Waitress

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POV: EL ambiente era un tanto frío, la brisa pegaba con fuerza en tu rostro, haciendo que tu cabello se desordenara hacia los lados.

Había pasado bastante tiempo desde que no ibas a una buena fiesta y, al enterarte que una nueva discoteca sería abierta en tu zona, te asegurarías, si o si, de estar ahí.

. . .

Al llegar te impresionó la decoración del lugar, parecía mucho más pequeño desde la fachada, pero en sus interiores era bastante amplio.

Tenía algunas mesas, un segundo piso y, por supuesto, algo que no puede faltar: la barra de tragos.

Estabas, de cierto modo, un tanto perdida. Era obvio que no conocías el lugar, acababa de abrir hace menos de dos semanas, aunque notabas cómo la gente ya se podía mover con libertad por el lugar.

Debías de admitir que no eras alguien que disfrutara mucho salir... Prefieres más una cerveza fría en la comodidad de tu casa, que en un lugar lleno de gente.

A veces llegaban a ser agobiante. Y soportar a los hombres, era lo más difícil de la noche.

¿Y es que acaso no te ves lo suficientemente no-hetero? Claramente no lo eras. 

Te quedaste tanto en tus pensamientos, analizando si ir ahí fue una buena idea o no, que no te  percataste de aquella chica; lindos ojos cafés, de distinguido pelo rubio, que portaba una chaqueta de cuero, unos descosidos jeans y unos lentes que, rápidamente al verte, se los subió.

—¿Que te sirvo, linda?— Sonrió  coqueta, mientras hacia contacto visual y agitaba con fuerza unos vasos de metal, para luego servirlo suavemente en un cristalino vaso alto, dejando que la lenta espuma subiera a su ritmo, agregando como broche de oro una pequeña hoja de menta.

«Su trago, muchacho» Dijo la bartender mientras amable sonría al joven, que atendió a la rubia y agradeció por su bebida unos segundos después.

Te miro nuevamente con intriga después de que aquel chico se hubiera marchado y tan solo te quedaste como un trozo de estatua en medio de todos.

«¿Dany, no me digas que estás coqueteando?»

en tono burlón salió desde abajo de la barra; con un par de vasos recién lavados y algunos otros con hielo, una chica pelirroja. Que mientras lo decía, se iba riendo.

«Hasta a mí me dolió» también apareció desde el interior de una puerta, otra chica; más alta que ambas, de pelo castaño, que iba conteniendo su risa mientras limpiaba sus manos con una servilleta.

«Ay... Ya vienen a arruinar todo. De haber sido así, créanme que no se me hibiera pasado ni por aquí, invitarlas.» Dijo con un tono serio mientras el par se echaba a reír.

—¿Que va a ser?— La pelirroja dejo los vasos sobre la barra, ignorando todo lo sucedido mientras servía un poco de agua en uno y prestaba atencion a las posibles palabras que, se supone, dirías.

Pero no. Tan solo te quedaste callada una vez más. Te divertía ver cómo aquellas tres se peleaban y reían.

«Paulina, es mía. Consíguete tus clientes» la apartó con un pequeño empujón.

«¿Perdóoon?» miró indignada a la rubia con un tono sarcástico en su voz.

«¡Que esté de tu lado no significa que sea tu clienta, Daniela! Y si así fuera, Ale y yo nos quedaríamos sin trabajo. ¿En dónde quedó nuestra hermandad?» bufó la peliroja nuevamente.

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