Había sido un día largo y lleno de peligros. Una vez en Hab el hotel, la noche invitaba a un buen descanso a los agotados Compas. Timba no tuvo problema: según llegó, se quedó frito. Sin embargo, ni Mike ni Trolli podían pegar ojo. Aunque cada uno por una razón.
-¡Trolli, Trolli!-ladró Mike-. ¡Vamos, no te duermas! Hay que descifrar el plano del tesoro. -Déjame... Estaba soñando con café y galletitas.
-Como no me ayudes, me paso la noche cantando
«Diamantito»>. -Vale, vale, voy, pesado.
Extendieron el pergamino sobre una mesita, al lado de la ventana. Como tenía tendencia a enrollarse solo, lo sujetaron con un florero y un espejito que formaban parte de la decoración.
-A ver qué tenemos-bostezó Trolli, que habría prefedejar la tarea para el día siguiente.
El pergamino se dividía en tres partes. En la de arriba había una serie de dibujos. La mayoría no tenían ni pies ni cabeza, salvo el primero, que representaba con toda cla- ridad el perfil de un volcán, un laberinto de rayitas, una calavera, un árbol enorme, un loro gris, una cruz... y el dia. mante. -El volcán tiene que ser la isla misteriosa-indicó Trolli- Y las líneas...
-Tal vez el laberinto en el que nos metimos.
-Tiene sentido, Mike. Y la calavera... Puede que sea el
caballero, ese Kevin Willys... -Muchs... gracss... -murmuró Timba, entre sueños. -....pero el resto no tiene sentido-continuó Trolli, sin hacer caso a su durmiente amigo.
-Dimelo a mí, que ni siquiera sé leer. Pero está todo claro, Trolli: hay que volver a la isla y buscar un árbol con un loro en una rama....
-¿Cómo va a estar el loro ahí al cabo de los siglos?
-Estará disecado, yo que sé. Y luego hay que encontrar
la cruz que señala el lugar donde está enterrado el diaman-
tito. En todas las historias de piratas es así: el tesoro está bajo una cruz.
-No sé... Esto, como mapa, no vale un duro. Lo intere- sante sería leer el texto.
Esa era la segunda parte del pergamino, que ocupaba el centro: un texto en un alfabeto incomprensible. Aparte de esto, en la parte baja del papel no había nada, salvo una manchita rojiza irregular que, concluyeron, debía de ser de ketchup antiguo. Durante un rato los dos amigos se dedicaron a mirarlo de arriba a abajo sin entender ni una palabra. Seguía teniendo ese extraño aspecto familiar y a la vez lejano. Como cuando buscamos una palabra y no nos
sale, pero sentimos que está ahí, casi al lado. -Esto no hay quien lo entienda!-gruñó Trolli-, Aunque... Espera. Tengo una idea.
Cogió su teléfono móvil e hizo una foto del texto. A continuación la introdujo en una aplicación traductora, -¡Esto nunca falla!-dijo satisfecho, mientras en la pan- talla del móvil un relojito de arena daba vueltas... y vueltas..
y vueltas. Parece que tarda un poco.
Al cabo de unos minutos la máquina se dio por vencida: -¿No match found»? ¿Y eso qué quiere decir? -Que no existe. Es lo que me sale a mí cuando busco
<diamantito gratis»> en Internet.
-Pues es la primera vez que me pasa. -¿Habías usado antes esta aplicación?
-Con las instrucciones de la cámara, que estaban en
inglés. Y salió una traducción un poco marciana, pero... ya
has visto qué buenas fotos hago! -Ya... Menuda maravilla-dijo, con ironía, Mike-, Vamos a hacer otra cosa: busca en Internet «antiguos alfabetos de Tropicubo.
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Los Compas Y El Diamantito Legendario
AdventureMike, Timba y Trolli se merecen unas vacaciones, así que prepararon Todo para pasar unos días de descanso en una isla tranquila y alejada del ajetreo diario. De manera accidental, encontrarán un pergamino que los pondrá sobre una pista de un extraño...