Capítulo 08: Asalto

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Apep
Ubicación: Isla extraña
Día 15 de expedición

Luego de largas horas encerrados en aquella habitación, yo ya había revisado todo el lugar; ni había encontrado nada.
Ningúna herramienta podía ayudarnos a abrir la puerta, y bueno, obviamente no había ventanas ahí lo suficientemente grandes para escapar.

Con todo eso pasando, Camill estaba... Tranquilo. Bueno, poniéndose en su situación, el que lo tenía encerrado era su padre así que posiblemente estaba acostumbrado a eso... Sin embargo era un trato horrible para alguien igual de joven que yo. Por lo pronto estábamos esperando por lo que podría pasar en cualquier momento.

- (Me pregunto qué estará haciendo papá...)

Pensaba algo confuso, aún después de saber que se habían ido, no perdía las esperanzas de que tal vez podían regresar.

Muy pronto sentí que Camill se acercaba a mí de forma calmada y se sentaba en frente mía, no sabía del todo bien qué trataba de hacer, había estado escarbando por ahí desde hacía un rato.

Camill: Come esto.

- ... ¿Acaso quieres envenenarme?

Le respondí, acompañando aquellas palabras con una cara de asco. Lo que me estaba ofreciendo era una mezcla de musgo y hojas que había estado recogiendo en la pequeña ventana del cuarto.

- Ya te dije que no tengo hambre, de verdad... Puedo estar hasta un mes sin consumir nada, mi metabolismo es lento.

Camill: No te creo.

- No seas terco... Come tú, debes estar hambriento.

Como si mis palabras hubiesen sido benditas, el camaleón estaba comiendo lo que sea que fuera ese alimento ahora. Sin tardar menos, escuché la puerta abrirse, por lo que me levanté rápidamente y me apegué al más alto con tenacidad.

Rey: Ya es hora. Camill, ven aquí, es una orden.

Pronto el mencionado caminó hasta donde ese viejo, era entendible que le obedeciera ya que era su padre después de todo, pero yo estaba preparado para ello.

Rey: Ustedes dos, agarren a el komodo y vengan.

Miré ferozmente a los guardias, pero algo había cambiado, tenían algo puesto parecido a una armadura. Estos me agarraron de lo brazos para atarlos, me quedé quieto ya que mi plan era que me sacaran de esa habitación.

Tan pronto estar afuera, dejé que algunas gotas de mi saliva cayeran sobre la armadura de uno de los sujetos, sólo para darme cuenta de que el material no se estaba derritiendo... Yo solo me estaba preguntando cómo tenían materiales de alto calibre incluso para soportar un veneno tan potente como el mío.

Rey: Ah, como me gusta cuando las cosas empiezan a salirme bien.

Seguido de aquella declaración tan espeluznante, entraron a una habitación una en el castillo. Esta era más espaciosa, tenía ventanas, y además, había por lo menos una docena de hembras jóvenes. Yo observaba el panorama bastante confundido, todas tenían los ojos puestos sobre mí.

Rey: Querido y venerado Apep, frente a tí hay doce hembras dispuestas a entregar su cuerpo y alma por el bien del pueblo. Fueron exquisitamente seleccionadas para que el apareamiento sea 100% exitoso.

Para ese momento, miré a Camill y él me miró a mí, ahora mismo mi expresión era una de asombro y terror al mismo tiempo por semejantes palabras.

- No entiendo a lo que te refieres. Deja que se vayan.

La vez que mi especie se extinguióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora