Obligaciones de princesa 20

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OBLIGACIONES DE PRINCESA

De Siddharta Creed

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Capítulo 20

El silencio de la noche reinaba en la habitación de Anthon, donde Pan lo observaba dormir desde un sillón, cerca de la ventana, cubierta con el saco de su novio. Giró la cabeza hacia el vestido dorado que yacía en el suelo, el culpable de haber terminado allí.

No tenía idea de que su novio enloquecería al verla con esa prenda entallada que le llegaba hasta los tobillos, tal vez la abertura hasta poco arriba de su rodilla izquierda, o el hecho de que la mayoría del tiempo vestía overoles de trabajo, o pantalones casuales con playeras sueltas.

Pensaba en los acontecimientos de esa noche, con el sonido de la respiración de Anthon como fondo, profundamente dormido, sin darse cuenta de que su novia no se encontraba entre sus brazos.

La velada con su equipo de trabajo había sido gratificante, llena de personas importantes en el mundo de la ingeniería espacial, incluyendo a la reina Bulma, a la que no se imaginó volver a ver, aun a sabiendas de que formaba parte de los inversionistas del proyecto. Tomaría en cuenta los consejos que le había hecho sobre su trabajo, también pensaba invitarla a revisar los planos.

Bostezó con ganas de regresar a su habitación para descansar mejor, pero le daba pereza volver a vestirse y probablemente, comenzar una discusión con su novio, quien siempre le pedía dormir juntos después del sexo. No tenía razones para culparlo, si apenas habían tenido intimidad desde que llegaron a Sunev, debido en su mayoría, a los compromisos profesionales de ambos, pues a pesar de ir por la misma empresa, Anthon se encontraba en otro proyecto. Aspecto que influía mucho en sus escasos encuentros, también porque a Pan le entraba un poco de apatía, una vez que terminaba su agotador turno.

«Debería esforzarme, no puedo culparlo». Pensó, recordando lo poco que duró el reciente encuentro.

«Reaccioné como un adolescente, realmente lo deseaba», se había disculpado Anthon por lo breve de su desempeño, alegando falta de actividad, lo que era verdad, una verdad que Pan sabía de sobra, pues tenía varios días evadiendo dormir con él, debido a la presión del proyecto.

A veces se preguntaba si encontraría el valor para confesarle su principal problema; no lograba satisfacer su deseo al máximo, ni siquiera le emocionaba la idea de intimar, al menos recientemente, ya que no tuvo ese problema con su anterior novio, al que deseó con ardor, siempre esperando algún encuentro íntimo con el.

Le avergonzaba abordar ese tema, temía ofenderlo. Comprendía que para solucionarlo, debía confiar en él; estaba consciente de que la comunicación era parte fundamental de toda relación. Debía ser honesta, soltar aquello que ocultaba, Anthon no era un desconocido de quien desconfiaba, al contrario. Él merecía que lo amara de manera más intensa, más pasional, no de manera tan insípida. Eso la frustraba.

Debía dormir, la reina visitaría su taller al día siguiente, quería estar en condiciones óptimas para aprender todo lo que pudiese de ella.

Regresó a la cama, pensando en la mirada de la reina, en ese azul que le hizo recordar al saiyajin con el que vivió por algún tiempo, aquel que le arrebató y le dio tanto.

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Con un click en el broche, el príncipe heredero del planeta Vejita terminó de ajustar su capa. Enredó su cola en la cintura y observó su reflejo por unos segundos.

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