Segundo libro de One-Shot's.
Sean bienvenidas a este pequeño espacio en donde los sueños se pueden volver realidad por medio de pedidos y de mucha imaginación.
Libro de cortos y one-shot's.
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—Capitán... —Law miró a T/N, la cartografía del submarino.
Su voz rota formuló un eco en la sala del quirófano vacío, solo se encontraba la mujer y el alto varón que se preparaba al acomodar los guantes estériles por sí mismo, estaban en medio de la noche a punto de hacer una operación única en su clase y T/N estaba sumamente ansiosa atrapada contra la fría tabla de metal contra su espalda, se sentía avergonzada, prefería aquella confidencialidad paciente-doctor o mejor dicho, capitán-compañero para evitar miradas furtivas del resto de la tripulación. T/N no deseaba ser vista con lástima si escupía flores de la nada, mucho menos si alguien llegase a averiguar el porqué de las mismas.
Ella estaba decidida a partir de aquel mundo con muchos arrepentimientos pero al mismo tiempo, con un silencio sepulcral que la guiaría al fin de sus días por lo visto.
Law bajo la mirada de soslayo mientras preparaba los instrumentos necesarios para la intervención, estaba preparado para realizar una operación al método clásico en lugar del simple de su habilidad, todo ante la insistencia ansiosa de la atrapada mujer, cuyas manos seguían ocultando con una desesperación singular su enfermedad. Era curiosa, había escuchado y leído algunas leyendas o mitos de aquella única enfermedad, llegó a pensar que eran patrañas, empero con los años y viendo lo grande que era el océano no le sorprendería llegar a encontrarla, la idea morbosa en su cabeza jamás fue que uno de sus tripulantes fuese el impostor.
¿Cuánto tiempo la siguió examinando sus pasos? ¿Desde hace cuánto había memorizado una rutina que con el agravio de la enfermedad iba causando estragos por doquier? ¿Desde cuando era tan minucioso con ella? Law no lo supo, sólo percibió una anomalía y su curiosidad superó su frivolidad para comenzar a detallar hora a hora, día a día, semana y hasta meses, hasta que vio como sus labios cereza se iban tornando pálidos igual que toda su piel, su peso fue en descenso como sus hábitos alimenticios y entonces dio con un pañuelo en la basura repleto de sangre y pequeños pétalos de flores de magnolia manchados. Recordaba ese día, el calor aún perduraban en el trozo de papel y sus dedos curiosos acabaron abriéndolo con delicadeza para dar con el fuerte olor del plasma en contraste a la suavidad de los pétalos que toco con incertidumbre, sus ásperos callos contra los suaves pétalos percibiendo como su sangre descendía al sentir lo real que eran.
T/N estaba enferma, una enfermedad mortal y hermosa que una vez se cuestionó como sería verla en un paciente en vivo.
Por un segundo, Law se culpo a sí mismo por su deseo egoísta, al otro, se enfureció con T/N por su estúpido silencio y su necedad al mantenerse al margen de su muerte.
—Ya has estado aquí antes, T/N-ya —respondió con soltura acomodando sus guantes y una mirada cansada.
—Por una bala —murmuró entre dientes y la mirada gacha—. No por... por esto.
