¿Esas armas que nos apuntan son de verdad?-preguntó Mike, cambiando una vez más de color.
-Ya lo creo, chucho-contestó el pollo marinero, con no muy buena educación. Como que las heredé de mi antepasado Juan Espárrago. Tan de verdad como que quiero el mapa de mi tesoro ahora mismo.
-Ah, sí, el pergamino -empezó a explicar Timba- Verà, ha habido un problemilla... -Si, sí, una cosa de nada -continuó Trolli, intentando ganar tiempo-. El caso es que...Mientras hablaban, Mike tenía tal susto que iba pasando del amarillo al verde y de nuevo al amarillo. Rius no hacia más que mirar al pobre perro.
-Esa mascota vuestra está fatal-dijo el marino, sin de- jar de apuntarles-. Deberíais llevarlo a un veterinario. Pero eso luego. Ahora dadme lo que os pido. ¡Ya estáis tardando!
Cuanto más se impacientaba Rius, más miedo tenía Mike de acabar como comida para los cuervos de la isla. Se Puso tan nervioso que le dio una tos, luego otra... y acabó escupiendo el medio pergamino que se había tragado poco antes
-Puaf, qué ascol-gruñó Rius- ¿Es que no tenia otro sitio para esconderlo?
El marino apuntó a Raptor con una de sus pistolas ye ordenó que recogiera el arrugado documento. El joven agarró con dos dedos y poniendo cara de asquete, porque después de un rato en las tripas de Mike... pues estaba un poco pegajoso
-Por fin-sonrió Rius- El tesoro es mio. -Debería saber una cosa-empezó a decir Timba, pero
Trolli lo detuvo dándole una patadita.
-El qué, muchacho?
-Nada, nada-intervino Troll- Solo desearle que ten ga mucha suerte con su tesoro y con su plano y esas cosas Es que Timba es un tio la mar de amable.
-Ah, pues gracias-respondió Rius- Se ve que sois buenos chicos. Y por eso lamento tener que hacer lo que voy a tener que hacer.
-¿Y qué tiene que hacer?-preguntó Mike, que aún se
guía pálido como un chicle muy masticado -Raptor, ata a estos rufianes! Con buenos nudos marineros!
El muchacho, sorprendido por la repentina avaricia de su paisano, hizo lo que le ordenaban utilizando una cuerda que habla traído del barco. Cuando acabó con los Compas, el propio Rius ató también a Raptor. Tras comprobar que habían quedado bien asegurados, se guardó las pistolas y pergamino en mano, echó a andar por el camino de obsidiana.
-¿Nos va a dejar aqui, as?-le preguntó Raptor-¿Y si nos atacan?
-¿Quién os va a atacar?-se mofó el marino.
-Sueltenos! -exigió Raptor-. El tesoro ayudará a reconstruir Tropicubo. -Y con lo que sobre podremos comprar algo de comida -añadió Mike.
-Yo me conformo con una habitación en un hotel donde me dejen esforzarme -concluyó Timba-. O sea, dormir.
-¡Basta de rollos! -gritó Rius-. El tesoro me perte- nece, es la herencia de mi antepasado. Pero no quiero ser maleducado: gracias, chavales, por encontrar el pergamino para mí, ja, ja, ja!
Rius se largó a buen paso hacia el interior de la isla de- jando abandonados a nuestros amigos. En un par de minutos desapareció de su vista.
-Tenemos que hacer algo para escapar o moriremos
aqui-dijo Trolli, intentando soltarse. -Estoy buscando la lógica redonda para desatarnos -le respondió Timba, pensativo-. Ya lo tengo. Un padre le dice a su hijo: «Pepito, te han vuelto a suspender el inglés. A ver si te esfuerzas más». Y el hijo responde: «Es que tengo hambre». Y el padre: «Si me lo dices en inglés, te doy un poco de chocolate». Y responde el crio: <<I hambre».
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Los Compas Y El Diamantito Legendario
AdventureMike, Timba y Trolli se merecen unas vacaciones, así que prepararon Todo para pasar unos días de descanso en una isla tranquila y alejada del ajetreo diario. De manera accidental, encontrarán un pergamino que los pondrá sobre una pista de un extraño...