Hanaki

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POV:

Tu amor es tan cálido, tan abrigador. Caí bajo tu hechizo. ¿Qué me has hecho?

¿Por qué me duele tanto?

. . .

Dany

Hace... Un par de semanas confesé todo lo que por las noches, e incluso a plena luz del día me atormentaba.

Dicen que enamorarse es un sentimiento inexplicable. Y lo comprobé. Aquello que sentía por ella era algo que no podía explicar. Me quedaría corta con las palabras.

Me calcomia por dentro no poder  decirle todo lo que sentía.

Era un amor puro. Estaba nerviosa, sí. Pero al mismo tiempo me sentía segura.

Las horas pasaban lentas, casi interminables cuando estaba a su lado. Había veces en las que no podía dormir. Así que, por todo esto y más, decidí no guardarmelo más.

Se lo diría, cara a cara.

Sabía que no iba a poder expresarme con fluidez. Así que recordé lo que tanto solía decir: “Si no puedes decirlo, escríbelo”. Para mí, en lo personal, era un método perfecto. Y ahora me sentaba bien.

Todo aquello que sentía por esa chica, lo escribí. Apesar de eso sentí que mw quedaba corta. Había muchas cosas que no sabía cómo explicar. Sin embargo, hice lo mejor que pude y finalmente confesé mi amor.

Pero mí mundo se vino abajo. Aquella chica no correspondió mis sentimientos. La notaba insegura, indecisa sobre su respuesta. Su voz temblaba al igual que la mía.

Creí que sentíamos lo mismo, pero no fue así. ¿Talvez mal interpreté las cosas? Mi corazón se rompió en miles y pequeños trozos. Sentía como esos pedazos se clavaban en mí como dolorosas agujas.

Había tenido un amor no correspondido. Y se sentía fatal. Realmente mi corazón dolía, bombeaba más rápido de lo normal. Las gotas de sudor caían con rapidez sobre mi rostro.

Al poco tiempo enfermé. Tenía fuertes dolores en la garganta, no paraba de toser, me dolía el estómago y el pecho.

Las noches empeoraron. Sudaba frío, ninguna sábana lograba calentarme. A veces tenía calentura y otras tantas vomitaba.

Fue una noche en la que comencé a sentir como mi garganta picaba y no podía respirar. Me aferraba a las sábanas con todas mis fuerzas, mi estómago dolía. No había nada que pudiera hacer.

Nadie tenía la respuesta, ningún médico.

¿Acaso moriría? ¿Es posible morir de amor?

Me dirigí al baño con vértigo y caí con fuerza sobre mis rodillas. Me levanté débilmente, apoyé mis manos al rededor de mi cuello con fuerza intentando frenar, pero comencé a vomitar.

No era como las otras veces. Cerré los ojos con fuerza sintiendo el dolor que me provocaba en ese momento, y cuando abrí los ojos, habían flores. 

Unos lindos girasoles.


























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