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La mirada verdosa, profunda y reprochante de Charlie no hacia más que examinarme, en busca de como ayudarme por la estruendosa caída que había tenido hacia pocos segundos. Mi cabeza se sentía como goma, en cualquier momento podría salir rodando y no me importaría. Parpadee con cierto aturdimiento, examinando mi cuerpo, aunque no podía moverme nada, pero no había dolor.

No sentía nada más que un burbujeo intenso en mi pecho, arañando con fuerza y tratando de llegar a cada extremidad en mi cuerpo.

— No conozco a nadie de algún lugar que... que puedan tratarte debidamente, no confío en nadie aquí. ¡Y porque hay tan pocos sanadores! ¡Han muerto cuatro y están observando sus cuerpos perdiendo tiempo cuando Aileen sigue viva maldición!— Soltó desesperado, peinando mis cabellos hacia atrás, aunque con algo de resistencia, estaban pegajosos por el sudor y sangre. Pero Charlie tenía su mirada aun más apretada y se quito sus guantes, para romper un pedazo de uno de ellos y ponerlo en mi cien, cerca a mi oreja— te sangran los oídos también maldición... ¿sabes que estas loca? Puedes ni siquiera volver a caminar, de ser una simple muggle tendrías heridas de por vida. ¿Como pudiste arrojarte de esa manera hacia el Hocicorto Sueco? ¡Pudo rostizarte maldita sea! ¡No se si decir que tienes suerte de que te haya roto todo el cuerpo en vez de matarte con sus llamaradas! ¡Mierda! ¡Ten en cuenta que muchos queremos tenerte con vida, no bajo tierra por una estupidez!

Sus dedos palparon mi rostro en busca de algún otro daño, quería sonreír, tenia el cuerpo hecho mierda, no seria difícil encontrar mas heridas. Su respiración era tan agitada que removía algunos de sus rizos pelirrojos, y a su vez me arrullaba por la calidez que emanaba, entonces se detuvo en mi ceja izquierda, dándome un apretón que me hizo emitir un sonido ahogado.

— Tienes la ceja rota, aunque eso es lo de menos. Si pudieras ver tu cuerpo ahora mismo... la magia no puede con todo, lo sabes maldita sea.

Mis comisuras se elevaron con un sobre-esfuerzo antinatural, y aunque aquello le disgusto solo logro ensanchar mi sonrisa. Estaba... feliz. Mi corazón desbocado, el grito aterrorizado al caer y todo lo que llevo aquel impacto me había generando una sensación placentera, nuevamente había estado a punto de algo irreversible, nuevamente había desafiado a la muerte como tanto me gustaba. Incluso tenía heridas nuevas... que recordará antes no me había sangrado el oído. ¡Era un punto totalmente nuevo! Me sentí algo desanimada por no ser la ganadora debido al accidente, ¡pero hice lo que quería! ¡La escoba y yo fuimos una en la carrera!

Sentí calidez emanando en mi rostro, y pronto el sentimiento de adormilamiento en aquella parte desapareció solo un poco. Note a Chiara tratando de sonreírme, pero sus ojos aguados confirmaban lo mal que lo estaba pasando. Le agradecí en un susurro, ahora podía hablar debido a su curación. 

— Podré no pararme. Pero eso no me impide agitar mi varita... oh Charlie, ¡ha sido maravilloso! Ya quiero ver a un sanador para poder aventurarme nuevamente, quizá no encuentre algo como la carrera lo que quiero sin que el cuerpo me limite—su rostro se comprime de una manera tan dolorosa que por primera vez en mucho tiempo siento un pico de culpabilidad en mi interior. Chiara solo arruga su rostro con notas de decepción y se aleja de mi campo de visión. Sé que mi voz suena horrible debido a los golpes. Noto un par de gotas saliendo de sus ojos, estas caen sobre mi rostro y quiero decirle algo, pero me atraganto en una tos seca. 

— No.

— ¿Disculpa?

— No, Aileen. No lo harás. Vas a sanarte con el tiempo estipulado y vas pensar si esta estupidez vale la pena, supera lo de las bóvedas de una buena vez. Estas enferma, obsesionada con ello, y no volverá a suceder. Por favor... no dejes que vuelva a suceder.

El tono roto que procede en aquellas ultimas palabras solo me generan una gota de remordimiento.

Humedezco mis labios, distrayendo a mi corazón apretado para no responderle o llorar por sus duras palabras. Porque, Charlie estaba produciendo ese odioso efecto en mi, lograba tambalear algunos de mis ideales a pesar de que nadie nunca antes lo hacia. ¿Cuando le había permitido entrar en mi corazón? ¿Y en que momento le deje meterse más en mi vida? ¿Quien se creía para decirme que hacer y que no? Mis padres no tenían voto ni siquiera en lo que hiciera.

SELFOCRACY 》CHARLIE WEASLEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora