Obligaciones de princesa 23

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OBLIGACIONES DE PRINCESA

De Siddharta Creed

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Capítulo 23

La reina Bulma trabajaba sin descanso junto a un grupo de científicos. Ya tenían reinstaladas veinticinco torres en sus respectivos lugares del cuadrante, algunas se tuvieron que ubicar en otros lugares, debido a que ya no existían los anteriores.

Tenían bajo custodia a quienes enviaron los robots con explosivos a la luna de Sunev, también se había logrado dar con el autor intelectual y varios de sus hombres. Todos, habitantes del planeta Horus, cuyo mandatario era el verdadero blanco de la misión, ya que en su planeta se fraguaba un golpe de estado, por lo que pensaban aprovechar su ausencia para actuar, comenzando por cortar la comunicación exterior, con el fin de causar confusión, y así tomar con libertad el palacio principal.

Plan para el que necesitaban fuera al temido imperio saiyajin, por lo que supuestamente, esperarían a que abandonaran el planeta Sunev, antes de cortar las comunicaciones. Sin embargo, no contaban con el hecho de que los saiyajines notarían movimientos inusuales en la luna, mucho menos, que el mismo príncipe heredero al trono, terminaría involucrado.

Los perpetradores se encontraban en un lío mucho peor del que esperaban, pues, en caso de que no apareciera el príncipe, o peor aún, si aparecían sus restos, la furia del rey sería implacable con ellos y su planeta entero.

A Bulma le importaba un demonio la cuestión política, ella solo quería recuperar a su hijo, y de igual manera, le preocupaba Pan.

Pensaba en la última llamada que tuvo con Gohan, quien ya se encontraba camino a Sunev. El híbrido le había reclamado sin tapujos, señalando como culpable de las desgracias de su familia, al príncipe heredero, a lo que Bulma no tuvo ningún discurso en su defensa, al contrario, le daba la razón en cierta medida, al mismo tiempo que se culpaba por haber arrastrado a su hijo hasta allí. Lamentaba haber sido tan terca, al no permitir que su hijo se marchara cuando le expresó su incomodidad por la situación.

Entre más tiempo pasaba, más crecían las tensiones y rumores, que se regaban entre cuchicheos por el cuadrante entero.

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Las labores domésticas siempre fueron ajenas a su rutina, en cambio ahora, formaban parte de su día a día; contrario a lo que imaginó, no le molestaban en absoluto, al contrario, le ayudaban a mantenerlo alerta y en movimiento.

Terminó de lavar el último tenedor y de inmediato cerró la llave del agua, debía ahorrar en todo, no desperdiciar ni una sola gota, a pesar de que la nave, al igual que las demás, poseía un sistema que purificaba el agua de algunos sistemas, pudiendo ser reutilizada en su mayoría, a excepción de la poca que usaba el retrete, cuya tecnología le permita utilizar un mínimo que se desechaba.

Secó sus manos y se dirigió a tomar un baño, que ya le hacía falta, como cada cuarto día, según habían especificado. Tomó el pequeño pasillo con pasos perezosos, encontrándose con la joven híbrida meneando las caderas al ritmo de una pegajosa canción, mientras limpiaba el piso del pasillo, que apenas tenía una que otra pelusa y cabellos de ambos, pues siempre andaban descalzos, ya que no podían salir, y tampoco entraba polvo del exterior. Sin embargo, Pan insistía en sacudir y limpiar, ya que al igual que al príncipe, le servía para despejarse.

Al verla así, se le ocurrieron otras maneras de mantenerla activa, por lo que pasó de largo, encerrándose en el único baño en la nave. Todo el lugar olía a ella, le fascinaba, al mismo tiempo que le causaba ansiedad. No podía evitar desearla, la atracción le dolía. Fantaseaba con seducirla, pasaba horas imaginando cómo abordarla, terminando siempre con el mismo resultado; ella rechazándolo.

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