iPor fin unas merecidas vacaciones! Eso es lo que pensaba Trolli pocas horas antes, cuando él, su mascota Mike y su amigo Timba estaban a punto de subir al avión con destino a Tropicubo... ¡Ah, Tropicubo! Es el nuevo paraíso turístico, con todo tipo de atracciones, unas playas estupendas, un tiempo que siempre es bueno y una comida deliciosa. Lo de la zampa es lo que más atraía a Mike.
-Estoy deseando probar la comida, Trolli. -Siempre pensando en lo mismo, colega.
-Venga, no me seas vinagrito-gruñó Mike.
Por desgracia, el viaje tan maravilloso que habían planeado iba a llenarse de problemas. El primero, el hambre insaciable de Mike. Cuando ve cerca algo que interpreta como comestible, le cuesta contenerse. Y el control de entrada del aeropuerto no es el mejor sitio para hacer bromitas.
-Billetes, por favor-le pidió al Trollino una señora uni- formada, con cara de pocos amigos.
Trolli fue a sacar los billetes del bolsillo de su maleta, pero no los encontró. Al menos no como le habría gustado. Lo que tenía de pronto entre los dedos eran unos papelujos bastante deteriorados y ligeramente húmedos.
-¿Qué es este desastre? ¿Dónde están los billetes? -preguntó Trolli, mirando a Mike con cara de sospecha. -Yo no he sido-contestó el perro, cambiando su color amarillo habitual a un tono naranja brillante: era su manera de ponerse colorado.
-No me mientas... ¡Te los has zampado!
-Bueno, sí...-contestó Mike-. Pero solo un poco.
-¿Un poco? ¿Te crees que con esto nos van a dejar pa-
sar?
-Yo diría que no-advirtió la señora del control, cada vez más impaciente. Podía haber sido un desastre, pero por suerte Trolli, que
conoce muy bien a Mike, habla previsto que algo así podía
pasar.
-Tenga, señora. Imprimi una copia, por si acaso-dijo Trolli, fulminando con la mirada a Mike, que se hizo el despistado mientras volvía poco a poco a su color normal.
La señora miró los papeles con desconfianza. Luego miró a Timba y a Mike, y los dejó pasar. Ojalá hublera este el único inconveniente del viaje, pensaba Trolli unas horas después, recordando el suceso del aeropuerto mientras discutía con el recepcionista del Hotel Tropicubo.
-No puedo darles su habitación si no me muestra la hoja con las reservas, caballero insistia el tipo, que era casi igual de simpático que la mujer del aeropuerto.
-Pero, oiga, ¿por qué no lo mira en el ordenador?
-propuso Trolli -Busque, busque-intervino Timba- Timbavk, Mikecrack y ElTrollino.
-Lo haría, caballero, pero es que el ordenador no funciona.
-¿Y cuándo funcionará?-preguntó Timba, con cara de
sueño.
-Yo qué sé. Esto es un paraíso tropical, no la NASA. La mitad de los días no funciona nada. Pero no suele importar, porque la gente se trae las reservas impresas de casa, ¿saben?
Mike tosió un poco y escupió unos trocitos de papel. En uno de ellos se veía el logotipo del hotel: «Tropicubo Luxury». El mejor y también el único de la ciudad. Trolli tuvo ganas de matar a su mascota. Y entonces se acordó de lo bien que se ocupaba de estas cosas Roberta, su querida es- posa fallecida tiempo atrás. No pudo evitar la pena:
-Aaaaayyyy, Robertaaaa!!! ¡Cómo te echo de menos! El recepcionista miró a Trolli con cara de pasmado. Entonces intervino de nuevo Timba. Había dado con la solución.
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Los Compas Y El Diamantito Legendario
AventuraMike, Timba y Trolli se merecen unas vacaciones, así que prepararon Todo para pasar unos días de descanso en una isla tranquila y alejada del ajetreo diario. De manera accidental, encontrarán un pergamino que los pondrá sobre una pista de un extraño...