conviviendo con el enemigo

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Ya habían pasado las dos semanas de castigo para Dipper. 

Ese día al despertar intento abrir la puerta como usualmente lo hacia creyendo que está estaría en llave todavía. 

Para su sorpresa la puerta se abrió. Y ahí la razón del porque nadie había subido para dejarle el desayuno.

No es que siempre lo comía pero agradecía de cierta manera aquella acción de su familia.

Al bajar las escaleras notó que la cabaña se encontraba en completo silencio.  Camino hasta la cocina encontrándose nada de comida.

Suspiro en busca de algún trozo de pan o algo para comer.

Subió a su habitación, de su armario sacó una mochila azul muy vieja para hacerse de uso pero no tenía donde más llevar sus cosas.

Durante su castigo estuvo atento a  las  luces nocturnas; brisas  brillantes como solía llamarle. Pero estas no volvieron a aparecer. El encuentro con Bill había quedado como alguna alucinación sufrida por el shock de haber perdido los diarios o por la fiebre que según su tío tenía la noche que regreso a la cabaña, pues justo el día siguiente de haber sido castigado Stanly subió con unas medicinas

- calmara la fiebre que cargas desde anoche - esas fueron las palabras que uso antes de entregarle la tableta.

Ese hombre no mostro preocupación alguna.

De vuelta al tema, apesar de considerarlo una alucinación, nada le explicaba sobre sus heridas curadas.

Sin espera a encontrar a su familia salió de la cabaña en busca de respuestas. Se armó de valor, su gorra bien puesta sobre su cabeza, su mochila cargada por su espalda lleno de inventos antiguos de Stanford, medicamentos y un cuaderno para sus notas.

Paso por el camino ya conocido por él, cruzó un pequeño riachuelo, colandose entre los árboles hasta llegar al lugar más profundo del bosque.

Cubrió su boca al ver la estatua del demonio, siguió avanzando hasta ver como algo brillante rodeaba al empedrado Bill.

- supongo que el escudo fue por parte de Ford - dedujo al acercarse. Camino al rededor de la estatua, observando las grietas que está tenía.

"¿será que es aquí donde venían las brisas brillantes?"

De su mochila sacó su cuaderno, apuntando más preguntas que respuestas.

Dipper inspeccionó cada parte del monumento hasta  llegar al sombrero, se encontraba tan concentrado que no se fijo que un par de ojos dorados lo miraban.

Su mirada se cruzó con los ajenos, pestaño repetidas veces antes de dar un grito y dejarse caer en el suelo.

Antes de ese encuentro, Bill se encontraba aburrido como en los últimos días, mientras intentaba de alguna manera atraer a alguien o mejor dicho a algo, como algún nogmo y convencerlo de quitar el horroroso hilo, escucho como pasos ligeros se acercaban hasta él. Al principio tenía planeado hablarle amistosamente al desconocido que se acercaba, luego lo convenceria para que acatará sus órdenes sin titubear.

Valla sorpresa que se llevó al ver quien era el curioso que se adentró en lo profundo del bosque. Se quedó inmóvil al verlo. Su piel parecía de porcelana, parecía estar cansado pues  aquellas bolsas oscuras bajo sus ojos no habían desaparecido. ¿hace cuanto que no lo veía? Intento crear alguna frase para llamar la atención del muchacho, pero la palabras no salían.

Al quedar inmóvil sólo puedo observar como el menor inspeccionaba su cuerpo. Desde el sombrero del monumento se encontraba viendo que  el muchacho no cruzaba el límite del cabello de unicornio, no hizo nada  más que sólo asomarse para tenerlo mejor dicho para verlo más cerca, justo cuando su mirada se cruzó con el del menor, pudo sentir ese  revoltijo dentro de su estómago.

Tu Eres Mi Salvación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora