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— ¿Crees que si desciendo con mucha rapidez, pueda chocar con algún obstáculo? Pero, ¿no valdría la pena si fuese así? Porque, de no ir lo suficientemente rápido alguna garra, ala, cola, o incluso el hocico podría golpearme.

Los rizos pelirrojos de Charlie apenas se mecen con el poco viento que hay esta tarde, es extraño, y me siento asqueada por todo el exceso de sudor que llevo encima. Quiero una ducha. Pero también quiero mis clases.

— Cuando te diga todo lo que sé sobre la especie que participa en la carrera. Tendremos en cuenta ese punto. Aunque, creo que no siempre ir rápido es lo mejor, algunos dragones son lentos y otros más listos, pueden saber lo que haces o bien pueden ser lo suficientemente peligrosos como para pensarte bien como volar sobre ellos sin fallar en el intento. A pesar de ser del mismo tipo. Como con la cría de Fiolo, es la única que se acerca a jugar contigo, las otras con recelosas y desconfiadas.

Asenti ante sus palabras, y dando una pequeña sonrisa como gesto empece de nuevo mi entrenamiento. Ahora, debido al tiempo que llevaba a su lado practicando, sentía que recuperaba el control total de la escoba. Que ya nada podría tomarme desprevenida y me sentía segura de competir sobre ella, bueno... aun tenia que comprarme una, pero seria el modelo de Charlie, era bastante cómoda y su peso era ligero, a pesar del palo largo y ancho que sostenía entre mis piernas.

Estuvimos en ello unas cuantas horas, seguía siendo temprano sin embargo, el sol aun no había bajado y brillaba con calidez sobre nuestros cuerpos, pero sin quemarnos, sin producir que mi piel picara por la quemazón y tuviera que usar algún ungüento, que usaba al principio.

Finalmente, ambos descansábamos sobre una piedra cubierta de musgo fresco que ayudaba a que mi cuerpo sudoroso se sintiera mejor, mis piernas estaban estiradas sobre el césped y Charlie me observaba con bastante atención. Como si verme tan tranquila fuese extraño.

— ¿Por que te has teñido el pelo?

Oh. Era eso. 

— No lo hice. No a propósito. Chiara y yo nos pusimos algo bruscas jugando y me lanzo un caldero encima, así que termine de morado. Mi ropa se arruino, incluso la interior.

En ese momento noto una ligera mancha rosada en sus mejillas y en el puente de su nariz pecosa. ¿Se había quemado con el sol? Baje la mirada y busque dentro de mi bolsa un ungüento para quemaduras. El tarro era de color madera y aunque era pequeño, su cantidad era suficiente para usarlo generosamente un montón de veces.

Saco el tarro y me deslizó por la roca, gateando para llegar a su lado en el césped, permanezco arrodillada, él apenas me mira. Quito la tapa y me acerco a su rostro con los dedos untados de aquella crema.

Pero antes de que pueda hacer algo Charlie se aleja con rapidez, su rostro llameando y su boca ligeramente abierta al verme con la mano extendida y los labios fruncidos. Le enseño los dedos.

— Es para tu quemadura.

— ¿Mi quemadura?

Asiento, gateando más cerca suyo. Pongo la mano que esta limpia sobre su rostro, apoyando mis dedos en su barbilla para girar su rostro con cuidado y ver correctamente las zonas para aplicar y ayudarle.

Acerco mi rostro al suyo y empiezo a untarle con suavidad el rostro, cuidando de no tocar sus ojos, nariz o boca. Mis pestañas tiemblan unos instantes al observar sus labios, pero reprimo el impulso de idiotez que me asalta y termino mi trabajo.

— Listo. Así estarás bien. Creo que te quemaste al dar tus patrullas, tienes el rostro muy rojo.

El color claro de sus ojos se mueve, y yo solo puedo verlos. Son como joyas. Me gustan mucho.

SELFOCRACY 》CHARLIE WEASLEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora