Capitulo 8

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Ahogándose, Sakura corrió escaleras arriba en busca de un refugio que no existía. Se dio se cuenta de la inutilidad de su búsqueda cuando paro delante de la puerta dela habitación de Sasuke. No queriendo entrar, apoyo su cabeza en la madera.

Que dios tuviese misericordia de ella, rezó para no pensar en lo ocurrido que la avergonzaba. Estaba tan horrorizada que casi había parado de respirar. Lo hacía con dificultad. El único alivio era sentir rabia junto con miedo. Frustrada, dio un golpe en la puerta. Si al menos pudiese borrar el recuerdo del hecho. Lo que más recordaba era la sensación de contacto humillante. Respiro profundo, luchando contra el miedo y la repulsión.

Pero eso no era todo lo que sentía. Debajo de esas emociones familiares, había algo nuevo, diferente y mucho más aterrador. Era una presión centralizada en su corazón. Suspirando se le ocurrió que, por un instante, mientras tenía su mano presa contra Sasuke, sentía ganas de tocarlo en la nuca con la otra mano y de besarlo, perdiéndose en la sensación extraña. Rindiéndose.

La angustia la domino. Podía esquivar a su marido, pero no a sí misma.

Inmersa en una tristeza enorme, no oyó un ruido a su lado, pero vio la silueta del sirio tomar forma. Recostando la cabeza en la puerta, ella irguió los hombros.

‒No tenga miedo de él, mi lady. Él no la lastimará ‒el extranjero dijo con un una vehemencia que la dejo sorprendida.

No quería que nadie la viese en esa situación vulnerable.

Sakura sacudió a cabeza. Ansiaba librarse de la presencia de él. Pero para su sorpresa, Juugo no había terminado de hablar. Él le tomo las manos en las de él y prosiguió:

‒Tenga confianza y recuerde que tiene amigos aquí. Lord Sasuke siente odio hace tanto tiempo que teme entregarse a otras emociones.

‒¡Mentira! Él no le teme a nada.

No queriendo discutir, Juugo la tomó por los hombros. El silencio parecía lleno de significados escondidos. Si al menos fuese lo suficientemente experta en descifrarlos, pensó Sakura. A Sasuke ella lo entendía, a pesar de sus sentimientos confusos por él. Pero este hombre misterioso iba más allá de su comprensión. Lo miró fijamente en busca de respuestas, pero la única que obtuvo fue el sonido de una voz profunda y amenazadora.

‒Saca las manos de mi mujer ‒aviso Sasuke. Sakura lo vio aproximarse con una expresión fría. Él no había levantado la voz, pero el tono era más temible que el de un grito.

Ella se estremeció, Juugo no pareció impresionarse. Le apretó los dedos levemente y antes de soltárselos se volteó hacia su amigo.

‒¿Qué está haciendo aquí con mi mujer, delante da puerta del cuarto? ‒ Sasuke preguntó llevando su mano hacia la daga en su cintura.

El sirio no demostró preocupación ni toco su arma, una hoja curva de aspecto peligroso.

‒Vigilando a tu mujer como me pediste.

‒Pero ya no tienes más esa obligación. Si te veo tocándola otra vez, yo te mato.

El sirio se inclinó ligeramente hacia delante sin decir otra palabra. El hombre hacia como que la amenaza a su vida no significase nada, pensó Sakura. En el instante siguiente, ella concentró su atención en su furioso marido.

‒Entra ‒ordeno él y fue obedecido. Una vez fuera del corredor oscuro, Sakura se sintió mejor y camino hacia el centro del aposento. Se rehusaba a acobardarse delante de aquel monstruo.

Como un ángel caído, Sasuke era bello y terrible. No parecía realmente confiable. Ondas de calor emanaban del cuerpo de él,

con una combinación de odio que la repelía y de virilidad que la atraía contra su voluntad.

‒Asegúrate que sus manos no te toquen una vez más, o los mataré a los dos ‒prometió él con una voz gutural.

El insulto dejó a Sakura perpleja. Examino la mirada de su marido, hallando que él no podía imaginar una conducta reprobable entre ella y el sirio.

Con una mirada penetrante, que nadie podría creer inocente, él dijo

‒Tú deberías saber que no es aconsejable sonreírle a un hombre.

‒Nosotros estábamos solo conversando. Nada más. ¿Tú no confías en tus propios guardias? ‒Sakura preguntó.

‒¡No! Cuando se trata de ti, no confió en nadie ‒respondió él. Sorprendida Sakura sacudió a cabeza y murmuró su verdad:

‒Tú estás celoso.

Sasuke no lo negó.

‒Tú eres mía de cuerpo y alma. Hago bien en aclararte esto. ¡No quiero verte más conversando con el sirio ni mirando hacia donde esté él!

¡Él estaba celoso! Sakura sintió una sensación extraña.

‒¡Por el amor de Dios! El extranjero no significa nada para mí. ¿Qué podría querer él con una mujer alta, desarreglada y de cabellos rosados? Para ser franca, él me pone nerviosa con su mirada sombría ‒dijo Sakura.

Sasuke parecía más calmado. Con la certeza de que ya había agotado su rabia. Aunque él la acusara de tener una crisis el hombre se comportaba como un lunático a veces. Ella lo vio llevar su mano al estómago y percibió que el odio le había empeorado su estado.

‒Puedo darte algo para aliviarte ‒Sakura dijo sin pensar y se arrepintió en seguida al ver a Sasuke apartar a mano de su estómago rápidamente.

‒¿Qué?

La voz suave no la engaño, aun así, ella persistió:

‒El té de Hera alivia el dolor de estómago. No me cuesta nada preparártelo.

‒No quiero nada que venga de sus manos. Solamente te gustaría tener la oportunidad de envenenarme. Eres la heredera de Deidara. Tu sangre está manchada.

Sakura se replegó como si hubiese sido abofeteada. Sasuke hacía de todo por mostrar su lugar en el mundo de él. Su fin, era siempre el mismo: la venganza tenía prioridad.

¿Cómo podría acusarlo de estar celoso? Su marido no alimentaba otro sentimiento que el de odio. Solo era el sentimiento de posesión el que precipitó la reacción de él.

Con su corazón pesado, Sakura cruzó los brazos y los apretó contra su pecho. De repente, se sentía helada.

‒Presta atención, mujer, pues quiero dejar clara tu posición aquí en el castillo. No asumirás más los deberes de una campesina y mucho menos de una criada. Obedecerás solo mis órdenes, cuidarás solo de mí, hablarás solo conmigo y no mirarás a nadie pero más a mí. ¿Ya tomaste un baño hoy?

La pregunta fuera de lugar, después de las órdenes ríspidas, dejo a Sakura boquiabierta.

‒No, yo... ‒comenzó ella, pero Sasuke levantó la mano, interrumpiéndola. Ella apretó sus labios. ¿Por qué su marido tenía esa obsesión por la limpieza?

‒Como mi esposa tomarás un baño diariamente ‒determino Sasuke.

En seguida, fue hacia el corredor a donde grito órdenes para que Iruka trajera agua caliente. La audacia de su gesto dejo a Sakura atónita. ¿Tendría su marido la intención de controlarle hasta los hábitos más íntimos?

Con una expresión implacable, el retorno.

‒Como te dije tu única obligación es cuidar de mí. Estarás a mi disposición de la mañana a la a noche. Todo lo que yo pida, tú me lo proveerás. Me servirás mi café cada mañana y verificarás si descanso confortablemente por las noches.

Sakura palideció, pero estaba furiosa, a punto de perder su respiración. ¿Qué tipo de tareas tendría que ejecutar? En el convento, cada una cuidaba de sí y, en la casa de Mizuki Touji, ella limpiaba las chimeneas, fregaba los pisos y hacia otros servicios. ¿Qué quería su marido de ella?

‒Y harás todo de buena voluntad. Quiero que te esfuerces para que seas como una mujer oriental. Ellas saben agradar, ser sumisas, obedientes y hasta consiguen adivinar los deseos de su marido. En verdad, Sakura, serás como una esclava. Mi esclava.

‒¡¿Esclava?! Eres un bárbaro. No existen esclavos en Inglaterra. Vuelve a Oriente y consíguete una infiel para satisfacer tu voluntad ‒Sakura dijo.

Ignorando sus palabras, Sasuke dio unos pasos y se dio vuelta.

‒Cometes un error al criticar una cultura que no conoces. Hay muchas cosas buenas de Oriente para ser asimiladas. Las esposas se sueltan los cabellos para sus maridos.

Él giró y esa vez sus ojos negros no tenían una expresión cruel. En vez de eso, brillaban con excitación.

‒Me gustaría que tengas ese hábito, mujer. En verdad, quiero ver tus cabellos ahora.

‒¿Qué? ‒Sakura tartamudeo, sin entender la orden.

‒Suéltate los cabellos. Quiero verlos ‒murmuró él con una voz extraña. ‒Después tomarás un baño.

‒¿Contigo? ‒balbuceo ella incapaz de creer lo que oían sus oídos.

