Obligaciones de princesa 21

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OBLIGACIONES DE PRINCESA

De Siddharta Creed

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Capítulo 21

Ajustó su traje formal, preparándose para el itinerario que tenía pactado. Miró de reojo a su madre, en muy pocas ocasiones desayunaba con ella, pues le incomodaba el parloteo exagerado de la terrícola, además, se sentía observado, y en efecto lo era. La reina Bulma vigilaba los movimientos de su hijo, le intrigaba lo terco que podía llegar a ser, tanto, como ella y Vegeta.

—¿Entonces? ¿Me harás ese favor? —suplicó Bulma, con su tono de voz más cálido.

—Si de ella nace soltarlo, ya veré. Si no lo hace antes del evento, me dejarás en paz con este asunto. Para siempre —recalcó tajante.

Bulma asintió con cierta desesperanza, al no verlo muy comprometido con el favor que le pedía.

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Los pasillos para huéspedes distinguidos tenían un diseño demasiado exagerado para el gusto de Pan, que caminaba a paso lento, observando cada detalle en las paredes minuciosamente labradas a mano, con un patrón de símbolos antiguos del planeta Sunev. Continuó su trayecto, hasta toparse con cuatro guardias saiyajines que custodiaban la pasada hacia las suites, donde se hospedaban la reina y el príncipe.

Los guardias le negaron la pasada, pues no contaba con una cita previa o invitación, incluso, dos de ellos, se atrevieron a responderle de manera hosca.

Resignada, giró sobre sus talones, no insistiría a esos guerreros groseros, que bien sabía que la reconocían. Apenas alcanzó a dar unos pocos pasos, cuando escuchó la voz del príncipe llamarle. De inmediato, se hicieron hacia un lado los guardias, dejándola pasar ante la orden del heredero, quien les dedicó una severa mirada, una vez que la híbrida logró pasar.

En el recibidor, la luz de las primeras horas del día se filtraba por la ventana, iluminando la figura de una Pan sin rasgos infantiles, como tantas veces la soñó el príncipe. Sencillamente, la realidad superaba sus fantasías.

De una bolsa, la joven sacó la túnica de la noche anterior, entregándosela.

—Fue muy amable, he venido a regresarla y agradecerle por el gesto de caballerosidad —dijo de manera respetuosa. Ya no sentía que debía tratarlo con la misma familiaridad que alguna vez lo trató, a pesar de no haberse atrevido a tutearlo, casi nunca, pero si llegó a tratarlo con cierta confianza.

—No te hubieras molestado. Siempre cargo con varios disfraces cuando salgo de viaje —respondió, pensando todo lo contrario, ya que la ocasión, le servía de pretexto para cumplir con lo prometido a su madre.

Tomó la túnica y la dejó sobre una mesita, mientras disimulaba el nerviosismo que le provocaba tenerla tan cerca.

—Me ofendería si no aceptas tomar una taza de té, antes de salir por esa puerta.

—No pienso hacerle la grosería —realmente le agradaba la idea de platicar con él, más que nada por curiosidad.

—Toma asiento —le indicó dónde sentarse—. Ordenaré el servicio, no tardarán.

Se acomodaron en un par de sillones personales frente a la ventana, con las montañas de Sunev a lo lejos.

—Mi madre me ha comentado del proyecto en el que trabajas. No tenía idea de que estabas detrás de la planeación.

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