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El trío de oro se encontraba en busca de los Horrocruxes. Saber con certeza sus ubicaciones nos era imposible, porque se movían constantemente y lo mejor era no realizar ningún hechizo ni llamada... ni algún estúpido vínculo que los uniera a nosotros y les hicieran un objetivo fácil de rastrear.

De todas formas Remus dijo que se encargaría de contactar con ellos, para mantenerles actualizados. Todos estuvimos de acuerdo.

Suspire. Movía mis manos con nerviosismo mientras mi madre servía una taza de té. Le dedique una pequeña sonrisa cuando ella se inclino y me entregó la tazita delicada entre mis manos.

El Ministerio había caído bajo las manos de Voldermot. La guerra estaba acabando con todo lo que conocíamos como medianamente "seguro" y la poca seguridad que tenían muchos magos se estaba perdiendo, si no es que ya la habían perdido. La presión del lado oscuro era tan grande que incluso mis pesadillas estaban tomando su surco normal en mi vida.

Había tenido una todos los días desde hace una semana. Y mi madre me sugirió que el té podría curar incluso el mal de amores, por lo que seguro podría ayudarme a dormir mejor.

Tenía miedo. No quería admitirlo. No quería ni siquiera estarlo pensando como hacía ahora mismo, pero... ¿era sano evitar siempre lo que más daño me hacia?

Apreté mis labios, casi como negandome a beber el té negro.

No era saludable hacerme esto. Hacernos esto. Mi familia, Charlie... mis amigos. Todos aunque fuera poco se habían visto y se verían afectados por como me comportaba de vez en cuando. Tenía que enfrentar mi miedo a perderlos, tenía que aceptar que podíamos morir en cualquier momento.

No sería mi culpa. No sería mi culpa... no...

Bebí un sorbo gigante del té bajo la mirada intensa de mi madre. Ella sonrió con ternura al ver que hacía lo que ella me indicaba. Deslizó sus dedos con gentileza en mis mejillas y deposito un beso en cada una de ellas.

—Te quiero, Aileen.

—Te quiero, mamá—Deje la taza de té en la mesa para aferrarme a ella en un abrazo desesperado.

Esperaba por el bien mío y de todos que nadie muriera. Pero si sucedía esperaba y rogaba a los santos que yo no fuera la culpable.

El núcleo de mis pesadillas era el trauma generado cuando era estudiante en Hogwarts. Perder a mi hermano y ver morir a una amiga me hizo un daño que no era capaz de reconocer. Ni siquiera ahora. Sólo estaba haciendo cnonjeturas para detenerlas.

—Nuestra vecina Poppy ha decidido no salir más debido a la comisión de registro de hijos muggles. No tolerará la discriminación hacia sus gemelos—mi madre tomó aire casi como si le doliera respirar—los niños no tienen la culpa de cómo llegan a este mundo. Nadie la tiene. No entiendo el odio por los muggles.

—Ni yo. Lo mejor es que no asistan a la escuela de momento, no considero seguro Hogwarts. Nunca lo he considerado seguro.

—¿Y si tienes hijos? ¿No irán?

Rasque mi nuca sin saber que responder. Realmente no recordaba haberme planteado tener hijos actualmente con Charlie. Además tenerlos seguramente me obligaría a dejar mi trabajo, y no quería dejarlo. Además de otras obligaciones, costos...

—¿Aileen?—Sus dedos delicados y largos se chasquearon en el aire para traerme de vuelta a la realidad. Sus ojos se oscurecieron y su boca se abrió en una mueca de pánico—no me digas. ¿No quieres tener hijos? Es respetable mi amor, no tienes que forzarte a ello... habría amado tener nietos pero...

Detuve con una seña su charla.

—Creo que si quiero hijos. Pero ahora mismo no estoy segura. Oh, y estamos en guerra. Pero... sí, en caso de vivir esto y que fueran discriminados por tener padre muggle no me gustaría que asistieran.

SELFOCRACY 》CHARLIE WEASLEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora