LAST KISS | Stan Marsh °Donde viven las historias. Descúbrelo ahora