~ Capítulo 33: Dos Costillas, Un brazo y Hematomas ~

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El espejo reflejaba una extensa área roja en mi rostro que ocupaba casi toda mi mejilla izquierda, y que a pesar de estar con maquillaje seguía haciéndose notar

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El espejo reflejaba una extensa área roja en mi rostro que ocupaba casi toda mi mejilla izquierda, y que a pesar de estar con maquillaje seguía haciéndose notar. Traté de ocultarla con más base y rubor, quienes como siempre, hacían desaparecer toda herida que ese hombre, si es que se le puede llamar así, me causaba dejándome el recuerdo del infierno que es para mí vivir a su lado. Cuando terminé de arreglar mi cara y ya todo estaba como si nada hubiera pasado, salí de la habitación y llegué hasta el jardín donde seguía dándose la fiesta. Las personas bailaban y bebían a voluntad, sin siquiera sospechar las malvadas intenciones que se esconden detrás de todo esto.

Encontré a James en una mesa hablando con una pareja, pero cuando me vio los dejó y se me acercó para llevarme a bailar con él, yo no dije nada y sólo continué con mi actuación, la cual con cada segundo que marcaba el reloj se hacía más difícil. Apenas pude me separé y fui hasta la coctelería para pedir vino, y así pasaron las horas hasta que por fin todo acabó. Los invitados ya se habían ido y mi cara dolía de todas las sonrisas que tuve que fingir al despedirnos de cada uno. Cuando ya no veía ningún rostro extraño en la casa, pude respirar y entonces las lágrimas volvieron a correr por mis mejillas y yo salí de allí con dirección a mi habitación, ya no soportaba ver a James porque las ganas de matarlo ahora mismo y con mis propias manos aumentaban si seguía con su presencia en mi campo visual.

Cerré la puerta con seguro al llegar a la recámara y me volví a soltar en llanto, en mi mente sólo estaba el collar destrozado y el rostro de Leander lleno de dolor cuando se fue de aquí después de presenciar aquella espantosa escena. Probablemente, en este momento él debe odiarme por haber acabado con algo que me había dado lleno de profundo amor, pero también por los años de historia y tradición que ya reposaban en algún basurero al igual que su colgante. Ahora sabía que nunca debí aceptar esa joya porque nunca fui digna de ella, ni siquiera pude evitar que la dañaran. No quería imaginar lo que dirían sus padres cuando se enteraran de lo sucedido, todos me odiarán ya que eso representaba mucho para su familia. Me sentía tan tonta, tan estúpida por no haber tenido la valentía de negarme, mas James me tenía en sus manos y podía hacer conmigo lo que quisiera.

Lo que más me dolía e indignaba era que Leander debe estar pensando que yo dañé el collar por deseo propio, él debe creer que como aparentemente ya no lo amo me quise deshacer de lo único que me lo recordaba, él debe sentir que tiré su corazón a la basura sin importarme sus sentimientos, y no es así, yo jamás haría algo tan cruel por más que en realidad me haya enamorado de otro hombre. Yo nunca tendría el valor para acabar con un regalo que significa tanto para otra persona, yo no podría, y sólo esperaba que, pese al dolor que él debe estar sintiendo, me conozca lo suficiente como para intuir que lo que hice no fue por mi voluntad.

De tanto llorar no sabía en qué momento me había dormido, pero desperté al día siguiente sentada en el piso a un lado de la cama y con mi cabeza recostada en las frías sábanas que la decoraban. Todavía tenía la misma ropa de la fiesta, incluso los zapatos, y al mirarme frente al espejo del tocador, mi rostro estaba completamente destrozado y con el maquillaje corrido como si pareciera un mapache, de verdad daba lástima con este aspecto. Lo primero que hice fue desmaquillarme y luego tomar un baño relajante, necesitaba aliviar la tensión acumulada de la noche anterior. Al salir me vestí, me maquillé y me peiné como si no hubiera llorado toda la noche, como si no hubiera pasado una de las peores experiencias de mi vida, y eso que he tenido algunas bastante malas.

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