La pista del titán

15 0 0
                                    

Hay fiesta en el inframundo! Los esbirros del Titán Oscuro han encontrado el pergamino y se lo han arrebatado a los que lo tenían. Según los informes que los mensajeros del mal han llevado al interior de la Tierra, se trataba de dos chicos con un perro. Si, tres personajes cual quiera que hablan encontrado por casualidad algo cuya im- no podían entender: el antiguo documento que conduce a su poseedor al arma legendaria.

El Titán estaba contento. Si lo que le habían contado era certo, no había ningún elegido a la vista, por lo que el arma estaria pronto en su poder. También se sentia impaciente. Sus secuaces tardaban en llegar y, después de miles de años durmiendo en el inframundo, el malvado que aspiraba a do- minar nuestro planeta no quería perder más tiempo. Para entretenerse barrió con su inmensa mano a un grupo de zombis que había por allí. Solo quedó de ellos un poco de polvo y un leve olor a podrido.

No necesitó divertirsex más de esta manera, pues en- seguida llegaron los gases portadores del pergamino. A pe sar del aspecto amenazador de estas criaturas, cuando se ponian junto al Titán Oscuro parecian tan pequeñas que se volvían insignificantes. El gas que había arrebatado el perga mino a Mike se acercó a su amo, con orgullo, presentandole aquello que el señor del mal tanto deseaba.

El Titán, casi temblando de la emoción, se acercó, tomó el pergamino entre sus manos, lo miró, lo olisqueó (se tomb su tiempo, si) y, de pronto, bramó con su voz infernal: -¡Cretinos! ¡Esto no es más que un trozo! ¡No sirve para nada!

Lleno de furia, el Titán aplastó de un manotazo al gas. El pobre no tuvo tiempo ni de darse cuenta del error cometido. No contento con esta pequeña venganza, hizo lo propio con el resto de la escuadrilla. Eran como globitos que hacían «plof» y dejaban una mancha verdosa y algo maloliente. Pero al Titán no le preocupaba el mal olor, pues todo el inframundo apestaba como un cesto de calcetines sucios.

-¡Qué clase de esbirros malignos sois vosotros!-volvió a gritar, aunque ya no podían oír nada. ¿Dos chicos y un perrito tienen la culpa de que solo me hayáis traído la mitad del pergamino de Willys? Esto no me sirve... ¡No me sirve para nada!

De repente dejó de berrear. Se había fijado en un detalle. Su trozo del pergamino era el que contenía los dibujos. trazados en la parte superior. Había allí varios detalles que no tenían ningún significado para él (como ya sabemos, Kevin Willys había procurado hacer su mensaje lo más confuso posible). Sin embargo, una imagen concreta le llamó mucho la atención.

Era el perfil del volcán, el dibujito que presidía toda la escena. Un perfil característico, dificil de confundir. Parecia una cuajada vuelta del revés y que se hubiera chafado un poco. Por encima se extendía una nube de humo negro, para recalcar que no era una montañita cualquiera. ¡Y tanto que no! Era algo que le resultaba muy familiar al Titán Os curo. No era un lugar que pudiera borrarse de su mente, ni siquiera al cabo de tanto tiempo. Pues fue allí, al pie de aquella caldera humeante donde tuvo lugar la gran batalla en la que cayó derrotado ante el caballero.

-Ja, ja, jal (Willys, siempre fuiste un bromista! Pero ahora río yo el último -gritó, sin que ninguno de los esbirros que había por alli, procurando apartarse de sus ataques de ira, entendiera de qué estaba hablando.

Como para olvidarse! La batalla había durado tres días y tres noches, siempre en las faldas del volcán. El perfil de aquella montaña se le habla grabado a fuego-nunca mejor dicho-y ahora, al menos, sabía dónde había que buscar. Kevin Willys, su profecía, su legado... y su arma secreta, habían permanecido todo este tiempo en aquella isla perdida donde el Titán perdió su primera oportunidad de dominar el mundo. No perdería la segunda.

