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Atrajo al menor hasta pegarlo a su pecho, le acarició la espalda y sonrió al escuchar su voz somnolienta. Deslizó sus manos hasta llegar a las firmes nalgas y las estrujó, obteniendo un gruñido como respuesta.

— Alfa, déjame dormir. – Negó divertido mientras se apoderaba de las estrechas caderas del menor, pegando su cuerpo al de él.

— Buenos días, omega. – Besó sus labios, disfrutando de lo suaves que eran. La mañana estaba nublada y el viento golpeaba con fuerza las ventanas, el ambiente se sentía tan cómodo y familiar, íntimo y aunque había ápices de picardía, la dulzura estaba presente en sus miradas y besos cortos. El alfa dejó cortos besos por el rostro tan bello del omega, le gustaba esa sonrisa resplandeciente y bonita.

— Lo eran hace cinco segundos. ¿te gusta despertar temprano? A mí no, lo detesto, así que cariño, duerme más o te arranco las bolas.

— Saldremos a caminar un rato. – Fue atacado con una almohada, recibió algunos golpes poco gentiles en los brazos, sí, el rubio se estaba negando a la idea de salir y disfrutar del paisaje, pero vamos, le dolía la cadera, no estaba seguro de poder llegar tan siquiera al baño.

— Maldito desconsiderado, me rompiste el culo, en serio alfa... lo que menos deseo es levantarme, a menos que quieras follarme en la cocina, puedo intentar arrastrarme hasta la barra y levantar mi culo.

Pero el rostro del moreno fue el lienzo de la preocupación, recordó la noche anterior e inmediatamente se regañó por lo descuidado que había sido. — ¿Aún te duele? Puedo buscar un botiquín o conducir hasta una farmacia.

— Estoy bien, no te preocupes. – TaeMin entrelazó sus manos con las de él y lo besó una vez más, jamás se cansaría de hacerlo, era como si los labios del alfa siempre estuvieran esperando por él. – Lo disfruté mucho y fuiste gentil.

— ¿Esto te parece gentil? – Señaló la piel hinchada y abultada en el cuello del omega, había mordido la zona sin profundizar, pero era evidente que lo había dañado.

— No es nada grave, es como una marca diminuta.

— Lo siento, no quería ser una bestia contigo, me descontrolé y – Tae puso un dedo sobre la boca del alfa, delineándola e impidiéndole seguir.

— Min, no me hiciste daño. – Le dio un besito en la nariz y ladeó la cabeza. — Buenos días alfa.

Se apoderó una vez más de esos labios, mordisqueándolos y enredando sus lenguas. Le gustaba estar cerca de MinHo, era como un abrazo en pleno invierno o una taza de chocolate caliente frente a la chimenea.

Lo recostó por completo y subió a su regazo, rozando sus erecciones matutinas y provocando un gemido ronco en el otro, fue como música para sus oídos.

— Creí que estabas cansado.

— Mi cuerpo nunca está cansado cuando se trata de ti. – Su corazón dio un vuelco cuando las grandes manos del moreno le recorrieron la espalda y bajaron hasta sus nalgas, separándolas y jugando con su entrada.

No era necesario adivinarlo, su lobo reaccionaba con el tacto del alfa, podía sentir el lubricante bajar por sus piernas y liberando su exquisito aroma.

Cuando MinHo sumergió dos dedos, echó la cabeza hacia atrás, dejándose llevar por las olas de placer. Sus ojos se encontraron con los del mayor, brillando y conectándose de una manera casi irreal. Comenzó a balancearse y dejar que su pelvis se moviera con naturalidad, rozando su polla con la del moreno, entonces con manos traviesas tomó el pedazo de carne del alfa y lo bombeó, acariciando sus testículos mientras su culo estaba siendo penetrado por tan agiles dedos.

Midnight Sighs - 2MINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora