-Bienvenido a la tienda mágica, ¿en qué puedo ayudarle?
La mujer que entró, a tal bienvenida, soltó una carcajada. El dueño la miró con carisma innato, sonriendo. Sí, ese era el efecto que su rostro más el nombre de su tienda anticuaria-mítica miscelánea-esotérica, aún después de un año de haber abierto en Namsan, en un pintoresco local anteriormente dedicado a una galería bautizada "Café de Menta", provocaba. Incluso después de casi una década de abandono, las reformas suficientes y todos sus objetos míticos adornando desde el suelo hasta el techo, la calle se reconocía por su local. No nada más.
Park Jimin tenía una buena vida, de esa manera. El negocio que su familia había mantenido por décadas estaba dando muy buenos frutos, y su novio demente siempre estaba ayudándole cuando no arremetía en partirse el culo practicando algún deporte extremo. Podía vivir tranquilo. Ah, no sin olvidarse de su mejor amigo, Taehyung, al que había conocido cuando la tienda la dirigía su abuela y desde entonces vivía pegado a su cadera. Él también le ayudaba unas horas en la tienda, aunque para su amigo peligris pareciera más un parque de juegos a un trabajo. No lo culpaba, ya que se la pasaba casi todo el día trabajando en el hospital, y venía más a despejarse que a ocuparse con él, y no le molestaba. Como amaba reafirmar, él amaba su vida tal como era.
Su abuela, desde pequeño, le leía repetidamente la mano. A lo mejor pasar tanto tiempo con ella lo había enamorado del negocio: amaba todo el mundo mítico, energético, espiritual y tradicional. Ella decía que la línea de su vida se entrelazaba con la familiar, por lo cual siempre estaría ligada a ella, y desde niño lo había asimilado. No le molestaba. No había prestado atención a la expresión inquieta y preocupada que le había dado su abuela durante esos años. Ahora difunta, Jimin solo honraba su memoria.
Otro día transcurría a la perfección de sus planes. Él se jactaba de tener muy buena suerte, nunca le sucedía algo malo. Se lavó las manos con destilado de azufre una vez la cliente terminó su compra para sacarse la energía que hubiera traído con ella, y encendió otro incienso para purificar el local y cada escultura.
Sin embargo, la frase célebre de su abuela ante su confianza siempre había sido "nunca digas nunca". Y aunque Jimin nunca le creyera, la anciana había sido realmente sabia. Quizá saber tanto nunca la dejaría descansar en paz. Quizá siempre se ataría a su nieto por ello.
Quizá por eso hizo sonar el colgante de guijarros cuando un nuevo cliente entró a la tienda. El colgante de guijarros siempre indicaba los malos augurios.
Fue una lástima que Jimin no lo escuchara, sonriéndole a la puerta cuando un hombre pelinegro se hizo paso en sus pasillos.
-Bienvenido a la tienda mágica -exclamó, risueño, como siempre. El hombre, sin embargo, no sonrió de vuelta.
Vestía todo de negro, como las parcas de los dramas. Su boca mascaba un chicle sin parar.
-¿Cuál es la esencia más fuerte que tiene? -preguntó el ente de aura azabache, que hacía juego con sus oscuros cabellos negros bajando hasta el levantar de sus pómulos.
Jimin vio como mascaba el chicle con su boca, sin tener que mirar con cuidado sus ojos, los guijarros agitándose tras él.
-¿Para qué la necesita? -preguntó, permaneciendo formal. Se dirigió hacia los estantes de las esencias, que descansaban pulcras en sus botellas de vidrio-. ¿Atraer buenas energías? ¿Limpiar el aire? ¿Atraer un amante?
El hombre no cayó en esa broma, tampoco. Jimin rodó los ojos sin que le viera. Al parecer este cliente estaba muerto por dentro.
-No es nada de eso. Solo necesito que mitigue el olor a camelias.
Jimin enarcó su ceja. ¿Camelias?
Sin preguntar mucho, solo tomó la de limoncillo y regaliz. Originalmente, era para alejar pestes y enfermedades, pero también funcionaba para el ambiente. Serían dos pájaros de un tiro, aunque el tipo no tuviera ni idea.
-Son 10.000 won -indicó, una vez llegaron a la caja. El hombre, sin dejar de mascar su chicle, sacó el dinero de su bolsillo, lo contó y lo entregó.
Sus manos se tocaron al hacerlo. Y el hombre entonces dejó extendida su mano, esperando su producto y el recibo.
Cuando no obtuvo ninguno, alzó la mirada hacia el hombre rubio. Estaba perplejo.
No, perplejo no. Estaba pasmado. Lo detalló, confundido, notando como tras él varios colgantes se agitaban. No había ventisca, ¿por qué se movían?
-¿Señor?
-Busca a Kangdae -espetó, demasiado rápido como para que alguien le entendiera. Su corazón latía rápido, demasiado rápido. ¿Estaba teniendo un infarto? ¿Iba a morirse? Él fue privado de su cabeza y razón. Él no era Jimin. El alma de su abuela penó tras él-. Busca a Kangdae. Busca a Kangdae -repitió, organizando su boca, intentando ser directo y claro.
Sin embargo, el hombre solo lo miró, desconcertado. -¿Kangdae? ¿Señor? ¿Se encuentra bien?
De los ojos de Jimin emanó una lágrima. Su mejilla se humedeció. -Tienes que buscar a Kangdae, antes de que sea tarde. -le dijo, ahora en un hilo de voz, contrastando sus exclamaciones eufóricas anteriores-. Busca a Kangdae.
El pelinegro estaba incómodo ahora, y algo inquieto. ¿De qué mierda hablaba? ¿Estaba intentando asustarlo por la mierda esa de su tienda mágica? Miró el empaque con su producto reposando contra su otra mano, y resopló. ¿Le parecía que era estúpido o qué?
Le arrebató el paquete de su mano y se dio la vuelta para irse, fastidiado. Él no estaba dispuesto para nada de eso.
Los ojos de Jimin seguían llorando cuando el hombre desapareció tras la puerta.
Los guijarros acompañaban su llanto.
🌸🎑🌸
owowowowowo, comienzan a darse puntadas a los múltiples secretos de este universo. Qué emoción.
¡Gracias por leer! ¿Cómo están? ¿Cómo les trata la vida? La mía a ratos me marea y otras me arrulla. Estar viva es una cosa realmente extraña e incómoda. Ojalá vaya bien y deje de pesar. Les deseo solo días bonitos, tengan los ojos húmedos o secos, lo merecen. No dejen de buscar lo que les hace bien (desde lo que quieren y no lo que ''deben'' algunas veces), prometo que vale la pena.
Cuídense mucho, ¿sí? Vayan a tomar awa, o té, o café si pueden y regálense unos minutos entre actividades. Así se saturan menos y pueden hacer las cosas de una manera más amena.
¡Nos leemos en el próximo cap!
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Amor siempre,
Liliah
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Los hijos de la camelia «KookTae» ©
Fiksi PenggemarFugitivos de Camelias Blancas, suicidas de Camelias Rojas, anhelo de Camelias Rosas. Conocemos el hilo rojo del destino, ¿pero cuántos destinos soportaría sin romperse? Libro origen del Universo Camelia. Actualización cada 6, 16 y 26 del mes. «nu...