Regreso a la hisla misteriosa

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-¿Que se lo comió el perro? ¿Tú te crees que soy tonto?

La pregunta de Rius era retórica. Tomando unas viejas de su antepasado el pirata, apuntó a Raptor y le dijo.

-Prepárate, porque te vienes conmigo. -¿Adónde?-preguntó el muchacho.

-A seguir a esos ladrones en La pluma negra. Ya sé que han cogido tu barco para volver a la isla. No dejaré que se queden con el tesoro de mi antepasado.

Los Compas, en ese momento, se encontraban ya a cierta distancia de Tropicubo, navegando a bordo del remolca- dor en medio de una niebla muy espesa. El oleaje era, de momento, tranquilo, pero las cosas podían ir a peor en cual quier momento.

-¿Vamos bien?-preguntó Mike, situado a proa, inten- tando distinguir posibles arrecifes delante del barco. -Estamos siguiendo la misma ruta del otro día -contestó Trolli, al timón-. Pero cualquiera sabe, con esta niebla. -Hay unos zumbidos a popa que también se oian el otro día. Eso es que vamos por la ruta buena, ¿no?

-¡Qué val Eso son los ronquidos de Timba.

-Ah... Cuidado, todo el timón a babor!

-Babor es izquierda o derecha?-preguntó Tro

-Da igual! Giraaaa! -¡Melocotóooon!

Trolli pegó un volantazo... Bueno, un timonazo... Co tanta fuerza que consiguió esquivar, por los pelos, unas ro cas que podrían haber hundido el barco.

-Ha estado cerca-suspiró Mike-. Babor es a la dercha, Trolli

Nota mental: ni caso. En realidad babor es a la izquierda...

-No sé si esto ha sido buena idea. Y Timba sigue frito... -Estaba analizando el pergamino.

-Menudo análisis. Se lo ha puesto sobre los ojos para

que no le moleste la luz.

Mike se acercó a su amigo durmiente y comenzó a ols quear el pergamino. Olía a oveja. Luego le pegó un lametón. El pergamino cayó al suelo y Mike empezó a relamerse.... Abrió un poco la boca... Se acercó más...

-Mike, glotón, que te veo venir! ¡El pergamino no st come! -No es culpa mia que huela a oveja. Es que el hambre me ciega.

Pasado el peligro de los arrecifes continuaron navegan do sin más problemas hasta la isla misteriosa, que apare ció ante ellos de repente, como la otra vez. Trolli detuvo el motor, colocó el barco en paralelo a la playa, lo aseguró al fondo con el ancla y empezó a hinchar un bote de goma para desembarcar. A no mucha distancia, La pluma neg acechaba a los Compas escondida entre la niebla. Pero no era la mayor amenaza que estaba a punto de caer sobre

nuestros amigos. -Timba, despiertal Hay que echar el bote al agua -Ya? Se me ha pasado el viaje sin darme cuenta

-No te fastidia, la marmota.

Timba se estiró, lanzó un gran bostezo y abrió los ojos un poquito, todavía recostado. Lo que vio en el cielo, encima de sus cabezas, no le gustó nada.

-¡Nos atacan, a las doce!

-Son las diez y media-contestó Trolli, mirando su -No, arriba, arriba-berreó Timba.

reloj.

Unos viejos conocidos se lanzaban en picado sobre nuestros protagonistas: los gases. Su olor apestoso hacia muy reconocibles a esta especie de medusas voladoras, pero esta vez iban a usar armas más potentes. Era un grupo de seis gases en formación. Al pasar por encima del bar. co arrojaron varias bolas de fuego que estallaron sobre cubierta provocando incendios. Trolli, que habla agarrado un remo, consiguió derribar a uno de los atacantes de un mamporro. Mientras tanto Timba y Mike trataban de apagar el fuego. El primero, con un extintor. Y Mike.... con medios más naturales.

Los Compas Y El Diamantito Legendario Donde viven las historias. Descúbrelo ahora