-Había jurado no volver nunca a aquel sitio-berreó el Titán, ocasionando nuevos terremotos por aquí y por allá... Pero ya que mi querido y difunto Kevin Willys lo ha dispuesto asi, ¿quién soy yo para contradecirle?

A continuación el Titán Oscuro se echó a reir. Pero no era una risa alegre, sino irónica y malvada, una risa que hizo estallar volcanes en toda la Tierra. Si en la superficie la gente hubiera sabido que todas esas catástrofes eran resultado de los cambios de humor del Titán... En fin, le habrían mandado a la porra, Como mínimo.

Cuando terminó de reirse volvió a su gesto malévolo corriente y se puso a dar órdenes a sus esbirros. Debian seguir causando el caos y la destrucción, de eso no cabe duda. No obstante, ahora encargó a las brujas que dirigieran las acciones del resto de villanos: gases, rayas, zombies, esqueletos. Las brujas eran, dentro de lo que cabe, las más inteligentes de todos. A ver, no es que fueran tampoco muy inteligentes, pero sí más que una medusa llena de pedillos que un esqueleto sin cerebro, por ejemplo.

-A ver si vosotras sois capaces de evitar chapuzas como este medio pergamino-les dijo el Titán-. Y ojito con lo que hacéis. No vaya a ser que tenga que seguir aplastando vues tras cabezotas...

Los servidores del mal, aterrados por la amenaza, se alejaron por todas las salidas del inframundo para cumplir las órdenes de su amo. Y hablando de salidas, una vez que estuvo solo, el Titán Oscuro tenía que tomar una decisión: ¿por qué camino llegaría a la misteriosa isla volcánica donde, en ese preciso momento, los Compas y Raptor acababan de descubrir a Rius hundiéndose en las arenas movedizas?

Podía salir a la superficie por cualquier sitio y avanzar causando la destrucción y el pánico. Sin embargo, sus criaturas ya se encargaban de eso. No podía perder tiempo en <<diversiones>> maléficas. Debía hacerse con el arma cuanto antes, y para ello era imprescindible ir a la isla por el camino más corto. Y el Titán lo conocía muy bien: una sima volcánica muy antigua que cruzaba medio planeta y conectaba el inframundo directamente con el laberinto de cuevas y pasa- dizos donde yacía el cuerpo del caballero. Nuestros amigos, los Compas, se habían asomado ya al otro lado de esa sima, sin saber nada de los horrores que había al otro extremo.

El único problema era que... Vaya, sí... El Titán Oscuro había engordado un poquito después de tantos siglos durmiendo la siesta. Al intentar meterse por la sima descubrió que no entraba con facilidad. Se puso a empujar, a tirar de aquí y allá, a dar golpes, a soltar maldiciones... Realizando este esfuerzo sobrehumano, pasaba, pero muy poco a poco. Y enseguida se atascaba. Lo intentó metiendo primero un brazo, luego la cabeza, luego una pierna, luego otro brazo (la verdad es que al Titán le gusta hacer las cosas complicadas). Al fin, después de varios intentos y de sudar como un condenado, con un «plop» consiguió meterse.

Miró hacia adelante y vio que la sima se ensanchaba y estrechaba de forma intermitente. Sacudió la cabeza con una media sonrisa malvada.

-Este viajecito va a durar más de lo que yo pensaba... -Y mirándose la barriga, dijo: Debería ponerme en forma. Iba a tener ocasión de hacerlo durante el lento viaje hacia la superficie. Pero el esfuerzo merecía la pena. Al final del camino encontraría el arma ancestral. ¡Y la convertiría en su cetro! El cetro de un rey que dominaría nuestro mundo para siempre.



✨ Continuara ✨


Palabras:1267

~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•
PD: voy a actualizar segido por qué al fin salí de vacaciones y lo siento mucho por hacerlos esperar pero ya estoy aquí, con mucha más responsabilidad ⊂⁠(⁠(⁠・⁠▽⁠・⁠)⁠)⁠⊃…⁠ᘛ⁠⁐̤⁠ᕐ⁠ᐷ-⁠ᄒ⁠ᴥ⁠ᄒ⁠-

Los Compas Y El Diamantito Legendario Donde viven las historias. Descúbrelo ahora