Eo mar azul. ¡Qué bonito todo! Las nubes blancas, el sol del verano, las olas... Sí, el mar es guay... hasta que empiezan a pasar cosas. Cosas malas. Como que las nubes blancas se vuelvan grises y el sol del verano se vaya a la porra. O que las olas sean cada vez más altas y agiten el barcocomo si fuera una coctelera. -Esto se está poniendo feo-dijo Trollino, sujetando el timón con fuerza.
-Dimelo a mí-se quejó Mike, mareado como un mono en una noria. -Y encima... ¡No sé dónde estamos! Si no hubieras devorado el mapa hace un rato, no nos habríamos perdido. -Era muy antiguo ese mapa -se justificó Mike-, no nos habría servido. Deberías preocuparte por mí, que me ha sentado mal.
-Habrá sido la tinta!
Las hermosas islas cubiertas de palmeras habían quedado atrás, hacía rato que habían perdido de vista la tierra firme y el mar estaba a cada minuto más agitado. Solo Tim- ba parecía no preocuparse. Bueno, es que dormía alegremente.
-Esto no me gusta, Mike-dijo Trolli, sin saber muy bien adónde dirigir el barco. Mike no contestó: estaba ocupado pasando de su tono
amarillo habitual a otro más verdoso.
-¡Esto se mueve más que mi prima la coja bailando reggaetón!-se quejó Timba, volviendo a la realidad-. No hay quien se esfuerce con este jaleo.
-¿Tendrás morro? -dijo Trolli-. Si llevas roncando
desde que nos embarcamos.
-Quiero volver a la playaaaaa-gimió Mike, cada vez más mareado. -Si me hubierais hecho caso cuando os dije que Rius
no me gustaba... -gruñó Trolli.
-Si, eso, la culpa es mía. Aaaaay, qué duro es ser perro!!!
-Venga, chicos, ¿cuál es el problema?-preguntó Timba.
-¿Problema? ¿Uno solo? ¡Problemas! Te lo resumo, Timba: nos hemos perdido y está a punto de estallar una tormenta de mil millones de demonios.
-¡Ya hablas como un viejo lobo de mar! -rio Timba-.
No hay que preocuparse: esto no es más que el principio de una gran aventura.
-¿Tú crees?
-Claro. Las cosas podrían ser mucho peor.
Apenas Timba estas palabras, el motor del barco soltó unos tosidos, echó una bocanada de humo negro... y se detuvo. -Ah, pues si, señor gafe, tienes razón: puede ser peor.
¡Mucho peor! Trolli y Timba corrieron a popa (la parte de atrás del barco, para entendernos) a echarle un vistazo al motor.
-Timba, trata de arrancarlol-exclamó Trolli -Lo intento... Pero nada, que no va-sentenció Timba
-¿Estás seguro? -Hombre, no sé... Mis conocimientos sobre barcos limitan a lo siguiente: el motor arranca apretando ese botón rojo. Lo aprieto y no pasa nada. Conclusión: estamos perdidos
-Maldita seal Ojalá estuviera aquí mi querida y difunta esposa. Aaayyy, Robertaaaal -Ya qué viene eso ahora, Trolli? Se te va la olla con la tensión.
-Ay de mi, qué malito estoy!-se quejó Mike-¿Cuán do llegamos, falta mucho?
-Si es que pasáis de mil-protestó Trolli. Yo no que ría subir a este barco.
-Cuánta razón tienes. La próxima vez te prometo que te haré caso -¿Y si no hay una próxima vez?
Mientras, en la proa (o sea, la parte delantera de La pluma negra... y de cualquier barco, que los marinos le ponen nombres raros a todo). Mike se debatia entre la vida y la pota cuando, de pronto, le pareció ver una isla en medio de la niebla. Pero no una isla cualquiera, sino una coronada por un gran volcán cuya lava tenia de luz roja las nubes altas. -Debo de estar a punto de morir, amigos-se lamento. en plan melodramático
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Los Compas Y El Diamantito Legendario
AdventureMike, Timba y Trolli se merecen unas vacaciones, así que prepararon Todo para pasar unos días de descanso en una isla tranquila y alejada del ajetreo diario. De manera accidental, encontrarán un pergamino que los pondrá sobre una pista de un extraño...