Asalto nocturno

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Tener un mapa del tesoro es solo el primer paso. Hacen Te falta más cosas. Por ejemplo, un barco para regresar a la isla misteriosa. O estar convencido de que lo que tienes es de verdad un mapa del tesoro. O que te apetece volver a darte un paseito por una isla volcánica perdida en medio de un mar lleno de tsunamis, Chorraditas de nada.

Los Compas no habían llegado ni de lejos a semejante acuerdo cuando al fin se acostaron para descansar. A la mañana siguiente podrían hablar con la mente más clara y decidir si alquilaban de nuevo la pluma negra o pasaban del asunto para disfrutar de las vacaciones. Lo que pasa es que cuando el fin del mundo está ya en marcha, lo de descansar se vuelve complicado. A juzgar por los ronquidos de Timba no llevarían ni media hora durmiendo cuando un ruidito alertó a Trolli. Al principio no le dio importancia: «Tal vez lo he soñado, pensó. Pero de pronto volvió a escucharlo. Y esta vez Mike también se despertó:

-Huele a conejo al ajillo-dijo, relamiéndose. -No es la cena, Mike, te lo prometo-le contestó Trolli encendiendo la luz.

En medio de la habitación había alguien. Una figura cubierta con capa y capucha negras que acababa de coger el pergamino de encima de la mesa. Sorprendido en su robo, el encapuchado salió corriendo por la ventana, que estaba entreabierta, y se lanzó al exterior. -Melocotón, que nos roban! Vaya tortazo se va a dar el ladrón!

-Trolli, que estamos en la planta baja. -Ah, es verdad... ¡Pero vamos tras ell

Trolli y Mike, el uno en pijama (uno de ositos, muy mono, regalo del hotel) y el otro con su vestido natural de perro, saltaron también por la ventana persiguiendo al ladrón en- capuchado.

-¡Ya estamos!-gruñó Timba-¿Pero esto no era un paraíso tropical donde la buena gente como yo puede descansar?

-Corre, marmotal ¡Que nos roban el pergamino

Para cuando Timba se levantó, sus dos amigos le hablan

tomado bastante ventaja. No los alcanzó hasta llegar a una

esquina a unos doscientos metros del hotel.

-¡Pero no corráis tanto!

-¿Dónde se ha metido ese chorizo?-preguntó Trolli Resultaba dificil seguir al encapuchado en medio de la oscuridad. Las calles de Tropicubo tenían poca iluminación y aquella noche nubes muy espesas tapaban la luna. Por suerte, los Compas contaban con Mike.

-Es escurridizo nuestro ladrón-dijo-, pero no puede escapar a mi olfato.

Siguiendo el rastro fueron pasando de una callejuela a otra, adentrándose cada vez más en la parte vieja de Tropi cubo. Allí las casas eran de una planta, muy antiguas, y se  extendian hacia lo alto de las colinas. Mike siguió el rastro hasta llegar a la muralla del castillo. Desde allí se contempla una preciosa vista de la ciudad dormida.

Sin hacer ruido, Mike señaló hacia la esquina interior de una torre. Timba y Trolli forzaron la vista, pero no distingian  nada. Sin embargo, la insistencia de Mike lo decía bien claro: el ladrón estaba ahí.

-Bueno...-dijo Trolli en voz muy baja- ¿Quién va primero? -Pues...-le respondió Timba, más bajo todavía-. La lógica redonda lo dice bien claro: te toca a ti.

-¿Serás gallina? Anda, vamos los dos a la vez. Cada uno por un lado de la torre se fueron acercando al rincón oscuro. Aún no se vela nada, pero de pronto las nubes se abrieron y la luna iluminó la escena. Allí estaba, el tipo de la capa negra, con el pergamino entre las manos, tratando de ocultarse.

-¡Te pillamos, ladrón! -dijo Trolli. A pesar de la capa, el ladrón se movía con mucha agilidad. Esquivó el primer ataque de Trolli, pero no pudo evitar a Timba, que le cortaba el paso por el otro lado.

Los Compas Y El Diamantito Legendario Donde viven las historias. Descúbrelo ahora