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Dejó la taza de café sobre el escritorio, ¿cuántas horas había dormido ese día? tal vez dos o tres. Miró la pila de libros sobre su cama y en ese instante deseó tirarse por la ventana.

La vida universitaria a veces podía llegar a ser muy cansada.

El otoño estaba por iniciar y lo único que pedía era que las malditas vacaciones llegaran por arte de magia. La habitación estaba pulcramente ordenada, olía a naranja y cada cosa estaba en el lugar indicado, acomodada en el lugar perfecto.

— ¿Por qué estoy estudiando esto? – La maqueta estaba casi terminada, pero no había podido continuar con su trabajo, debido a todo el ruido que había fuera de su habitación. Esas voces y gritos tan agudos le estaban provocando dolor de cabeza.

Caminó hacia la puerta, con el ceño fruncido y a punto de escupir cientos de maldiciones, sin embargo, al abrir no había nadie. La idea de estarse volviendo loco le cruzó por la mente y arrugó la nariz, es decir, no descartaba la idea, pero asumía que su cabeza le estaba jugando una mala pasada debido al estrés acumulado en su ser.

Estaba por cerrar la puerta, pero una cabellera castaña se asomó por el pasillo contrario, unos ojos se dejaron ver y los labios del moreno temblaron.

— Oye ¡Psst! – Ese chico le estaba hablando y no entendía por qué lo estaba haciendo.

— ¿Qué? – Su voz sonó molesta, pero al otro chico al parecer no le importó.

— Necesito un favor.

— Estoy ocupado.

— ¡Mierda! – El más bajito corrió hasta la entrada del dormitorio del moreno y este se sorprendió de verlo casi tirar el perchero.

— ¡¿Pero qué demonios?!

— Lo siento, ellas me están persiguiendo. – A lo lejos se veía un grupo de señoritas mirando hacia todos lados, el alfa cerró la puerta y caminó hasta su escritorio, miró con el ceño fruncido al castaño frente a él, que ni siquiera cohibido estaba.

— Acabas de entrar a mi dormitorio.

— Por favor, no me quedaré mucho tiempo. Si salgo ahora... esas mujeres me arrancaran la cabeza.

— Oye, no sé por qué huyes, pero sólo te pido que cierres la boca porque estoy hasta la mierda de tarea y detesto las distracciones. – El alfa continuó con sus deberes bajo la atenta mirada del chico.

— No notarás mi presencia.

— Ajá, siéntate. – El silencio parecía ser prometedor en aquella noche tan ajetreada, hasta que el otro se dispuso a entablar una conversación y la vena en la frente de MinHo tarde o temprano explotaría.

— ¿Libros de economía? ¿Matemáticas? ¿Literatura inglesa? ¿eres un nerd o algo así? – El de piel pálida le daba un vistazo al pequeño librero del dormitorio, leía los títulos del material bibliográfico y su nariz se arrugaba, todo era tan aburrido.

— Hablas demasiado. Estudio arquitectura.

— No hay diferencia, necesitas conocer cientos y miles y millones de cosas.

— ¿Qué estudias? – MinHo giró su asiento para poder observar a su acompañante que ahora estaba embobado con la bonita vista de la universidad desde la ventana.

— Oh, bueno ¿Por qué quieres saber? ¿No estás ocupado?

— Tú preguntaste primero, por favor no toques nada. – Sí, el piel nívea estaba por tocar una maqueta terminada, pero la voz tan firme del moreno lo detuvo.

Midnight Sighs - 2MINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora