Capítulo 2: Paloma inocente

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“No será que...” pensó Nikola, no, aquello era imposible, era una mera casualidad que los dos estuvieran en su laboratorio, ¿Verdad? Y aunque su teoría resultara ser cierta, no sabría qué hacer. “Nunca fui bueno en eso” se dijo mentalmente.

—Bueno. —Sonrió algo nervioso. —¿Qué te trae por aquí, Beelzebub? —para Nikola era más obvio que Edison fuera a su laboratorio antes que Beelzebub y más por la cercanía que mantenía con su colega y en cuanto al Dios, apenas se acostumbraba a su presencia. Digo, no es fácil entablar una relación con el ser que te asesinó.

El de negro observó discretamente a Edison y soltó una leve sonrisilla haciéndole notar al contrario que tenía más interés en él.

Edison solo pudo negar con la cabeza.

—Solo vine para ver cómo te encontrabas. —dijo sin más. —Hace poco escuché que habías colapsado en tu laboratorio por no comer ni dormir nada. —Beelzebub sonó convincente, a consejo de Hades, tenía que ir despacio y evitar los ataques precipitados con Tesla.

Por otro lado, Thomas aprovechó lo que dijo el señor de las moscas para demostrarle que tenía más cercanía con el inventor más joven.

—Lo recuerdo. —se acercó levemente a Tesla provocando que éste se confundiera y que Beelzebub agudizara su ojos en él. —Yo te encontré tirado en el piso y te cargué hasta la enfermería que por cierto, no sabía que en este lugar existieran ese tipo de lugares.

—¡Cierto! —Nikola puso su puño en su mano izquierda. —Te agradezco que me hayas ayudado, Edison. —le sonrió.

“Maldición” pensaron al mismo tiempo los dos hombres más altos, la hermosa y bella sonrisa de Tesla podía iluminar cualquier cosa; no por nada era el hijo de la luz, por supuesto que tenía que hacer referencia a su apodo.

—Pero ahora que lo mencionas, debo ir con Göndull a otro chequeo, que bueno que me recordaste. —Nikola comenzó a caminar hacia la salida de su laboratorio. —Son libres de hacer lo que quieran aquí. —finalizó sonriendo.

Una vez que Beelzebub y Edison quedaron solos nuevamente, el segundo habló orgulloso:

—Yo soy más cercano a Tesla. —se burló.

Por su parte, el señor de las moscas respondió con indiferencia:

—No si te despedazo.

—No lo harías. —su voz tembló y es que todos sabían que el señor de las moscas era de temer pero a su vez, quiso sonar seguro.

—¿Quieres apostar? —cuestionó sarcástico.

⚡🪰🌓

—¡Hades! —Entró por la puerta principal llamando al nombrado, necesitaba consejos de alguien en quien confiara y que mejor que el Rey del inframundo, después de todo él mantenía una relación romántica con un humano. En efecto, hablamos de Qin Shi Huang.

—No de nuevo... —el peliblanco juagaba ajedrez con su cacatúa y para el colmo, iba perdiendo y ahora tener que lidiar con un emo depresivo era mucho.

Fingiendo una sonrisa amable hacia Beelzebub y arrojando al suelo su tablero de ajedrez para evitar ser derrotado por un ave, comentó:

—¿Qué te trae por mi castillo, Beelzebub? Digo, no es como si casi casi vivieras en mi reino porque te doy todo lo que necesites para tus bizarros experimentos.

—Sí, sí, lo que digas. —el de negro ignoró olímpicamente al Rey del inframundo.

Hades, por su cuenta respondió con un tic en el ojo. —Grosero...

Más allá de una patenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora