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  Sus piernas se mantenían juntas, mojándose por las gotas de saliva que caía de su mentón.

Rusia masajeaba en círculos sus pezones, dándole una sensación que no le permitía alejarlo de sí.

El placer en su pecho se acabó cuando el ruso tomó sus manos con una de las suyas y alzarle la mirada con la otra, besándolo con pasión y ritmo. No tenía idea de cómo empezar la verdadera diversión, pero sabía que tenía que apresurarse por el poco tiempo que tenían.

Reino Unido comenzó a reír de la nada por lo extraña que era la situación, pegándose al soviético para soltar su risa allí. Rusia lo miró con una sonrisa abrazándolo con ternura.

Ni siquiera pudo llegar a la parte del sexo, pero al menos podía reírse un rato de lo tontito que era su novio.

Eddie, My Love.Where stories live. Discover now