Capítulo 30

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¡Hola! He estado un tanto pérdida, entre asunto laborales y de salud no he podido actualizar. Lo siento mucho, me dedicaré más a esto.

Un gran abrazo, espero les guste.

✨✨✨✨✨

.Eithan Scott.


Haberme ido había sido una de las decisiones más difíciles que pude haber tomado, pero tuve que hacerlo, debía culminar algunos proyectos,  graduarme y  lo logré, pero ella no estaba junto a mi. Realmente anhelaba tenerla abrazada, felicitándome.

Hemos logrado muchas cosas durante estos meses para hacerla sentir orgullosa.

Éxito que ella va a celebrar al vernos.

Profundizo una sonrisa.
—Vernos —digo entusiasmado, caminando rápidamente hacia la puerta de la casa,mientras me arreglo un poco el cabello y la ropa.

Aún me parece injusto el hecho de que  despertó y ni siquiera me avisaron. Durante todo este tiempo he estado pendiente de ella a pesar de la distancia, esperando en algún momento la llamada avisando que mi enana preciosa, desperto.

—¿Dónde está? —pregunto desesperado, entrando y a su vez, mirando en cada rincón. Encamino,  dirigiéndome a la mitad de la sala e inicio a observar mejor.

—¿Eithan? —escucho la voz sorpresiva de  Christopher detrás y a su vez el sonido de la puerta al cerrarse. 

Doy la vuelta y le miro directo, ceñudo.
—Ella despertó. No me avisaron, ¿Por qué? —indago irritado —. Estuve pendiente de ella durante todo este tiempo, así que me parece jodidamente injusto que no me informaran de nada. Tuve que saberlo porque ya tenía hasta la madre a las enfermeras de la clínica.

Y no es mentira.

Llevaba semanas que no recibía noticias de ella, todos me evitaban inclusive mi padre. Temía, temí en que le haya ocurrido algo malo.

La idea de perderla para siempre me estaba matando.

—...Eithan, ha sido un tanto difici...

Y solo deje de escuchar al capullo de Christopher y me centré en una dulce voz provenir de arriba. Mi cuerpo entero queda rígido, sintiendo un escalofrío subir por mi columna vertebral,  mis manos comienzan a sudar y mi sistema entero inicia a colapsar.

Doy media vuelta sobre mis talones lentamente, mirando fijamente a las escaleras y sin darme cuenta, ya estoy dando pasos rápido en su dirección.

Es ella. Es nuestra chica preciosa.

Y sí, sigue siendo tan preciosa como siempre.

Me detengo en los primeros escalones al observar que ella de igual modo se detiene. Amplio una sonrisa de felicidad y la admiro como la diosa sublime que es. Su cabello corto a la altura de sus hombros, sus labios tan finos y pequeños como los recuerdo. Sus ojos, esos ojos que me hicieron perderme en todo lo que ella representan, siguen siendo mi perdición.

Quiero abrazarla.

Besarla.

Hacerla mi esposa.

Fragmentos | Destino#2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora