SELFOCRACY 》CHARLIE WEASLEY

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"Pensé que podría protegerte de pagar mis pecados. "

"Las cicatrices y las heridas, las llevo con orgullo como tatuajes.
Me recuerda que te perdí, me recuerda que estaré viviendo esta vida tan paciente hasta que te vuelva a ver."

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No entendía.

Todo lo que salía de su boca para mí era algo imposible de creer. Algo que no había sucedido. Una broma barata y tonta, de la cual me reiría.

Apreté mi tripa con tanta fuerza como me fue posible. ¿Cómo? ¿Cómo había pasado de estar allí a serme arrebatado? Era mi bebé. Mí... nuestro.

No lograba captar las palabras sin sentido de la sanadora, era imposible haberlo perdido, tenía que seguir conmigo. Yo lo había sentido moverse, había visto con aquella magia muggle su pequeño cuerpo. Había escuchado su corazón y Charlie había llorado. Tenía que crecer, fortalecerse y nacer. Venir a alegrar el mundo para sus padres y abuelos, lo habíamos planeado luego de la guerra. Sabíamos que acabaría pronto y estaría con nosotros en un ambiente mejor.

Tenía 6 meses, estaba grande, estaba sano, estaba conmigo.

Tenía que seguir conmigo.

Yo le había protegido mientras luchaba.

Y...

— ¡Aileen! — Gritó alguien, escuche en susurros una disputa para luego ver como alguien se acuclillaba junto a mi camilla.

Dirigí mi mirada a la suya, no lograba enfocar su rostro al inicio, parpadeé tantas veces como pude, pero no lograba distinguir nada. Entonces me talle los ojos con fuerza y rabia. Sus manos apartaron las mías con rapidez, pasando un trapo húmedo en mi rostro con gentileza. Luego de secarlo pude ver ligeramente a la persona que estaba a mi lado.

Chiara junto sus cejas con dolor y trato de sonreírme. Pero todo fue en vano cuando noto donde estaban mis manos ahora y la forma en que retorcían aquella bata horrible que tenía encima, ansiosa. No sentía mi estómago grande, lo sentía flojo y aguado. Antes era duro.

— Es mentira.

— Lo... lo siento, Aileen. El bebé recibió la maldición de muerte por ti... nosotros... ya hemos retirado el feto de tu cuerpo, tenía casi siete meses, Charlie...

¿Casi siete meses? ¿Más de lo que pensaba? Se había movido y pateado con fuerza cuando hablaba con Tonks sobre él. Me preguntó por mí hijo, y ambas nos dimos consejos de madres primerizas, los pocos minutos que duró la conversación antes de ser emboscadas por mortífagos.

Tonks tenía a su hijo, sano y salvo. ¿Por qué yo no? ¿Por qué yo no?

¿Era mi culpa?

Sí, era mi culpa.

Me había interpuesto entre Charlie y la pequeña Hufflepuff. No podía permitir que él cargara en su conciencia con el asesinato de una niña, además que creía habernos empujado lejos de la maldición.

Pero me había dado... me había... le había dado a mi hijo.

Empecé a rasgar con fuerza mi piel, tanta, que los sanadores tuvieron que detenerme al ver que brotaba sangre. Solté alaridos crudos de dolor, gritando y exigiendo que devolvieran al bebé a mi tripa, que me dieran aquello que me había sido arrebatado. Quería que me abrieran y depositaran a mi pequeño ser adentro, tenía que estar allí hasta nacer, tenía que... seguir creciendo. ¡No tienen derecho a quitármelo! ¡Yo soy su madre! ¡Es mío!