¿Su marido esperaba que ella entrase en la bañera mientras él permanecía a su lado? Algo le provoco una onda de calor. A pesar de esa sensación extraña, había miedo. Era pánico y sintió la familiar contracción en la garganta. Sasuke lo notó.

No sabía que esperaba. Quizás compasión o tal vez él la auxiliaría. Él era el único que podría ayudarla como había hecho pocas noches atrás. En ese momento su marido la encaraba como si estuviese enojado con su desesperación.

‒¿Fuiste violada? ‒preguntó bruscamente. Aturdida por tal pregunta, Sakura intentó respirar profundamente.

‒¡No, claro que no! ¿De dónde sacaste esa idea?

‒Tienes miedo a un poco de intimidad.

‒¿Y por qué no? ¡Eres un bruto que abusaría de mí por placer!

‒Jamás te levante la mano para... ¿Alguna vez te lastimé? Por Dios, te podría matar sin que nadie me lo impidiera. Mientras, que cuando te pido que te sueltes los cabellos amenazas con desmayarte.

Irritado, Sasuke se dio vuelta y Sakura miró los hombros anchos de él. Él la había lastimado muchas veces con su lengua venenosa y su mirada cruel, pero no físicamente. Con una voz suave, dijo:

‒Yo trabajé como criada. Era una vida difícil, pero la peor parte era cuando mi patrón me acariciaba.

Oyendo esto Sasuke giró para mirarla de frente, pero no consiguió encararlo. Rápidamente, ella agregó:

‒Él nunca me violento. Apenas me arrinconaba y me pasaba las manos por el cuerpo mientras hablaba cosas lujuriosas.

Sakura suspiro. Jamás había contado esa parte vergonzosa de su vida a nadie.

De repente, se vio siendo arrinconada contra la pared. Sasuke le tomó el rostro y la miró fijamente. Ella no vio vergüenza, ni horror en los ojos negros, apenas furia.

‒El nombre de él... ‒ el marido exigió con voz ronca.

‒¿De quién?

‒Del desgraciado que te hizo eso.

‒Mizuki Touji, de Renfred ‒Sakura balbució estremecida.

Sasuke la soltó y atravesó el cuarto con pasos largos para ir a preparar su bolsa de viaje.

‒¿Qué estás haciendo? Acabas de volver a casa. ¿A dónde vas ahora? ‒preguntó Sakura aun recostada contra la pared.

‒Voy a matarlo, naturalmente.

‒¿Qué? ¡No hagas eso! ¡Tú no puedes estar hablando en serio! ‒grito Sakura. El paro y dirigiéndole una mirada amenazadora.

‒¿Sientes algún afecto por el miserable?

‒No, pero tampoco quiero tener la responsabilidad de una muerte. Por el amor de Dios, ¿Por qué todo precisa ser blanco o negro para ti? ¿Todo o nada? ¿Odio o indiferencia?

Sasuke no respondió, pero se aproximó lleno de rabia.

Parado delante de ella, alto y fuerte, su marido podría matarla en un instante. Pero Sakura vio la necesidad de convencerlo de no practicar un acto sangriento. Sin encontrar palabras, extendió su mano y toco su brazo. Era un gesto simple y con la intención de calmar y distraer a su marido, pero se volvió algo más de lo que ella esperaba.

Al hacer contacto, Sakura sintió como si hubiese puesto la mano en el fuego. Ondas de calor le recorrían el brazo y se expandían por su cuerpo. Se miraron fijamente. Los ojos verdes reflejaban aturdimiento, los negros, ardor. Estos acabaron desviándose hacia el brazo donde su mano lo tocaba.

Por un largo tiempo, Sakura también fijo su mirada en la unión de ambos. En tanto ella se vio siendo arrinconada otra vez contra la pared. Nuevamente, Sasuke le tomó el rostro y bajó la cabeza. Ella solo percibió la intención un segundo antes de que sus bocas se juntaran.

No se trataba más que el premio de un juego, pero una reacción tan impetuosa como el propio Sasuke. Casi inmediatamente, él puso su lengua en la boca de ella. Sakura se estremeció.

Como si tuviese voluntad propia, su mano toco la nuca de él enredándose en los cabellos oscuros de él. Su cuerpo viril, recostado sobre el suyo, le provocaba una sensación jamás sentida.

Sasuke uso su rodilla para presionar y separar la parte más íntima entre sus muslos. Sakura se arqueó en busca de aire, no porque tuviese miedo. Hipnotizada por un frenesí delicioso, paso sus manos por el pecho de Sasuke. Entonces, le agarro la túnica con la esperanza vana de protegerse contra la pasión avasalladora que la invadía.

