La batalla definitiva

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iPero cómo va a ser Mike el elegido! Si es un perro! ¡Si ni siquiera puede empuñar la espada! Pero no había tiempo para resolver misterios misteriosos, porque el Titán estaba decidido a aplastar a sus enemigos cuanto antes. La maldita arma ancestral ya le había traído bastantes problemas, entre ellos una siesta forzosa de unos pocos miles de años.

Mike, todavía con la espada en la boca, escapó junto a Timba y Trolli volcán abajo. Debían alejarse del Titán para evitar una muerte segura, y si al hacerlo se dirigían a toda máquina hacia brujas, zombis y demás villanos, era un detalle que ya no importaba demasiado: lo primero era evitar que el Titán Oscuro los aplastara como si fueran pulgas.

-¡Efhadme u'a mano, gue no buedo gorrer gon la efpa- dalfarfulló Mike, a quien el arma ancestral obstaculizaba mucho para correr..

-Trae para acá-le dijo Timba, que era el que estaba más cerca, quitándole la espada de la boca. Al hacerlo pen- só que el arma se iba a convertir de nuevo en un diamante. Pero... ¡seguía siendo una espada!-. ¿Y esto... de qué va? -exclamó, asombrado.

El Titán no había previsto la rápida reacción de sus adversarios, por lo que consiguieron ganarle cierta ventaja. Además, otro detalle jugó a favor de los Compas. Mientras bajaban por la ladera con el objetivo de liberar a Rius y Rap tor, prisioneros de las brujas, se encontraron con que los secuaces del inframundo salían huyendo ante el resplandor del arma ancestral: estaba claro que conocían su poder destructivo. Así pues, el único enemigo verdadero en aquel lugar desolado iba a ser el propio Titán. Pero... ¿cómo enfrentarse a semejante monstruo?

-¡Vamos!-gritó Trolli-. Hay que esconderse. -¿Esa es... el arma ancestral? -preguntó Raptor, que

como todos en Tropicubo conocían muy bien las leyendas. -Eso parece-respondió Timba, que aún miraba el espadón con cara de pasmado-. Y si no, es lo que va a usar el

Titán para hacer pinchos morunos con nosotros. -¿Y el tesoro de Juan Espárrago?-preguntó Rius.

-¡No hay ningún tesoro! -cortó la discusión Trolli- ¡Corred todos hacia aquella cueva!

Los cinco amigos se dirigieron tan rápido como pudieron a una gruta que se abría a los pies del volcán. Entraron justo a tiempo, pues el Titán se acercaba a toda velocidad y con unas intenciones bastante asesinas. -¡Estamos a salvo!-exclamo Mike, jadeando, una vez dentro.

-De momento... -observó Trolli-. ¡Mirad eso!

Con un ruido ensordecedor, como un crujido, vieron que el Titán trataba de introducir una de sus garras en la cueva para atraparlos o despedazarlos. -Salid de ahí, gusanos cobardes! ¡Tenéis algo que me pertenece!-gritó la bestia.

Nuestros amigos trataron de quedar fuera de su alcan ce, pero la cueva era estrecha. Las afiladas uñas del malvado lanzaban ataques a ciegas. Era como esquivar constantes ráfagas de cuchillos afilados.

-Al final nos va a hacer daño-dijo Timba.

Y tenía razón, porque en ese mismo momento recibió un potente golpe que le hizo rodar por tierra. Timba reaccionó lanzando un espadazo contra la mano del Titán. El arma ancestral abrió una herida en la extraña sustancia del monstruo, pero ni mucho menos era mortal. Por el contrario, el pinchazo pareció dar más fuerzas al malvado, que de improviso agarró a Timba y empezó a tirar de él para sacarlo hacia el exterior.

-Ya te tengo, insecto miserable!

-Ayudadme, que me mata! -gritó Timba, al tiempo que lanzaba la espada a sus amigos para evitar que el Titán se hiciera con ella.

Rius, con muy buenos reflejos, se apresuró a coger el arma ancestral en el aire.

-Dejadme a ml, rayos y truenos! -voceó el lobo de mar- Soy descendiente de Juan Espárrago y sé muy bien cómo se usa una espada. Sin embargo, y para su decepción, el arma se convirtió de nuevo en diamante apenas la tuvo en su mano. -Pero qué diablos-exclamó- ¿Por qué conmigo no funciona?

Los Compas Y El Diamantito Legendario Donde viven las historias. Descúbrelo ahora