✿ 𝓓𝓻𝓪𝓬𝓾𝓵𝓮 𝓜𝓲𝓱𝓪𝔀𝓴 ✿

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AU: Medieval

          Con la atención fija en la prepotencia destilada en el pigmento de carbón manchando la arrugada y al mismo desaliñada, tintada de un amarillo gastado como si hubiera sacado de un sombrío pero húmedo lugar donde anidaban las ratas que no ...

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          Con la atención fija en la prepotencia destilada en el pigmento de carbón manchando la arrugada y al mismo desaliñada, tintada de un amarillo gastado como si hubiera sacado de un sombrío pero húmedo lugar donde anidaban las ratas que no dudaron en morder sus esquinas para llenar sus vacíos estómagos, evidencia en las puntas raídas y tiras dobladas o a medio rasgar. Resoplando, ya sin ningún tipo de disgusto ante el hedor de humedad que destilaba el papel intoxicando su nariz y a punto de desmoronarse entre sus dedos enguantados y llenos de callos, delineaba los toscos trazos de una pluma que apuñalaba la hoja dejando horribles cicatrices supurantes llenas de hiel y ponzoña pura contra sus luceros exhaustos, vagando por el folio del encargo santo hasta abandonar el camino recorrido y desgastado hasta caer en el muchacho trémulo que como un roedor espantado al ser sacado de su guarida observaba el terrorífico alrededor, las sombras de la oscuridad estirando sus garras para atraparlo mientras estúpidamente se dedicaba a solo verla mientras mecía desesperadamente su pequeña nariz.

Supuestamente tenía algún objetivo o alguna funcionalidad, y por ello se lo habían entregado en bandeja de plata con un bolso de desgastado cuero cafe en las orillas salidas donde las municiones y armamento necesario para la cacería se escondía, como arañas en el desierto bajo la arena acechando a su siguiente presa, pero a decir verdad la cazadora era consciente del destino que los santos habían creado para la pobre rata que con sus pequeños y redondos ojos como oscuras perlas se fijaban en ella con un ápice de esperanza como una luz en medio de la oscura desesperación, y por supuesto que T/N se aguardaba esa mirada de lastima pues si tenía que sacrificarlo ni siquiera lo dudaría; ese era su verdadero uso y no solo del muchacho, a quien prefería llamar novato ya que ni su nombre se digno a aprender, sino también el suyo propio, no siendo más que un peón que usar en ese retorcido juego de eterno ajedrez contra los inmortales. La lucha había empezado hace tantos siglos que nadie estaba realmente seguro como tal batalla había dado inicio ni quien había tenido el atrevimiento valiente, o estúpido al parecer de muchos, de empezarla, y de igual modo miles como ella perdían diariamente la vida como el espeso carmesí entre sus venas por unas cuantas monedas de plata llenando sus vacíos bolsillos mientras pocos de los inmortales eran acabados.

Ella era quien, a sabiendas de que en cualquiera de sus cacerías no saldría con vida, continuaba arriesgando el cuello y siguiendo el camino repletos de cuerpos inmóviles y tan pálidos como los costosos pilares de las iglesias, todo por lo suficiente para poder mantenerse por un tiempo como un ser humano digno, sin tener que ser despreciada por su sexo biológico o por su verdadero estatus social, pues, con las monedas suficientes en un sector medio a nadie le importaba quien fueras y ella disfrutaba de dicho placer. De cualquier modo, sin su pago ella estaría en uno de esos lúgubres callejones vestida con prendas delgadas y escasas para atraer la atención de la perversión humana que sería derramada inmundamente en su cuerpo y donde también sería un blanco fijo para aquellos hambrientos no solo de su carne o por la apariencia de su rostro, sino por su olor y el calor que emanaban los rubíes líquidos correteando y calentando su piel; según lo viera, de diferentes ángulos y con cualquier criterio, lo más afortunado y beneficioso eran esas cacerías temerarias, obtenía el beneficio del dinero y si moría no tendría que mendigar por cobre, un simple ganar ganar y por ello no podía ver con lástima al iluso novato.

Ocean (One-Shots - One Piece)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora