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Mis manos se encontraban atareadas en cortar y vendar mis piernas y tórax. Mordí con fuerza el vendaje hasta rasgarlo con mis dientes, Chiara solo refunfuñaba mientras preparaba pociones para el dolor. Este era una de nuestras reuniones usuales desde que Charlie se había marchado, no pudo quedarse mas de dos días aquella vez.

—Te digo que no es mi culpa.

—¡Claro que lo es!

—Que no, que no. Fue culpa de ese perro, se metió en la batalla y yo no iba a darle un hechizo a un perro por error y entonces ese maldito lo aprovecho y me golpeo... ¡cobarde! ¡Agarrarme a palo cuando estaba distraída!

Bill soltó una gran risotada desde su lugar. Tenia el cabello amarrado en una coleta la cual sostenía bien sus mechones lacios, ni él, ni Mira habían obtenido heridas en esta misión contra aquellos mortífagos para arrebatarles información de mas bases y desviarlos a su vez de Harry. Y yo, que me encontraba pasando un buen rato torturando a aquel mortífago termine magullada por tonta.

—Aileen, esto es la guerra. No estamos en duelos en la escuela, aquí tu vida corre peligro. Y aunque entiendo que esa criatura no tenia la culpa, no puedes permitirte dudar y tú misma sabes que no es que hayas dudado, sencillamente quisiste ver cuantas posibilidades habían de que ese loco rebotara en tu contra si fingías estar distraída. 

Mi sonrisa se disminuyo al punto de borrarse enteramente. Yo sabía que estábamos en guerra, y que podría morir alguien en cualquier momento. Lo sabía muy bien, pero en algo fallaba Chiara.

—En la escuela también perdimos a alguien. Y este año falleció alguien más en Hogwarts. Y los años anteriores también hubieron perdidas... no me digas que algo cambia aquí, sencillamente ya no tenemos que llevar túnicas de un lado al otro. Allá, acá... todo es igual de inseguro, de no serlo mi hermano seguiría con nosotros. Mira nunca hubiera perdido al suyo durante tanto tiempo. Y puedo continuar.

—Compórtate.

Eso fue todo lo que Chiara menciono para zanjar el tema.

Y pasaron días luego de aquello, donde mi amiga y yo no nos dirigíamos la palabra ni siquiera cuando ella curaba mis nuevas heridas, ambas solo nos dedicábamos pequeños y escasos gestos con la cabeza o las manos, ninguna queriendo romper la tensión tirante entre ambas ni queriendo dar su brazo a torcer, aunque presentía que terminaría haciéndolo yo, porque Chiara muchas veces había bajado su cabeza por mi persona, era mi turno. Al enfocarme en como hablar con ella, en tranquilizar a mis padres en cada cena familiar que estaba, en evitar los chistes malos de los gemelos y luchar cada vez que era requerido noté demasiado tarde que Bill se encontraba informando sobre todo lo que hacía a Charlie, sin pensar siquiera en como pondría a su hermano mayor el muy tonto. Hasta si orinaba o no debía saber.

Tuve que tragarme mi enojo mientras Chiara deslizaba un algodón en mi frente para detener el sangrado. Bill me observaba desde la otra punta de la habitación con una mueca incomoda, sabía que yo ya me había enterado, por supuesto que lo sabía.

—Maldito chismoso, ¿mi enemigo son ellos o tú sucia rata naranja?

—Somos hermanos-y con esto se escudo de inmediato.

—Eso ya lo sé, desde... ¿siempre? Pero te has pasado, Charlie ha tomado línea directa a un sermón y me ha aplicado una ley muggle estúpida.

—¿Cuál?

—Ley del hielo. No me dirige la palabra y me ignora, "mientras sigas llegando con heridas, esas van a duplicar los días en que no querré hablarte".

El cabello lacio de Bill se sacudió cuando escapo un sonido de su nariz, trato de camuflarlo pero era mas que obvio que se burlaba en mi cara.

—Maldita rata naranja... espero que te rechacen y si te casas quedes botado en el altar.

SELFOCRACY 》CHARLIE WEASLEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora