Obligaciones de princesa 10

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OBLIGACIONES DE PRINCESA

De Siddharta Creed

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Capítulo 10

Sobrevivir en el mundo hostil que habitaba no bastaba. Además de cuidar sus pasos y acciones para mantener con vida a sus padres, ahora también debía velar por la seguridad de su amigo de la infancia.

La presencia de Anthon le arrebataba la poca paz que le quedaba, a la vez que le hacía sentir un poco más acompañada.

«Es ilógico lo que dices, no tienes ni una pizca de fuerza para enfrentarlo».

«Ya te dije que tengo un plan, solo debemos esperar unos meses».

No estaba dispuesta a continuar comportándose de manera tan irracional, ni de arriesgar a los suyos por una batalla que consideraba perdida.

—Anthon se tiene que ir —murmuró justo antes de encontrarse con Uzel.

—¡Vaya cara la tuya! Se nota que te hacen falta unas revolcadas con mi primo.

Sin ánimos de soportar a la antipática saiyajin de sangre pura, la princesa Pan aspiró hondo antes de responder, sin tomarse la molestia de girarse a verla: —Como si quisiera tener cerca a ese príncipe con cabello de unicornio de cuento de hadas —sonrió para agregar con sorna—. Pero descuida, en cuanto regrese le diré que te busque. Ya que tú siempre estas disponible para él.

No esperó respuesta, continuó su camino dejando atrás a la guerrera, pero no pudo evitar reír durante el camino. Sin querer, su prima política le había renovado el humor, todo lo contrario, a las verdaderas intenciones de la saiyajin de sangre pura.

Estaba enterada de la pasada aventura entre el heredero y la hermana de Yassai, gracias a que la princesa Bra, se había tomado la molestia de comunicarle las razones de su constante hostilidad hacia ella. Por lo que ahora tenía un arma para regresarle el veneno cuando fuera necesario, y lo disfrutaba.

Tal vez la convivencia con miembros de la familia real le estaban endurecido el corazón. Tenía expertos de la manipulación como maestros, especialmente el heredero. Tendría que aprender a jugar sus cartas si pretendía mantener a salvo a sus seres queridos.

«Te hace falta malicia. Si quisieras, podrías obtener más de lo que mi primo te ofrece», le aconsejaba Yassai.

—No tengo mucho tiempo —murmuró entre dientes. El príncipe llegaría en menos de tres meses, tendría que sacar a Anthon de ahí, en menos de ese tiempo.

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La calle lucía más iluminada, confirmándole lo dicho por el vecino esa misma mañana.

«Solo basta una llamada para que arreglen esa lámpara tintineante».

Lo que se suponía debía ser causa de regocijo, le provocaba desagrado. Hubiese sido mejor que la lámpara continuara fallando, que la basura se acumulara en los botes, que aparecieran asaltantes en las esquinas y que fallaran los servicios en las casas de los empleados. Cualquier cosa que demostrara la ineficacia del imperio que tenía retenida a su amiga de la infancia, cualquier señal que indicara que no estaban capacitados para liderar.

Entró dejando la hogaza de pan y las carnes frías sobre la mesa que, como cada semana, no podía evitar llegar al puesto de la anciana sorleana que los vendía, ya se estaba volviendo costumbre, una que extrañaría cuando regrese a su planeta.

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