Obligaciones de princesa 19

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OBLIGACIONES DE PRINCESA

De Siddharta Creed

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Capítulo 19

Los años pueden llegar a disolver recuerdos, enterrarlos en lo profundo de las mentes, en algunos casos, volverlos nostalgia dolorosa que se empeña en no morir.

La vida continuó su curso natural, después del fatídico ataque al planeta Vejita. Cada quien hizo lo propio para reconstruirlo y mejorarlo, demostrando que los saiyajines, también tenían el poder, de levantarse de entre los escombros, más fuertes y con un gran aprendizaje.

Faltaban unos pocos minutos para recibir al primer ministro del planeta bancario, con mayor poder económico de la región galáctica, por lo que el príncipe Vegeta ya se encontraba en la sala principal, donde se pactaban y realizaban contratos de suma importancia para el imperio, trabajando en su tableta personal, tecleando con una concentración que fue interrumpida al sentirse observado. Levantó la vista hacia el umbral de la entrada, encontrándose con su madre, quien sonriendo le preguntó: —¿Otra propuesta?

—No —respondió secamente, con intenciones de continuar tecleando. Sin embargo, no pudo seguir con su trabajo, ella no dejaba de mirarle y sabía bien el por qué. Probablemente le saldría con algún comentario que preferiría evitar, por lo que optó por aclararle—: Es sobre el plan de protección en la estación del planeta Xion.

—Fue lindo. Estoy muy orgullosa —alcanzó a susurrarle a su hijo, justo antes de que el rey y unos cuantos asistentes entrasen.

Trunks negó con la cabeza, apagando el aparato para poner atención. Había estado sacándole la vuelta a su madre, sabía que tarde o temprano abordaría el tema de su propuesta ante el senado y, precisamente la opinión de su madre es la que más le incomodaba, debido a su noble carácter y a lo mucho que le afectó su comportamiento años atrás.

De hecho, le incomodaba tratar el tema con cualquiera que estuviese enterado, de los errores que cometió en el paso con la que fue su mujer. Afortunadamente, solo una parte de su familia lo sabía. Por eso mismo, lo había pensado bien por años, esperando, dando vueltas a una idea sembrada por Pan.

Todavía faltaba que su propuesta fuese aprobada por la mayoría de rancios conservadores de mayor rango, quienes eran renuentes a cambiar tradiciones o actualizar leyes obsoletas.

La mirada de su madre lo hizo dudar de sí mismo, sentía que se exponía demasiado ante ella, a pesar de que su relación había vuelto a ser cordial, después de pocos años del ataque al planeta Vejita. Le costaba trabajo abrirse con ella, ni siquiera lo hacía totalmente con su padre, con la gran diferencia de que el rey no insistía, al contrario, le daba su espacio.

«Sabía que mi madre no lo dejaría pasar, solo espero que no la mencione».

No podía hacer nada más al respecto, su necesidad por reparar aquello que estaba mal, le ganaba contra la vergüenza. Sentía que se lo debía a ella, a pesar de tener casi diez años sin verla.

Después de saludar a los presentes, la reina Bulma se retiró a sus otros asuntos, tarareando con ensoñación, una canción de cuna que le cantaba a su hijo de pequeño. Se encontraba impresionada con el cambio en el interior del príncipe, cambio que le costó trabajo aceptar como genuino. A veces le parecía, que apenas quedaban pinceladas del saiyajin caprichoso y egoísta que alguna vez conoció, a pesar de que él, se esmeraba en fingir ser el de antaño.

Tuvieron que pasar unos pocos años de observancia, para lograr comprender que su primogénito del que renegaba, había regalado el más noble gesto a la joven que daño en el pasado, muy posiblemente arrepentido de sus acciones, de lo contrario, no tendría sentido el dejarla ir sin más. Con ese acto, no buscaba redimirse, ni su perdón, sino regresarle la libertad robada, a cambio de su propio dolor.

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