Capítulo 4: Trama

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Habían llevado a Tesla a la enfermería para que se calmara y sobre todo, para que su respiración regresara la normalidad.

—¡Yo tengo que ir a buscar a mi paloma! —El castaño estaba muy exaltado, no tenía motivo para descansar mientras su ave estaba desaparecida, capaz y estaba teniendo algún problema grave.

—Señor Tesla, usted sabe que si se altera, no va a lograr nada... —la Valkyria trataba de que el científico más bajo entrara en razón.

Nunca lo habían visto así.

—Pero...

—Iré a buscar a tu paloma, Nikola. —sentenció Beelzebub ante las miradas atónitas de los presentes.

—¿Qué? —Tesla estaba más que confundido, ¿Por qué Beelzebub quería ayudarlo? —Pero si tú y Edison están... —no pudo terminar debido a que la mujer lo interrumpió.

—La ayuda no se rechaza y entre más gente haya, mejor. —le sonrió para calmarlo. —¿No lo cree?

Nikola asintió.

—Yo también ayudaré a buscar a tu paloma, Tesla. —Edison se sumó a la conversación, tenía todas las de perder ya que el demonio conocía mejor este mundo. —Tu descansa aquí un poco y nosotros nos encargaremos.

—Pero... —el croata no estaba seguro, bien dicen que, si quieres que algo se haga bien, hazlo tú mismo.

—¿Ya ve? —nuevamente, Göndull habló con voz suave. —Todo estará bien y su paloma estará en casa antes de que anochezca.

Y así, tanto Beelzebub como Edison salieron de la enfermería dispuestos a encontrar al ave, el que la encontrara primero, sumaría muchos puntos a favor suyo.

—Edison. —llamó Beelzebub seriamente deteniendo al nombrado. —Te haré una pregunta.

—¿Qué? —El de los anillos en sun cabello, cuestionó, no sabía qué clase de preguntas le haría el pecado de la gula.

—Yo sé que tú conoces mejor a Nikola que yo.

—En efecto.

—¿Qué tanto significa esa paloma para Nikola? —Miró a los ojos al más bajo, quería saber por qué el hijo de la luz le daba tanta importancia a una ave. ¿Qué tenía de especial?

Estaba enamorado de Nikola con todo y sus defectos, virtudes y demás y nadie se lo iba a contradecir.

Sabía perfectamente lo que sentía respecto a Nikola Tesla.

Que Tesla mostrara tanto afecto y amor por un animal, solo demostraba el corazón puro e inocente que tenía.

Con razón muchas personas se aprovecharon de él.

De su amabilidad.

Edison suspiró pesado y se giró para encarar a Beelzebub a los ojos. —No sabría decirte... No sé exactamente que hay detrás de eso pero una vez me comentó que su paloma le recordaba a su familia y más a su hermano mayor.

—¿Su hermano?

—Supongo que ve a su hermano en esa paloma. —y sin más, Edison caminó al laboratorio de Tesla en busca de alguna pista.

Por otro lado, el señor de las moscas se quedó pensativo. Entendía esa parte de Nikola.

Cuando Hades murió, su bastón fue lo único que le quedaba de él, también se volvería loco si lo perdiera.

—Mataré al bastardo que se atreva a hacerte daño. —susurró para sí mismo.

—Señor Beelzebub. —llamó Göndull saliendo de la enfermería.

—¿Cómo está Nikola? —se preocupó el de negro.

—Está bien, logré hacer que se durmiera. —la mirada de la mujer no dejaba ver sus verdaderas emociones. —Agradezco que hayan ofrecido su ayuda.

“¿Hayan?” pensó Beelzebub, ¿Por qué estaba hablando en plural si solamente estaba él?

—Sin embargo...

Aquellas palabras llamaron la atención del hombre, bajó levemente su mirada para encontrarse con la de la Valkyria. —¿Sin embargo?

—¿Por qué está ayudando al señor Tesla? —agudizó sus ojos. —Usted no suele ayudar a nadie a excepción del Rey Hades y aún así, a veces lo ignora.

—...

—¿Qué es lo que planea? —soltó la pregunta, si ese Dios quería lastimar de nuevo al hijo de la luz, entonces ya no le sería tan fácil. —¿Herirlo o acaso matarlo, señor Beelzebub?

El señor de las moscas no esperaba que esa irrespetuosa Valkyria le preguntara aquello de forma tan directa.

—No tengo esas intenciones. —se dio media vuelta y se retiró del lugar, sentía que si se quedaba más tiempo, terminaría por cometer alguna locura gracias a Göndull.

“¿Qué se cree esa mujer?” pensó Beelzebub.

⚡🪰🌓

—¡Por favor!

—Ya te dije que no.

—¡Por favorcito! —insistió. —¡Solo un ratito, Hades!

—Y ya te dije que no, yo no sé en qué parte de tu cabeza cabe semejante barbaridad. —Hades estaba cansado de la actitud infantil de su pareja aunque así lo amaba.

—¡Es un don! —se quitó su vendaje de los ojos para que Hades se compadeciera de él y aceptara. —Y te prometo que haremos lo qué tú quieras.

El albino chasqueó la lengua fastidiado. —Que no Qin, entiende ¡Y deja de verme como si fueras un cachorrito!

En ese momento, Qin dejó de caminar y observó como Hades continuaba.

De inmediato, sonrió victorioso. —Nadie me dice que no a mi, amor.

Se dio media vuelta y salió a hacer sus "maldades" como de costumbre.

“Espero que se haya dado por vencido con eso" suspiró el Rey del inframundo.

⚡🪰🌓

Por su parte, Edison analizaba la casita de la paloma con detenimiento, no encontraba nada raro en ninguna parte del laboratorio.

—Tesla dijo que la paloma sale y regresa por sí sola. —se decía en voz alta. —Si la paloma es libre, entonces tal vez le ocurrió algo... —negó con la cabeza. —No pienses negativo, Thomas, debe de estar por ahí atorada, herida o muerta... —no quería ser pesimista pero normalmente cuando una ave sale sin la supervisión del dueño y ya no regresa es porque ocurrió lo impensable.

Dejó de analizar el laboratorio y decidió buscar afuera, era lo menos que podía hacer después de pensar en secuestrar a la pobre paloma.

⚡🪰🌓

—Adamas. —llamó Qin al pelirrojo, había decidido que ese feo iba a ser su cómplice.

—¿Qué?

—¿Quieres ayudarme con algo?

—No.

—Solamente necesitamos que Hades salga un rato.

—Te dije que no.

—Y entonces, tu lo llamas para distraerlo y luego yo... —Qin hacía caso omiso a lo que decía el Dios.

—¡¿No me oyes?! —enfureció. —¡No voy a ayudarte a hacer tus travesuras!

—Si no me ayudas, le diré al mundo entero que no te limpias el trasero después de ir al baño. —Expresó sin remordimiento el ex emperador de China.

—Algo no cuadra, Qin. —habló cruzándose de brazos. —Además la última vez que te ayude, Hades casi me arranca la piernas.

—Oh, bueno. —el pelinegro se dio media vuelta y se encongió de hombros. —¿Quién diría que tenía un cuñado tan cochino?

—¡Esta bien! —gritó exaltado. ¿Por qué siempre le pasaban las cosas malas a él? —Cuéntame tus tonterías.

—Sabía que no me fallarías. —sonrió Qin.

Más allá de una patenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora