pretty doctor - pt2

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(Continuación del anterior capítulo)

Despues de esa alocada e intensa noche en el fiesta, ambas tenían que ir a  trabajar el día siguiente. Así que no podrías escapar de ella, ni ella de tí. Que claramente estarías exigiendo respuesta a su inesperado comportamiento.

Y es que, ¿Acaso por fin tu
amor sería correspondido?

. . .

6:10AM

Tú, pero sobre todo Dany, habían tenido una resaca tremenda al día siguiente. Les dolía la cabeza y tenían el estómago algo revuelto.

¿Fue acaso mala idea tomar antes de ir a trabajar y, peor aún, con tu supervisora? Definitivamente. ¿Se arrepentían? Para nada.

Desde que acompañaste a Dany a su casa después del beso, te quedaste pensando en ese momento toda la noche y ahora, todo el día. Que recién comenzaba.

El cielo se veía aún un poco oscuro, aunque algunos rayos de sol se hacían ver. Apenas amanecía, en resumidas cuentas.

No sabías explicar tus sentimientos de la noche anterior. No solo te besó, si no que dormiste con ella.

Para cuándo la trajiste se volvió tarde, y todos sabemos que no es muy seguro que una chica camine sola o conduzca hacia su casa a esas horas.

Así que ella exigió que durmieras tan solo por hoy en su casa y que mañana podrías irte.

Recordé que dijo “La próxima vez prometo no darte tantos problemas” y fue ahí cuando te quedaste pensando... ¿Habría una próxima vez?

Por su puesto que sí.

Aún podías sentir sus suaves labios entre los tuyos. Te la pasaste detallando y exagerando un poco la situación.

Sus dedos enredados entre tu cabello, mientras con el tacto frío se sus manos toca tu cuello y comienza a...

Suficiente. Estás alucinando, recuerda que estaba borracha. Talvez fue el impulso. ¿Acaso tú nunca habías besado a una persona cuando salías de fiesta? —Dijiste para tí misma.

Y “razonar” te había puesto peor. Porque, te gustará admitirlo o no, te habías enamorado de la Dr Incluso antes del beso. Tus primeros días como residente no te sentías demasiado preparada, y es de saber que el trabajo no es nada fácil.

Dejando afuera todos los conocimientos, prácticas y cosas que tienes y se te piden hacer, la medicina exige tu tiempo, te lo roba.

Y no solo eso, también te exige a tí. Fue una presión social y laboral tan grande, que sentías que no ibas a poder aguantarlo. A menudo te decían que: “Quizas no estabas lista y que te faltaba prepararte.”

Pero desde que entraste a aquella sala, en la área de pediatría, sabías que ibas a estar a salvo.

Una chica rubia, bajita, pero un poco más alta que tú, con su característico traje azul claro y una bata blanca encima, sonreía dulcemente mientras ofrecía con amabilidad una pequeña paleta en forma de corazón a una tierna niña, que se sobaba la mandíbula suavemente. Y después de entregársela, frotó con timidez su cabello. Alborotadolo un poco.

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