Abriendo más la boca, ella junto su lengua con la de él, Sasuke que gimió satisfecho. Con sus manos, él le recorría los hombros y los brazos.

‒¿En dónde te toco él? ‒ Murmuró él apenas separando los labios.

Le costó entender la pregunta, Sakura abrió los ojos y vio los ojos negros ardientes de deseo.

‒¿Dónde? ‒él insistió.

Tomándole la mano, ella la coloco en su escote. Sasuke acaricio su seno. En éxtasis, Sakura cerró sus ojos nuevamente, mientras los dedos apretaban suavemente el pezón, ella se elevó.

Verdadero paraíso, pero también un infierno caliente era el contacto con este muchacho: guapo y terrible, pensó Sakura con una sensación de culpa. Lo que sucedería a continuación, ella jamás lo sabría, pues Iruka abrió a puerta, trayendo agua caliente. Sasuke retrocedió un paso como si ellos fuesen amantes en situación de pecado.

‒Tu agua está aquí ‒murmuró él al tomar la bolsa de viaje y dejar el cuarto. Con su corazón disparado, Sakura continuó recostada en la pared, oyendo las palabras animadas de Iruka hasta que él la dejó sola.

Con unos dedos trémulos, se quitó el vestido y sintió como si su propia alma estuviese expuesto. Por primera vez en su vida, observó su cuerpo que siempre había considerado feo. De repente, lo hallo vistoso, estimulante, con sus pechos erguidos y sus muslos calientes y húmedos. Sus muslos que habían acogido la pierna musculosa de Sasuke.

Enrojeciéndose, entró en la tina, hundiéndose en el agua. Pero no se relajó. Se sentía despierta y caliente. Enojada, fregó su cuerpo entero como si quisiese apagar cualquier vestigio de su marido. Después, se enjuagó rápidamente, se vistió con una camisa limpia y se echó en el colchón a los pies de la cama. El cuarto estaba muy quieto y... vacío.

Eso no había nada a ver con Sasuke.

Pero Sakura admitía que su marido, además de ser un hombre grande físicamente, llenaba con su personalidad impetuosa hasta este aposento que era enorme. Sin él allí, el ambiente se tornaba extraño.

De cualquier forma, su inquietud no era provocada por el beso, o por lo acontecido entre ambos. Intentó apartar el hecho de su memoria y concentrarse en la conversación con un Sasuke antes. Él quería una esposa que actué como una esclava infiel. Cuando sé ofreció para prepararle un remedio, él respondió de modo violento acusándola de querer envenenarlo.

Debía aceptar la sugestión, pensó Sakura, furiosa. Un poco de hierba-mora la libraría para siempre de su marido cruel. Aun si fuese capaz de matarlo, jamás seria dueña de sí misma. Sería una viuda rica, Kakashi le arreglaría otro casamiento. Se estremecía al pensar en vivir al lado de alguien más.

Si cediese Belvry al rey, podría volver a vivir en el convento. La idea tampoco le agrado. Se acordaba bien de las rodillas doloridas después de pasar horas lavando piedras, rezando.

Avergonzada, Sakura hizo la señal de la cruz. Prefería enfrentar un marido violento a tener que volver al convento.

Naturalmente, no era por causa de él. Si sentiría la falta de Edith, de otras personas que la habían tratado con bondad y hasta el mismo Juugo, con su mirada extraña y observadora. No se olvidaría de Sasuke, de sus explosiones rabiosas, de su cuerpo fuerte, de su boca...

Sakura llevó su mano a los labios y, después, descendió hasta su pecho. El corazón latía poderosamente. Su marido la había tocado para marcarla como suya.

Sakura no podía mentirse más a sí misma. Ella quería que Sasuke hiciese todo nuevamente. Ella lo deseaba con la misma vehemencia con que él la había despreciado.

Sola en el aposento inmenso, ella luchó para llenar sus pulmones de aire. Su debilidad era aterradora.



Continuara...


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¡CORRE POR TU VIDA MIZUKI, SASUKE VA A MATARTE! JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

¡SASUKE CELOSO DE JUUGO! ¡Juugo bien lindo al decirle a Sakura que no esta sola, que lindo <3!

¡Dios mío!, Ese beso me puso los pelos de punta, ambos se desean. ¡YO LO SE! PEROOOO como Sasuke es un bruto, seguramente no se dará cuenta. 

La Esposa Virgen ~  SasuSakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora