Obligaciones de princesa 26

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OBLIGACIONES DE PRINCESA

De Siddharta Creed

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Capítulo 26

La hora del entrenamiento con su padre siempre fue estimulante, le renovaba los ánimos, sacudiéndole cualquier preocupación o tristeza que lo ofuscara. Ese día en particular, la sesión duró menos de lo acostumbrado, debido a las obligaciones del monarca. No obstante, bastaron lo suficiente, como para relajar el temperamento del príncipe.

Con toalla en mano, se dirigía a su habitación para a darse una ducha, cuando se encontró de frente con una guerrera saiyajin, cuya familia provenía de la estirpe de los mejores guerreros desde la época del planeta Sadala, fieles a la familia real, orgullosos y fieros en combate.

—Alteza, me da gusto verlo con vida —lo reverenció al tenerlo de frente.

—Todavía no es momento para mi muerte —respondió regresando el saludo con un seco asentimiento de cabeza.

—Déjeme ayudarle —se acercó al heredero, tomando la toalla que colgaba del hombro del príncipe, pasándola de manera coqueta por las gotas de sudor que caían por la sien derecha del guerrero.

Trunks la dejó hacer, observando atentamente los movimientos de la saiyajin con la que había fornicado en varias ocasiones, desde que rompió su unión con Pan.

—Estuvimos muy preocupados por usted, especialmente yo —levantó la vista hacia los orbes azules del príncipe, buscando alguna señal de rechazo. Le intrigaba lo que pudo haber sucedido entre los híbridos, después de todo, conocía la sangre caliente del heredero, y sabía que la ex princesa poseía el tipo de belleza que al hombre le atraía; rostro femenino, curvas suaves y músculos discretos.

Para su beneplácito, el príncipe no la evadió de manera déspota, algo que solía hacer cuando no requería de su presencia.

—Ya estoy de regreso, nada ha cambiado —respondió sin mostrar emoción alguna. Más que nada, como una afirmación para sí mismo.

«¿En verdad nada ha cambiado?» Se cuestionó, dejándose acariciar por la toalla que paseaba por su cuello, con el pretexto de limpiarle el sudor. Había pasado casi el mismo tiempo que pasó en compañía de Pan, la mayoría, en una nave imperial de regreso a su planeta, y en todo en todo momento, extrañó la voz y presencia de la joven, a pesar de saber que la separación era inminente.

Hasta ahora, no lograba conectarse de nuevo a su realidad, sentía que se encontraba atrapado en los recuerdos recientes de su breve aventura. Tenía que actuar antes de enloquecer, también, porque el futuro del reino dependía de su juicio. No era un mortal más, era el heredero al trono más codiciado del cuadrante, detrás de él había sangre y honor que no podía deshonrar.

—Me alegra —dejó la toalla de nuevo sobre el hombro del guerrero—. Sus músculos se encuentran tensos, puedo ayudarle con eso... en privado.

—No tengo tiempo —dio un paso hacia atrás, con intenciones de girar sobre sus talones y alejarse lo antes posible—. Más tarde en la habitación, ya sabes cuál —agregó, cambiando de opinión, antes de continuar con su camino.

—Allí estaré, alteza —Charot asintió, ocultando el nerviosismo que le provocaba interactuar con un súper saiyajin, a pesar conocerlo desde siempre, e intimar en algunas ocasiones con él, de unos años para acá.

La guerrera tenía pleno conocimiento, de que los miembros del consejo la veían como posible futura mujer del príncipe, algo que ella no podía asegurar, ya que, en todos sus encuentros con el heredero, su relación se basó únicamente en el acto sexual, sin llegar a intimar más que eso.

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