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"Vendré esta noche a hacerte compañía, si te molesta solo suelta mi mano"

Pero lo único que hice fue aferrarme a la palma de Charlie, y solo le deje ir cuando la sanadora ingreso y corrió a los hermanos, su rostro rojo debido a que estaban solos conmigo y según ella no estaba con el cuerpo para aguantar un exceso de fuerza. ¿Que pensaba acaso esa señora?

—Te ayudo.

Un joven sanador de cabello cobrizo, un poco mas oscuro que el mío retiro las sabanas con cuidado y las doblo con rapidez, luego aferro su mano a mi cintura. Mi cuerpo tembló ante el toque, las heridas clamaron piedad pero me deje alzar y bajar con cuidado al suelo. Tenia ganas de ir al baño, y sinceramente, aunque ahora dolía menos, desde el inicio me negué a usar una vacinica y me force a ir yo misma.

Aunque este sanador tuvo que llevarme a cuestas los primeros dos días, porque no aguantaba estar de pie.

Camine aferrada a su cuerpo, lentamente llegamos al baño.

Él me regalo un pequeño gesto amable.

—Avísame cuando termines.

—Sí, gracias.

Cerré la puerta con pestillo.Me arrastre con cuidado al baño y deje ir un suspiro aliviado al poder llegar sin sostenerme de una pared como en el día anterior. Cuando estaba por bajarme los pantalones observe mi reflejo en el espejo. Antes lo evitaba porque sabia que estaría decepcionada de lo lento que sanaba.

El sudor perlaba mi rostro, y mi tono de piel era un poco grisáceo, algunas manchas en mi rostro se mezclaban con colores morados y azulados, denotando los buenos golpes que me había llevado. Gire el rostro y note una gran cicatriz bajando desde mi nuca hasta ocultarse en mi pecho. No lo había sentido, pero parecía como si el hocicorto me hubiese arañado.

Mis ojos verdosos me devolvieron la mirada, luciendo brillantes y sin nada que les opacara. Un gran contraste contra mi cuerpo magullado. 

Masculle un par de veces insultos y algunas palabras maravilladas ante algunas cicatrices o heridas que ya habían desaparecido y otras que por supuesto se quedarían haciéndome compañía eternamente.

Cuando lave mis manos y empape mi rostro, ate mi cabello en una coleta alta, decidí abrir la puerta y llamarle.

Fiv, el sanador, apareció de inmediato. Nunca mencionaba lo mucho que tardaba ni hacia comentarios al respecto, solo se limitaba a realizar su trabajo y tratarme de manera cordial.

—Gracias—musite nuevamente cuando me deposito en mi camilla y extendió una sabana fría sobre mis piernas. Acomodo mis almohadas y solo asintió— ¿puedes darme otra almohada? Y una manta, mis padres llegaran y creo que mi madre puede quedarse. El sofá puede reclinarse con magia.

Fiv nuevamente asintió. Lo trajo sin problema alguno y lo deposito en el sofá, las visitas que podían permanecer a mi lado se limitaban a familiares. Aunque lo estaba pidiendo para Charlie, no para ella.

Me sentía extrañamente nerviosa. ¿Por qué? Solo vendría a hacerme compañía y lo único que podía pasar si nos descubrían era un regaño, nada más. ¿Entonces porque sentía extrañamente agitado mi corazón con un calor extraño recorriendo mi pecho en oleadas algo incomodas?

¿Que me pasaba?

Apenas pude pensar en eso, debido a que termine dormida por horas hasta que parpadee entre sueños y escuche unos ruidos cerca de mi camilla.

Abrí un ojo, manteniendo mi varita aferrada en el muslo. Pero solo me encontré con una mirada amable que hizo que perdiera el agarre de inmediato, dejándola en la camilla.

SELFOCRACY 》CHARLIE WEASLEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora